El trabajo es el mejor refugio para Leena Cotton desde que murió su hermana, y se considera infalible, pero cuando pasas tantas horas centrada en números, clientes y sin apenas dormir te acaba pasando factura, y eso es lo que sucede en la presentación de uno de los proyectos más importantes de su empresa, sufre un ataque de pánico y su jefa se ve obligada a darle unas vacaciones, dos semanas en las que deberá estar lejos de la oficina. 
Eileen Cotton tiene setenta y nueve años y su marido acaba de abandonarla por una joven profesora de baile y ella no quiere ser menos, pero al vivir en un pueblo pequeño los hombres disponibles no son exactamente lo que ella busca. Dedica su tiempo a ayudar a sus vecinos y forma parte de la Guardia Vecinal pero siente que le falta algo, así que en cuanto ser entera que su nieta ha tenido un problema en el trabajo la invita a pasar unos días con ella. 
 

Los capítulos se intercalan entre la narración de Leena, en primera persona, y la de su abuela Eileen, también en primera persona. Y eso me gusta porque puedes apreciar dos puntos de vista sin repetir escenas ni perder el hilo de la historia. Por un lado ves como Leena «sufre» en Hamleigh, su pueblo natal, y mientras disfrutas de las aventuras de la abuela Eileen en Londres.

Los primeras páginas te dejan con la sensación de haber leído ya todo antes, una mujer joven de la gran ciudad que se ve encerrada en un pueblo con los viejos gruñones y tendrá que salir adelante, y una madurita perdida en una gran ciudad en busca de aventuras amorosas y sin tener ni idea de tecnología ni de jóvenes. Pero a pesar de eso engancha porque la historia que las une va más allá, ambas han perdido a un ser querido y ninguna lo ha superado. Leena culpa a su madre por dejar morir a su hermana y no quiere hablar del tema, pero su abuela ve como su hija está destrozada y rota por haber pedido una hija y no sabe que más puede hacer por ella, necesita a Leena, pero las dos son tan cabezotas que ninguna hace nada. Y como toda comedia romántica que se precie no podemos olvidar el amor, porque está claro que en el pueblo no todos son viejos, siempre tiene que haber un joven y apuesto hijo o nieto de algún vecino dispuesto a ayudar.

Si no le he dado las cinco estrellas es por algunos detalles surrealistas que no terminan de convencerme o que creo que están metidos con calzador para hacerlo todo más interracial y emotivo. La historia ya es buena y no necesita florituras o clichés para mejorarla.

Con esa sinopsis era imposible resistirse a este thriller, y aunque las primeras páginas (más bien capítulos) me costaron paciencia y esfuerzo, el resultado ha merecido la pena. Mucho, aunque no lo suficiente para concederle la puntuación máxima.

El planteamiento es sencillo, original y muy interesante. Y aunque los primeros capítulos me resultaron tediosos, obscenos y sin sentido, no presentaban bien a los personajes y no quedaba claro porqué saltaban de un punto de vista a otro. Pero cuando por fin te olvidas de las primeras escenas y te centras en la historia de estos cuatro desgraciados y en la de Sara, quien narra los sucesos anteriores al encuentro, es cuando por fin comienzas a disfrutar de la historia. Empiezas a entender porqué son tan arrogantes, tan altivos y despreciables, tan ruines y egocéntricos, te das cuenta que nada les importa más que el dinero y no lo entiendes, pero sabes que ese dinero que tanto ansían no les va a servir de nada si están muertos.

Sara y Lucy son sin duda lo mejor del libro, por su definido carácter, su peculiar personalidad, su moral, y sobre todo, su integridad. Al menos la de Lucy. Sara podría decirse que tiene una doble moral, para consigo misma y para con Lucy. Vincent sería el tercero en el rango de seres humanos, pero bastante abajo, los otros tres no pueden ni merecen considerarse como tales.

