Me atrajo el título: las palabras condesa y maldita son muy llamativas, así que leí la sinopsis y parecía una mezcla de historia y thriller con mucho apasionamiento.

Es la primera vez que leo un libro de esta autora. Por lo que veo, su estilo es pulcro, bien narrado, con mucho amor por la descripción detallista hasta la última floritura de la decoración y la más minúscula gota de sudor. Creo que es capaz de recrear un lugar y una atmósfera con maestría, aunque también se hace infinitamente lento. A veces parece una guía de museo más que una novela. Supongo que se notan las raíces periodísticas.

En cualquier caso, la historia se va desarrollando con misterio en torno a las motivaciones de un joven ruso para matar a quien era su amigo. La escena del crimen resulta impactante y las posteriores investigaciones van destapando secretos escabrosos. Se sucede una investigación con métodos de la época y con mucha afectación por parte del equipo investigador.

Luego pasamos a una etapa más biográfica de la muchacha que se convertiría en la condesa y en el sujeto de las pesquisas policiales, toda una femme fatale de nacimiento que afecta a los hombres como una sirena maldita. La historia remonta un poco, pero no demasiado. No sé por qué, pero no he podido conectar con un relato que es menos narrativo que impostado y pomposo. ¿Soy sólo yo la que se ha sentido así?

La vida de esta mujer es una telenovela sensacionalista. A ratos me hipnotizaba por el lujo decadente, la absoluta tragedia de su gusto por los hombres y la aparente estupidez con la que rige sus actos. El grueso de la novela se centra en sus desdichas y desmanes hasta el momento del acto vil del asesinato. Luego, con minuciosidad periodística, desgrana las consecuencias del delito para todos los implicados sin cejar nunca en el empecinamiento morboso por destacar el efecto que causaba esta mujer en el resto de los mortales. Me ha gustado que se incluyera un resumen de lo que les deparó a todos ellos tras la resolución del caso.

¿Alguien dijo thriller? Ni de lejos. A mi parecer, es parte angustia existencial, parte pavoneo de femme fatale ricachona y parte correlación de todos los acontecimientos históricos de la época. Resulta informativo el recuento de esos sucesos, también fascinan las costumbres disolutas o moralistas, pero en cuanto a la protagonista, retrata una sarta de locuras que los hombres cometen por ella o contra ella y de las necedades o sordidez que ella comete a su vez. Su vida tiene más enredos que la melena de Medusa.

Le doy una estrella por documentación histórica y por la recreación del ambiente y de la vida disoluta de la nobleza rusa. Añado una estrella por algunas escenas interesantes que llegan a provocar emoción y por darme a conocer esta figura. Aunque la condesa fue un hito y un fenómeno en su momento, influyendo en la sociedad a muchos niveles, no parece haber quedado poso hoy en día, aunque ha sido curioso saber de ella.

De las cinco estrellas, le quito el resto por el estilo en general soporífero y delirante, porque no me ha enganchado en absoluto a nivel literario y porque nos lo venden como thriller apasionante cuando no es ni lo primero ni lo segundo.

¿Puede un pulpo protagonizar una novela? ¡Vaya que sí!

Nada más leer la sinopsis de este libro, me sentí extrañamente motivada a leerlo. No es, en apariencia, de mi estilo, pero me produjo una enorme curiosidad que se tratara de una amistad entre un pulpo y la señora de la limpieza de un acuario. Además, él iba a ayudar a esta buena mujer. ¡Qué gracioso e inusual! Tenía que saber más.

Y me ha sorprendido, enternecido, estimulado y endulzado la vida durante unas horas preciosas.

Tiene comedia, por supuesto, también algo de maravilla que te hace pensar si podría ser posible algo así. Es agridulce porque te llena de calidez y buen humor, aunque al mismo tiempo trata de temas dolorosos como la pérdida de un ser querido, la falta de raíces, la desconexión familiar y social, y decisiones importantes en la tercera edad.

En conjunto, la historia parece imposible pero funciona inmejorablemente.

Por un lado, tenemos un reparto coral tierno y marcadamente real: la señora de la limpieza que debería jubilarse, el dueño de la tienda escocés que le hace ojitos, el club de amigas, el treintañero sin rumbo con la vida patas arriba. Entre todos, se teje una red de amistad, influencia, apoyo, malentendidos y cariño que te hace involucrarte en su día a día como si fuera tu propia familia. Como hilo conductor, el inteligente, audaz, perspicaz, aventurero, brillante pulpo que va a unir piezas de un misterio emocionante y profundamente conmovedor.

Son unas 400 páginas de novela contemporánea en un pequeño pueblo costero sobre las vidas de los lugareños, así que esto no es una carrera a contrarreloj en el sentido estricto de la narración, pero sí de la trama. Es verdad que yo tenía mucha prisa por leer porque la curiosidad me estaba carcomiendo, pero la historia se toma su tiempo en construir los ladrillos de cada personaje: sus circunstancias actuales, sus pensamientos espontáneos, sus acciones y, clave en el quid de la historia, el origen de sus penas y sus ambiciones.

