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Matibascorner

España

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Libros y reseñas

La hija de la española

Karina Sainz Borgo

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Valoración: ★★★★★

PROMESAS INCUMPLIDAS

Lo que ha conseguido la periodista y escritora venezolana, Karina Sainz Borgo, con su primera novela, es algo realmente espectacular: En la feria del libro de Frankfurt nada menos que 22 países compraron la novela, publicada en España por Lumen, una editorial que cuida mucho su selección literaria y que es garantía de gran calidad.
Reconozco que muchas veces el éxito abrumador de una novela me provoca cierta desconfianza, algo que en esta ocasión se vio superado por la gran curiosidad por conocer una historia situada en Venezuela, en una línea temporal que muestra lo que este país fue y en lo que se convirtió poco a poco hasta llegar a la situación actual.
Adelaida Falcón, una maestra caraqueña, fallece tras una larga enfermedad. Su hija Adelaida, de treinta y ocho años, no tiene a nadie y vive en una ciudad donde la violencia marca el ritmo diario de la existencia. Poco tiempo después del entierro, encuentra su casa tomada por un grupo de mujeres a las órdenes de la Mariscala. Llama a la puerta de su vecina sin hallar respuesta: Aurora Peralta, a quien todos llaman «la hija de la española», ha muerto. En la mesa del salón, una carta le comunica la concesión del pasaporte español: un salvoconducto para huir del infierno.
Esta breve sinopsis tiene detrás una historia relatada con mucha fuerza, con el rigor de una investigación periodística y una documentación de todo lo relatado a la hora de describir las torturas, ocupaciones de viviendas, la miseria de la población, la inexistente sanidad, el miedo, la pobreza, el hambre… El infierno en Caracas. Un infierno del que Adelaida quiere y puede salir, un país al que ya no reconoce y que describe a su madre recién fallecida: «Mientras agonizabas, el país enloqueció. Para vivir tuvimos que hacer cosas que jamás imaginamos que llegaríamos a hacer: predar o callar, saltar al cuello de alguien más o mirar hacia otro lado.
Me tranquiliza que no vivas para verlo. Y si ahora me llamo de otra forma no es porque haya querido abandonar el país que tu nombre y el mío formaban. Si lo hice, mamá, fue porque me pudo el miedo.» (pág. 183)
Adelaida va mostrando al lector un país que se hunde, el miedo en las calles, incluso en su propia casa, donde parece que las paredes oyen, donde no se puede confiar en nadie: Aquellos que conocías quizá estén ahora en las calles sembrando el terror, siendo cómplices de torturas, mirando hacia otro lado por un saco de harina, denunciando a algún vecino.
«Abrí la ventana y me asomé a nuestra calle sin árboles, rastreando en la humareda de muerte el olor de ese pan de maíz. Cerré los ojos e inspiré con fuerza las sobras de una biografía hecha a palos. La vida fue aquello que pasó. Aquello que hicimos y nos hicieron. La bandeja donde nos abrieron por la mitad como un pan a punto de crecer».
«Prometieron. Que nunca nadie más robaría, que todo sería para el pueblo, que cada quien tendría la casa de sus sueños, que nada malo volvería a ocurrir. Prometieron hasta hartarse. Las plegarias no atendidas se descompusieron al calor del resentimiento que las alimentaba. Nada de cuanto ocurría era responsabilidad de los Hijos de la Revolución. Si las panaderías estaban vacías, el culpable era el panadero».

Encontramos en Karina Sainz Borgo una escritora que maneja con rigor los hechos que describe, pero que consigue transmitirlos dándonos un pellizco en el pecho, a través de una serie de personajes femeninos, en uno y otro lado, muy bien construidos, verosímiles, coherentes. He disfrutado muchísimo de una historia magníficamente narrada, con sutileza, con esa capacidad de contar tantas cosas al lector con unas pinceladas breves pero acertadas de los hechos, o a través de los pensamientos de la protagonista, que nos cuenta su historia de miedo y desesperanza en primera persona, su sensación de rechazo al país que la vio nacer y al que apenas reconoce. 
En los tiempos que corren y con el panorama actual, se hace imprescindible una lectura como La hija de la española.
Se nota que Karina ha vivido lo que relata en sus carnes. En una entrevista reciente cuenta: «Sentí que cada día podía volver menos, veía mi país más canibalizado y excluyente. Viví el proceso en primera línea por mi familia. Fui por última vez a Caracas justo antes de que muriera Chávez, hace seis años, en 2013».
«La diáspora fue tremenda. Unos por motivos económicos, muchos perseguidos, entre ellos mis jefes, buscados por el SEBIN».