A parte de toda la parte surrealista y ficticia de la historia, sobre todo un final que ni James Bond podría imaginar, lo que más me ha gustado de toda la novela es lo cierta y cruel que es, ya que la verdad que relata Sara es y será siempre parte de este mundo. Capítulo a capítulo lees como la gente sin escrúpulos va trepando y avanzando en la vida a costa de la de los demás, y sin ni siquiera pararse a pensar si están haciendo daño a alguien, lo único que importa es subir en la cadena de mando y ganar dinero, mucho dinero. Mentiras, engaños, drogas, sexo, noches en vela, traiciones, lo que haga falta porque no te tachen de blando, de novato, de pardillo. Si quieres triunfar en la vida tienes que demostrarlo sea como sea. Y lo que diferencia a Lucy y a Sara del resto (aquí no sé si incluir del todo a Vincent o no), es que tienen sentimientos y humanidad, sabrán o no expresarlos, y lo harán de mejor o peor manera, pero a parte del dinero que necesitan para vivir, tienen muy claro que necesitan algo más, ya sea un padre, una madre, un novio o un simple entretenimiento como ir al parque.

Un thriller que, si le quitamos el prólogo y algunos detalles del final (que no de la resolución), sin duda merecería mis cinco estrellas.

Empecé el libro con muchas ganas y consiguió tenerme enganchada bastantes capítulos, hasta que la trama empezó a enredarse un poco y es que no terminaba de entender quién era quién y porqué tenían tanta importancia la dichosa anciana y su carta. Y cuando por fin parece que todo va a cobrar sentido y la historia va a llegar a su fin, ¡sorpresa! aún queda un tercio del libro para contarte una aventura mucho más caótica y enrevesada que la primera. Si tan solo hubiese terminado ahí este libro me habría conquistado.

Las críticas dicen que tiene suspense, cierto, y que habrá giros inolvidables, sin duda los hay, ¿pero eran necesarios tantos? El suspense por saber quién es la anciana y porqué está tan afectada en el funeral de Sir James mantiene al lector enganchado al libro. Si nombran al servicio secreto y a alguien de la realeza está claro que vas a querer saber que oscuro secreto se oculta en esa carta y ver quien tuvo un affaire con quién. Suspense, thriller y un toque de romance de fondo. Pues no, con Una carta olvidada nos encontramos con una novela romántica al más puro estilo Diana Gabaldon (sin Jamie) con un intento de ser Ian Fleming. Desastre total.

Y como soy una sentimental y la novela romántica me gusta le doy tres estrellas, aunque en realidad son dos y media. Los últimos diez capítulos se los podía haber ahorrado.

Admito que cuando vi la sinopsis y leí thriller psicológico dije, ¡esta es la mía! Y que cuando empecé a leerlo pensé, ¿pero yo por qué hago estas cosas? No entendía nada de lo que estaba leyendo, no sabía si estaban en el presente, en el pasado o si eran flashbacks, tampoco quién narraba la historia.

El comienzo de la historia es demasiado lenta y confusa, se centran demasiado en algunos detalles que en principio no aportan nada a la historia, al menos a mí lo único que me aportaban era una distracción. Que pensándolo bien a lo mejor eso es lo que pretendía la autora, no lo sé. Me resultaba aburrido y no entendía a Connie, aunque una parte de mí la admiraba, una mujer de armas tomar con las ideas muy claras, incluso con la cabeza demasiado amueblada para estar encerrada en un psiquiátrico. 

Necesité casi la mitad del libro para empezar a comprender que estaba narrado por dos personas y como se iba hilando la historia para darle sentido y engancharme de verdad a lo que estaba pasando con Connie. Si tardé casi mes y medio en leerme la primera mitad diré que necesité menos de una semana para terminar lo que quedaba.

Cuando por fin termina el libro todo cobra sentido, todo es coherente, y por eso me ha gustado tanto. Puede que el principio me confundiera pero toda la historia está muy bien hilada y tiene cambios de guión bastante sorprendentes. Aplaudo el estilo de Natalie Daniels y su habilidad para crear mujeres reales como Emma y Connie. Y para qué mentir, todos y cada uno de sus personajes trasmiten emociones y te hacen plantearte muchas cosas de tu vida y del mundo que te rodea. Bueno, casi todos.

Me preguntaron si me gustó el final y aún habiendo pasado unos días, no era capaz de escribir la reseña nada más terminarlo, no puedo contestar a esa pregunta. Pero si me ha gustado el libro, la respuesta es un rotundo sí, eso lo tengo muy claro.

Con un abuelo así ¿quién quiere vecinos con los que pelearse? Napoleón no es el típico vejete adorable y cascarrabias de la familia, es maleducado, insoportable y egoísta. Odia y humilla a su hijo constantemente y pone a su nieto en contra de su propio padre, insultándole si hace falta. No soy capaz de comprender la intención del autor al crear este personaje, porque el mensaje que lanza al principio del libro, predecible a más no poder, ni lo justifica ni lo defiende.

Ver como se acerca el final de tus días no es razón para apartar de ti a los que más te quieren, aunque tú no les quieras a ellos. Si tu hijo no ha salido a tu imagen y semejanza y no quiere seguir tus pasos, no es razón para hacerle la vida imposible y humillarle delante de todos. Haber tenido un pasado como boxeador no te da derecho a insultar y a pegar a cualquiera que no esté de acuerdo contigo. No, este hombre no es digno de todo lo que tiene ni del nieto que le han dado.

La historia es cruel de principio a fin, tanto para el lector (que sabe lo que va a pasar) como para los personajes, bueno, menos para Napoleón. Josephine es la mujer a la que deja sola después de 50 años de matrimonio. Punto es un perro al que decide adoptar aunque sabe que no va a poder estar con él. Leo (o Coco, como decide llamarle porque le sale de ahí) es el nieto al que engaña, manipula y le obliga a no ser como es. Vamos, una joya de persona a la que no aguanta nadie, a excepción de su nuera, que parece un jarrón con flores envuelta en un manto etéreo y onírico (absurdo).

Nada, no ha habido nada que me haya gustado de esta historia, ni trama, ni desarrollo, ni personajes. No he podido empatizar con ninguno de ellos ni verle sentido a su evolución.

Julia tiene trece años y un secreto que ni sus padres conocen, puede transformarse en gata y comunicarse con otros animales. Con la muerte de su abuela, de quien hereda ese don, sus padres deciden mudarse a la vieja casa familiar y Julia tendrá que hacer nuevos amigos, pero no tardará demasiado gracias a un antiguo compañero. Iván y Julia no tardan en congeniar y deciden unir sus fuerzas cuando Flecha, el perro de Iván desaparece.

Aunque lleve la etiqueta de juvenil es, sin duda alguna, una entretenida historia infantil con unas preciosas y sencillas ilustraciones, lo que no quita que cualquier persona pueda leerla y disfrutarla.

Me ha sorprendido gratamente ver como Julia y Leia, su alter ego, llevan una vida \»normal\» en pleno centro de la capital, nada más y nada menos que en el Madrid de los Austrias. Y mientras nos enseñan pasadizos secretos y callejuelas deciden volver loco al vecindario gatuno para encontrar a unos perros robados que están usando en peleas clandestinas. Cada capítulo es una pequeña aventura y a la vez el diario de una adolescente con los problemas típicos de cualquier colegiala. Una mezcla de detectives y de  gatos guerreros con su toque de romance, apto para todos los públicos.

Divertida, tierna y fácil de leer. ¿Sencilla? Bastante.

Lucía y Julián son una pareja peculiar, ella es pura alegría y está llena de pensamientos positivos, para él, sin embargo, todo puede ser peligroso o tener un aire negativo. Son como el yin y el yang, se complementan y juntos forman una unión perfecta. Pero algo les hace cambiar el ritmo de su rutina y se verán envueltos en un viaje a un lugar totalmente desconocido para Julián y uno muy especial para Lucía.