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Tarta de almendras con amor

Ángela Vallvey

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Valoración: ★★★

UNA HISTORIA ENTRE FOGONES

Cuando llegó este libro a mis manos, la única referencia que tenía de su autora, Ángela Vallvey era su novela Los estados carenciales, que leí el año de su publicación, nada menos que en 2002, pero recordaba que me había dejado con buen sabor de boca.
Los temas principales de esta novela son lo suficientemente atractivos como para acercarse a ella: acoso escolar, falta de autoestima o relación tóxica con la comida. Todo ello situado en el mundo adolescente, que es cuando este tipo de problemas se acentúan y pueden desembocar en problemas graves.
La protagonista absoluta es Fiona, una adolescente de 17 años que, fallecida su madre, tiene que ocuparse de su padre ella sola. Pero ella no sabe cocinar, así que los precocinados y la comida basura están presentes a diario en su casa.
Gracias a su tutora, conocerá a Mirna, una mujer de arrolladora personalidad que me ha encantado, que conectará muy bien con Fiona y le enseñará recetas saludables para el cuerpo y el alma, algo dolorida a causa de su enamoramiento no correspondido. El libro está lleno de recetas, no puestas como tal, si no intercaladas en la narración, pero explicadas de tal forma que podríamos hacerlas perfectamente.

«Creo que lo mejor de la vida es tener amigos, pero me gustaría que mis amigos fuesen mágicos. Capaces de ayudarme a encontrar las soluciones que no puedo hallar yo misma». (pág. 155)

«Están asilvestradas. Son malas. Me van a arrear… Y yo soy una imbécil que no sabe defenderse. Me gustaría poder hacerlo, pero hay algo que no soy capaz de sacar de dentro de mí: no encuentro la rabia para devolver un puñetazo». (pág. 187)

«Tenemos una confitura muy distinta de la mermelada a la que tú estás acostumbrada. Es un poquito amarga, pero te encantará. Te advierto que no puedes abusar de ella porque no necesitas demasiado dulce en tu vida. El dulce, déjalo para los sentimientos, en la mesa no abuses de él hasta que no vuelvas a caber en una talla XXXL». (págs. 252-253)

La autora quiere concienciar a través de Fiona sobre la importancia de una alimentación saludable, así que además de enseñarnos la transformación de la protagonista a través de su cambio de hábitos culinarios, invita al lector a meterse en la cocina, buscar recetas sencillas que cualquiera puede hacer y que nos sirvan para escapar de las opciones fáciles de las comidas preparadas.
La novela se lee con facilidad, una vez pasado el primer tercio, en el que el ritmo narrativo es realmente lento, tanto que reconozco que creí que iba a dejarla a un lado.
La historia de Fiona no pasará a mi lista de lecturas recomendadas, pero no quiero quitar el mérito a la autora, que toca temas que sí me parecen importantes, y explica el vínculo tóxico que tenemos con la comida ¿quién no se ha pegado un atracón en momentos de estrés, de desamor…? ¿Quién no ha sentido la presión social de tener que entrar en una talla determinada? No hemos de empacharnos cuando no nos sentimos bien ni agobiarnos por no comer al mirarnos en el espejo y no ver un cuerpo como los que nos enseñan en los anuncios, en las películas, en las revistas.
La autora recomienda en el apéndice la lectura de Saber comer: 64 reglas básicas para aprender a comer bien (Debate, 2012) y Bueno para comer (Alianza Editorial, 2011)

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El baile de las luciérnagas

Kristin Hannah

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Valoración: ★★★★★

La belleza de la amistad incondicional

 

Hacía mucho, mucho tiempo que no terminaba un libro con la sensación que me ha producido El baile de las luciérnagas, sus cien últimas páginas son de una intensidad tremenda y no pude evitar las lágrimas, la emoción. El recorrido hasta aquí de la mano de Kristin Hannah, que nos cuenta la historia de dos amigas, está tan bien trazado, que al terminar el libro Kate y Tully ya forman parte del lector, que logra imaginarlas a la perfección porque son dos personas muy bien descritas por la autora, y tan de verdad que es imposible no sentirse atrapado por su historia y su vida.

La sinopsis resume un recorrido que llevará a las dos protagonistas de la adolescencia a la vida adulta, de la mano, siempre mostrando la solidez de una amistad incondicional, de esas que es tan difícil encontrar o que incluso no encontraremos en toda una vida. Es una novela de mujeres, de personalidades muy marcadas y muy femenina.
Kate y Tully no pueden ser más distintas y no pueden tener un entorno familiar más diferente. Quizá por eso, porque se complementan, logran estar tan unidas tanto tiempo. Tully llega al pequeño pueblo en el que vive Kate, donde enseguida se convierte en una chica muy popular, guapa, segura de sí misma, estilosa…

«Tully Hart era diferente de una manera atrevida, guay; de alguna manera brillaba más que el resto en los pasillos de verde desvaído. No tenía hora de llegada a casa y le daba igual si la pillaban fumando en el bosque de detrás del instituto«. (pág. 37)

Kate sin embargo siente que no encaja en el ambiente del instituto, se siente insegura, temerosa y admira a Tully, quiere se como ella. Cuando Tully la elige, cuando le dice que quiere ser su amiga, todo cambia para ella.

«Aún era de noche cuando sonó el despertador de Kate Mularkey. Gimió y se quedó mirando el techo abuhardillado. La idea de ir a clase la ponía enferma.
Por lo que le atañía a ella, octavo curso era un auténtico asco; 1974 había resultado ser un año vomitivo, un desierto social.» (pág. 30)

Estudiarán juntas, se lo contarán todo e incluso irán juntas a la universidad, pero entonces irán por caminos diferentes. Tully apostará por ser la mejor en su profesión y Kate por tener la mejor de las familias.
Viviremos las jornadas sin fin de ambas, una trabajando sin descanso en la televisión, la otra dedicándose en cuerpo y alma a su familia a la que adora y en ocasiones, como nos pasa a todas las madres, pensando que quizá se esté perdiendo algo ahí afuera, pero sintiendo que lo mejor que tiene son esos hijos con los que no siempre es fácil el día a día. Es muy fácil empatizar con Kate siendo madre, sus miedos, dudas, problemas, son los de cualquier madre en cualquier lugar. Y aunque Tully no es el tipo de mujer que yo sería, viviendo para su trabajo, su tenacidad, su amistad incondicional y su enorme valía me han conquistado como lectora. Son dos mujeres maravillosas, con un corazón inmenso y una historia en la que no cuesta ningún trabajo sumergirse y vivirla como si se estuviera allí, porque es perfectamente verosímil.

«Kate notó la brisa en la cabeza desnuda, rozándole las orejas, llenándole los ojos de lágrimas. Olía las coníferas y la tierra espesa y negra. Echó la cabeza atrás y rio. Por un momento, un instante tan solo, volvía a ser niña y estaba en Firefly Lane con su mejor amiga, convencida de que podía volar.
Cuando terminó la bajada y estuvieron en la playa, abrió los ojos y miró a Tully. Aquel momento, con la sonrisa de su amiga llena de ternura, le recordó todo sobre las dos. La lus de las estrellas era como luciérnagas cayendo a su alrededor». (pag. 580)

No puedo contaros mucho más sin estropearos la lectura y no querría hacerlo. Os invito desde aquí a conocer la historia de Kate y Tully, estoy segura de que os emocionará, de que ambas os conquistarán y quizá, como me ocurrió a mí, la emoción se apodere de vosotros, se os encoja el corazón y broten las lágrimas cuando se acerca el final.