La historia de esta pareja es bastante sencilla y muy emocional. De lectura fácil y amena, aunque he tenido que buscar alguna que otra palabra en el diccionario. El estilo de escritura tiene algo de poético y fantasioso pero la historia es completamente realista y con una ciudad más que conocida por cualquier lector, aunque yo, siendo madrileña debo admitir que la manera de describirla es tan precisa pero a la vez tan general que no necesitas vivir aquí para imaginar esas calles.

Desde el comienzo tenía claro que no le iba a dar las cinco estrellas por la actitud y personalidad de Julián, no soy capaz de entender como una persona puede crecer con la persona que ama y aún así seguir siendo infeliz. Las cuatro estrellas estaban también muy seguras hasta que llegué al capítulo veintiocho y pensé que mi edición tenía una errata y faltaba un capítulo, pero no, era así y yo sentía que me había perdido algo, parte de la historia se había evaporado y no en mi mente nada tenía sentido. ¿Lo peor? Llegar al último capítulo y ver que ese «algo» seguía sin aparecer, había llegado al final de la historia y sentía que estaba terminando un manga shoujo sin saber si los bordes estaban pintados de blanco o de negro, si habría una continuación o todo debía terminar en mi cabeza. Odio esa sensación. Por eso solo puedo darle tres estrellas.

Adoro a Lucía, a lo mejor es un poco cabeza loca pero es el tipo de persona que todos queremos tener como amigo. Con los pies en la tierra, que sabe apreciar las cosas buenas de la vida, que no hace un drama de todo y que tiene el don de la palabra y de llevarse bien con casi todo el mundo, pero sin ser la típica chica popular del instituto a la que odias y envidias a partes iguales. Julián sin embargo… No puedo con esa personalidad blanda, débil y con falta de maduración y seguridad, que con quince años puede ser normal pero con treinta ya da un poco de grima.

Nada más empezar a leerlo vi que iba a ser diferente, raro, muy raro, y no me equivocaba. Es Albert Espinosa en todo su esplendor.

Una idea que no es original pero sí lo es, ¿cuántos de nosotros no hemos pensado eso alguna vez? Tal vez no matar a alguien a sangre fría o con un elaborado plan pero sí tener necesidad de venganza, de sentir odio por alguna persona que nos ha traicionado o herido de alguna manera. Y es que eso es normal. Es humano. Y por eso es tan sencillo leer como Rosana y su robot asignado, Troy, hablan de la vida que fue, la vida que tenemos ahora y la que puede que lleguemos a tener si la tecnología sigue avanzando como lo está haciendo.

No puedo dejar de pensar que es una crítica a la sociedad cruel e informatizada en la que vivimos, coches sin conductor, escudos de protección, telecomunicaciones, viajes espaciales… pero a la vez un grito de socorro para que podamos hacer algo por mejorarla y no perder lo que nos ha hecho ser lo que somos. Las charlas con los amigos, las lecciones de los padres, las risas, la lectura, educar y querer a una mascota, tener tu propia familia… Lo que viene siendo convivir. Tantas cosas importantes a las que no les damos importancia y poco a poco se van perdiendo.

Es un cuento maravilloso, mágico y cruel, bello y triste. Es pura poesía centrada en Barcelona y en Sant Jordi, para mí el Día del libro. Y eso es lo que me ha hecho quitarle una estrella, el excesivo apego y el marcado énfasis hacia su ciudad natal y todo lo que le rodea. Es lógico amar tu ciudad pero no creo que en esta historia tenga que tener tanto peso como el que el autor le da, mencionando sus propios libros, a su equipo de fútbol o hablando de Las Ramblas en cada capítulo.

Siento decir que me ha parecido un libro que no tiene ni pies ni cabeza en ningún momento, y que además trata de mezclar todos los géneros habidos y por haber sin ningún sentido o cadencia lógica. Romántica, ciencia ficción, espionaje con un libro de psicología o informática. Es tratar de hacer una receta y ver que sale.