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Mi nombre era Eileen

Varios autores

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Valoración: ★★★★

Una inquietante novela, con un ambiente sórdido y una protagonista muy peculiar

La Navidad ofrece muy poco a Eileen Dunlop, una chica modesta y perturbada atrapada entre su papel de cuidadora de un padre alcohólico y su empleo administrativo en Moorehead, un correccional de menores cargado de horrores cotidianos. Eileen templa sus tristes días con fantasías perversas y sueña con huir a una gran ciudad. Mientras tanto, llena sus noches con pequeños hurtos en la tienda local, espiando a Randy, un ingenuo y musculoso guardia del reformatorio, y limpiando los desastres que su padre deja en casa.
Cuando la brillante, guapa y alegre Rebecca Saint John hace su aparición como nueva directora educativa de Moorehead, Eileen es incapaz de resistirse a esa milagrosa e incipiente amistad. Pero en un giro digno de Hitchcock, el cariño de Eileen por Rebecca la convierte en cómplice de un crimen.
Esta es la sinopsis de la novela que la editorial nos ofrece en la contraportada. La primera de Otessa Moshfegh, una escritora norteamericana que comenzó escribiendo relatos en reconocidas revistas como Paris Review o New Yorker.
La autora crea un personaje que resulta incómodo al lector, una mujer de 24 años muy extraña, que vive con su padre alcohólico en una casa desordenada y sucia, que esconde su cuerpo, que a la vez la obsesiona, usa la ropa de su madre recientemente fallecida, acude al trabajo y se hace invisible entre sus compañeras. Eileen está llena de carencias afectivas, de inseguridades. Quiere escapar de ese ambiente opresor, de esa cotidianidad que cada día le resulta más repulsiva, pero no se decide, no encuentra el momento, el modo.

«Yo era adulta, lo sabía. No tenía que llegar a ninguna hora determinada. En aquella casa no había reglas oficiales, tan solo las arbitrarias rabietas de mi padre, y en cuanto comenzaban solo se relajaba si yo consentía en someterme a cualquier castigo estrafalario y humillante que se le ocurriera. Me vetaba entrar en la cocina, me ordenaba que fuera andando a Lardner’s y volviera en medio de la lluvia

Cuando Rebecca aparece en su vida, Eileen de repente siente que ya no es invisible, que alguien le habla, se preocupa por ella ¿o se trata de una relación interesada? Eileen no lo sabe, el lector lo irá descubriendo con ella a través de su narración en primera persona de forma directa, a veces muy dura.

Otessa Moshfegh logra un personaje muy sólido, extraño y sórdido pero creíble, con pensamientos y actos que siguen una línea muy coherente. El lector puede imaginar perfectamente el mundo interior y el entorno de Eileen, aunque son realmente opresores. En esto me ha parecido que la autora destaca de un modo muy notable, en la creación de ese ambiente angustioso, denso, desagradable, sucio, miserable… ¿Cómo no va a querer huir de él? Mientras leemos su historia pensaremos, corre, Eileen, huye lejos.

«En mis horas más bajas, imaginaba que la extraía de debajo del cuerpo dormido de mi padre y apretaba el gatillo. Apuntaba directamente a la parte posterior de mi cráneo y me desplomaba sobre él mientras la sangre y los sesos se desparramaban por su pecho frío y plácido. Pero, incluso en mis horas más bajas, la idea de que alguien examinara mi cadáver desnudo bastaba para mantenerme con vida. Hasta ese punto me avergonzaba mi cuerpo

Mientras leía la novela tuve sentimientos encontrados, quise dejarla a ratos, hubo párrafos, situaciones desagradables, y quise seguir, conocer mejor a Eileen, tenía curiosidad por saber a dónde nos llevaría la autora, por qué derroteros seguiría con el personaje. Una lectura que estoy segura de que no dejará indiferente a los que se animen con ella, para bien o para mal, es un libro de los que dejan huella.