El único personaje que me ha simpatizado ha sido el gato, y porque parece ser el único que vive una vida normal y tiene las ideas claras. Todos los demás personajes no saben lo que quieren y juegan con los sentimientos de la gente que les rodea como si fueran pelotas de tenis. Por no decir que la empresa y las clases sociales que se representan no tienen base alguna, ni se sostienen ni se empatiza con ninguna de las personas que salen en el libro.

La protagonista quiere demostrar que es capaz de encontrar a su pareja ideal con una aplicación para el móvil basándose en sus defectos, hasta ahí todo bien y con cierta originalidad. Hasta que empezamos a leer y vemos que roba los datos de todos los empleados de su empresa para conseguirlo. Encima pringa al pobre informático al que no para de llamar friki y menospreciar porque es diferente. Y para colmo se liga al jefe jefazo y no para de pensar en todos sus ex cada vez que está con él. ¿Hola? ¿Qué clase de mente retorcida es esa?

Y hasta aquí la parte normal, luego saltamos a la parte del espionaje y el contra espionaje con un gay divino, una bibliotecaria en silla de ruedas, una chismosa envidiosa, una geek con acné y una suegra malvada y cruel igualita a la madrastra de Cenicienta. OMG. Creo que están todos los estereotipos y clichés que existen en menos de 500 páginas.

Este libro, o cuento, contiene veinte historias totalmente diferentes que van desde lo más emocional y tierno hasta lo más absurdo y grotesco. Algunas las calificaría hasta de aterradoras de lo veraces que pueden llegar a ser y lo surrealista de la idea (o de la realidad), con este hombre nunca sabes si lo que lees es realidad o ficción.

Según vas leyendo te vas dando cuenta que a pesar de sus diferencias y de sus finales a todas les une algo (o alguien), y si has leído más libros del autor hasta lo reconoces. Eso es algo que me encanta de Albert Espinosa, que nunca deja de ser él. Pero he de admitir que esta vez me ha sorprendido, y mucho, porque algunas de sus historias son crueles, y además a mí me han resultado desagradables, pero el mundo es así y es como nos lo muestra.

Por supuesto remarcar que me ha encantado volver a recordar viejos libros y colores y me ha sorprendido el cambio de este nuevo libro, sobre todo en el vocabulario.

Finales que merecen ser contados, contados y leídos pero… Yo me pregunto ¿Hasta que punto alguno de ellos lo merece realmente? Y ¿Por qué? Porque todos merecemos un final sería mi respuesta, y la de muchos otros, pero alguno de estos personajes no merecen ni mi atención ni mi empatía. Y me duele.

La segunda parte del título, Lo que perdimos en el fuego, renacerá en las cenizas es algo que todo el mundo anhela. El pensar que siempre hay esperanza, que todo en esta vida tiene solución, pensar en el karma, o como decían nuestros abuelos, A cada cerdo le llega su San Martín. Y eso es bonito y a la vez triste. De nuevo sentimos a Albert.

Elena es tonta. Esa es la única conclusión a la que he llegado después de terminar el libro. No, en serio, he intentado empatizar con ella, entenderla y no he sido capaz. No es la típica protagonista insufrible pero va de víctima todo el rato y juzgando a los demás, cuando se supone que la moraleja de este libro es que no tengamos prejuicios y que seamos nosotros mismos. Bien, ella no lo es.

No es lo que esperaba la verdad, la infidelidad de Alberto sale a escena en la primera página y necesitas más de la mitad del libro para saber algo. Y es que pasan demasiadas cosas, todos los personajes parecen tener el mismo protagonismo y todas sus historias son igual de importantes. Elena es la narradora sí, pero su manera de ver la vida y a la gente que le rodea me parece la de una chica que no tiene ni idea de lo que quiere y presume de no tener prejuicios cuando lo único que hace es ir dando pena, criticando y hablando de cosas que no sabe. Sorry, I’m not sorry. A lo mejor es que mi vida ha sido completamente diferente a la suya y por eso no la entiendo pero Alberto merece más protagonismo y respeto del que recibe. 