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La tierra del sol poniente

Barbara Wood

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Valoración: ★★★★

Landscape en el Oeste americano

Tengo que decir que si buscáis una novela romántica quizá os decepcione esta lectura. Aunque la propia editorial resalta las relaciones personales, que además tienen un gran peso en la trama, La tierra del sol poniente es mucho más que la historia de Elizabeth y Nigel, porque el lector se sumergirá en el ambiente americano de los años 20, un día a día que nada tiene que ver con las películas que en aquel entonces se rodaban, con indios llenos de plumas cabalgando y disparando flechas a los vaqueros que querían conquistar estas tierras.
La novela en mi opinión encajaría más en el estilo landscape, pues realmente el ambiente y el paisaje de Palm Springs lo llenan todo, impresionando profundamente Elizabeth, que disfrutará recorriendo el desierto, asomándose a los acantilados, contemplando las noches estrelladas y tratando de descifrar los numerosos petroglifos dejados por los primeros pobladores.
«Las granjas, los jardines y los oasis del valle estaban regados por manantiales subterráneos. Algunos de los arroyos afloraban a la superficie, calientes, humeantes y rebosantes de poderosa medicina que el hombre blanco llamaba «minerales». Los indios bebían el agua sagrada y también se bañaban en ella. Hacía mucho tiempo, el clan local construyó una pequeña choza de madera sobre las fuentes termales a fin de realizar purificaciones sagradas, física y espiritualmente. Era, además, un momento para conectar con el pasado y la cultura propios». (pág 452)
La imagen que tenemos de Palm Springs hoy choca muchísimo con la que se nos da en la novela, ese lugar inhóspito, con un calor abrasador en verano, una pequeña colonia de hombres y mujeres blancos conviviendo pacíficamente con los indios de la vecina reserva. La vida cotidiana de ambos, las relaciones entre ellos, el papel de los líderes, de los grupos… Realmente nos metemos de lleno en la historia y en el lugar en la que transcurre.

Nigel, el esposo de Elizabeth, quiere ser el amo y señor de estas tierras, tiene una ambición desmedida y ciega, nada ni nadie le importan. De hecho Elizabeth para él representa el dinero de su padre que podrá gastar. Pasa por encima de quien sea para lograr sus objetivos, es un tirano con los trabajadores y vecinos y no ve más allá de su objetivo.
Pero su mujer está muy lejos de ser una sumisa e ignorante señorita de ciudad. Es fuerte, tiene principios, ama esa tierra que la acoge, quiere que se respete a sus habitantes y a la propia naturaleza que cada día la sorprende con sus colores, así que tratará de impedir que Nigel lo destroce todo.
«No necesito que un tercero interceda por mí. Quiero aprender a valerme por mí misma. Quiero hacer algo, madre. Quiero dejar huella en el mundo, dejar mi marca. No quiero pasar por la vida como la señora de fulanito o menganito y abandonar este mundo con solo mis hijos como prueba de que pasé por aquí. Quiero algo que no tenga que ver conmigo. Y el primer paso para lograr ese objetivo es controlar mi propio dinero». (pág. 286)
Conseguirá aliarse con las mujeres del pueblo, y a través de ella conoceremos la realidad de la mujer en aquella época, una mujer que no era nadie sin su marido, sin capacidad de decisión ni siquiera sobre su propio cuerpo, ya que había nacido para ser madre y ni tan siquiera cuestionárselo.
Nigel por su parte, hace negocios con algunas estrellas de Hollywood de la época, el momento de la transición entre el cine mudo y el sonoro, presumiendo ante ellos de sus propiedades, sus carísimos coches, sus trajes a medida…

Varios personajes secundarios, como el vaquero Cody, la india Luisa o la actriz Zora DuBois y su marido Jack Lamont, aportan subtramas muy bien armadas y que resultan muy interesantes para tener una visión de conjunto de la sociedad del momento, tanto de los nativos americanos como de los colonos, y que no entorpecen la narración ni la dificultan en absoluto. La novela se lee con mucha facilidad, la tensión narrativa me ha parecido excelente y las seiscientas páginas no se hacen largas, que esto no sea motivo de no elegir esta novela.
Si os apetece conocer un poco más cómo era ese Oeste americano en los años 20, lejos del glamour de las grandes ciudades y saber cómo Palm Springs se ha ido convirtiendo en el destino de vacaciones y lujo que es hoy, os gustará La tierra del sol poniente.

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