Todo son clichés, ideas preconcebidas y malos entendidos que se supone deberían mezclarse entre ellos y generar un hilo conductor y un argumento solido para Elena (y quien lo lee) y no lo hace. O como ya he dicho, conmigo no lo consigue. Son historias sueltas de un grupo de treintañeros con vidas totalmente opuestas que no tienen nada de especial ni me aportan valor ni me enseñan a encontrarme a mí misma.

¿Alguna vez te has sentido solo a pesar de estar rodeado de gente? ¿Tan diferente como un gato en un mundo de perros? Así es como se siente Rin. Sólo en su pequeño mundo, incomprendido por la mayoría de los habitantes del planeta en el que le ha tocado vivir. Pero ya se ha acostumbrado, más o menos, y convive con ello, hasta que un torbellino de energía y color llamado Via irrumpe en su mundo y trastoca toda su rutina y tranquilidad.

Sabía por pequeñas sinopsis que había ido leyendo que Rin era un niño diferente, uno de esos tantos que padece el síndrome de Asperger, uno que tiene problemas para socializar y expresar sus emociones. Y como yo tampoco soy la reina de la sociabilidad sentía mucha curiosidad por esta historia. Además mientras leía no podía evitar pensar en La lección de August o en Frankenstein, libros que también hablan del rechazo a lo diferente, obviamente sé que no es lo mismo ya que Rin es un chico «normal», no tiene ninguna deformidad que a simple vista cause rechazo, y aún así lo causa.
La historia de estos dos seres tan distintos, pero a la vez tan iguales, me ha conquistado de principio a fin, se puede ser un gato en un mundo de perros y hasta tener a un ratón como amigo, aunque admito que Via algunas veces me sacaba de quicio, y al igual que su amiga Anna, consideraba que era bastante egoísta. Y digo era, en pasado, porque ella misma se da cuenta de lo que eso ha ocasionado y trata de arreglarlo. Pero no se hace pesado porque su historia y la de Rin se van alternando, en cada capítulo vemos un punto de vista distinto y también nos encontramos con una cita nada más empezar que nos ayudará a saber que va a pasar y cual será la moraleja a sacar. Aunque algunas veces las citas o las moralejas de las que hablaban se escapaban a mi comprensión, las veía demasiado profundas y con más trasfondo del que mi pobre mente mortal puede soportar. Ese es uno de los puntos negativos que he encontrado. A veces menos es más.
Instant Karma no es solo la historia de Rin y Via, también lo es de Anna, de Karma, de León y de un largo etcétera. Y al igual que adoro a Rin y empatizo en cierto modo con Via, también entiendo a Anna y a Karma, pero ellas no me simpatizan, Anna ni un poquito, es mala y envidiosa, aunque a Karma he llegado a aceptarla. León es todo lo contrario, es adorable, es el típico amigo que todos quisiéramos tener, sabes que podrás contar con él en cualquier momento porque estará ahí para lo bueno y para lo malo. Via sin embargo es un caso a parte, y si me pongo a comparar ya desde la primera página ella sería la «rara» y Rin sería el «normal». Su forma de vestir, su obsesión con no hacer enfadar a su karma, la importancia de los amuletos y el mundo esotérico, el pensar siempre en uno mismo y actuar sin tener en cuenta las consecuencias… Todo hace de ella un personaje poco común, y a veces un poquito cargante (aunque es parte de su encanto). Y luego está Rin, quien no teme puede decir mentiras, quien no entiende el sarcasmo ni comprende los chistes, alguien que tiene que seguir una rutina y no puede salirse de ella. Es el blanco de todas las burlas, y todo por ser  diferente. Pero Rin encuentra en Via una puerta abierta a un nuevo mundo en el que no es necesario cambiar para gustarle a la gente y ser como esperan que seas, en ese mundo donde los cactus conviven con erizos  y las rosas no tienen que ocultar o deshacerse de sus espinas para gustar a los que con ella conviven, porque, después de todo, allí todos pinchan.

Y creo que eso es por lo que me ha gustado tanto esta historia, porque yo soy un Rin que espera a su Via, pero su karma debe estar martirizándola y por eso se retrasa 😉