Me ha gustado mucho, de verdad. Seguir las andanzas a lo bucanero semi Robin Hood del pulpo es una chanza que produce asombro, pensando en todo momento cómo sería ver al pulpo arrastrarse por el suelo en busca de misiones. Y su conexión con Torva, la señora de la limpieza, es una aventura tremenda que va desde el temor a este monstruo marino de 30 kilos hasta la sensación de que es un amigo al que no queremos perder. Preciosa relación, la que entablan. Me ha encantado conocer a esta mujer, a Cameron, a Ethan; incluso el pueblito de Sowell Bay con sus vecinos chismosos y su pasado oscuro. Un debut extraordinario que puede parecer sencillo, pero guarda un auténtico tesoro submarino en su interior, como una perla en su duro caparazón.

Cualquier novela inspirada en la vida y obra de Jane Austen va a atrapar mi atención. Esta historia en particular toma a la famosa autora en su etapa adolescente, casi al borde de la madurez, cuando su ingenio está efervescente y sin pulir, dedicado a obras paródicas en el seno de su familia.

Sin embargo, una crítica benevolente pero afilada hará reflexionar a la protagonista de esta novela de ficción sobre su verdadero potencial y perspectivas de futuro literario. En ese estado mental, el destino le pone en bandeja una estancia en su antigua escuela para dirigir una obra de teatro.

Con esta estimulante excusa y un estilo plácido, la autora nos sumerge en las intrigas, cotilleos y relaciones de alumnas, profesoras y lugareños.

Por un lado, Jane se pone a prueba a sí misma en cuanto a su corazón y su pluma, mientras que conoce los entresijos de las vidas de quienes la rodean. Lo que se desprende del texto es que estas pesquisas y situaciones se realizan siempre desde la discreción que imponen los modales, con un toque de curiosidad y perspicacia, en un entorno bucólico, escolar y social marcado por la etiqueta de clases.

Admito que lo que más he disfrutado es el enredo dramático de una de las profesoras quien, con mucha reticencia al principio, acaba compartiendo las confidencias de su corazón maltrecho con Jane. Sus cuitas son tan reminiscentes del tipo de novela que escribiría Austen y, al mismo tiempo, tan tiernas y dolorosas, que realmente han estimulado mi curiosidad.

Por otro lado, sirve también de gran entretenimiento que la propia heroína de la historia esté inmersa en otro misterio en cuanto a la identidad de cierto caballero. A lo que hay que sumarle las peripecias de algunas alumnas que lo pasan mal por diversas razones y el constante desvelo de la directora por mantener la escuela a flote. En varios momentos, veía reflejos de las obras de Jane Austen. Me ha gustado también que la narración detallada y hermosamente escrita mantenga un talante optimista, juguetón a veces sobre todo cuando pone de manifiesto el carácter de la protagonista cuando afronta su propia epifanía personal y literaria. Ha terminado con un broche perfecto en cuanto a los cabos sueltos y la misión particular de Jane.

¿Lo malo? No sé la razón, pero la autora está obsesionada con la palabra «emplazar» y la usa cada dos frases y yo he acabado con un tic en el ojo de puro empacho. Me gustaría regalarle una lista de alternativas para la dichosa palabrita. Ay, qué cansancio.

Me apetecía un romance de verano, así que esta novela me llamó rápidamente por su aire fresco y su portada calurosa. En balance, tiene una primera mitad lamentable y una segunda parte bastante aceptable porque gana en profundidad vital.

No voy a negar que está escrito con cierta solvencia, aunque en su mayor parte recuerda a un diario de adolescente, pero voy a repasar sus puntos fuertes y débiles.

Me he llevado un chasco nada más empezar porque los diálogos rebosan de jerga juvenil, a veces vulgar, y clichés hasta aburrir. Debo suponer que refleja la vida moderna y actual de la sociedad, sin un atisbo de glamour, salvo el insistente interés de la autora por la descripción de la ropa que portan sus personajes. Me ha parecido como si se trasladara Sexo en en Nueva York al patio de nuestra casa.  

Trata de un galán de playa amante del surf y una chica ambiciosa que escapa de la miseria de la isla en su reencuentro tras una separación de diez años. El contraste inicial es brutal. Ella es una urbanita hecha a base de tenacidad y muchos recuerdos enterrados, mientras que él es un espontáneo de la vida que vive día a día y se camela a las chicas sin mirar atrás. Se pasan media novela con otros y recordando su relación pasada en capítulos intercalados con el presente.

Esa primera parte para mí es un tostón, pero la segunda parte ya se adecenta, coge sentimiento y combina escenas paradisíacas de amor en la playa, emociones a flor de piel, hacer las paces con el pasado y aprender de los errores comprendiéndose a una misma por el camino. Me ha gustado todo lo que rodea a la ruptura, los paisajes de la isla de Fuerteventura y lo que conlleva volver a las raíces con sus consecuencias agridulces.

La chica tiene una lucha interna muy intensa debido a su deseo de hacerse a sí misma y ser libre, por lo que tiene que sacrificar su felicidad con el gran amor de su vida. Son incompatibles totalmente excepto en el amor que se profesan. En ese sentido, es realista. Los sentimientos de la gente real son duales, nos llevan en direcciones opuestas y no sabemos elegir porque siempre se pierde algo por el camino. ¿Seguir tu corazón? Se hace difícil cuando te pide cosas contrapuestas.

En resumen, una lectura muy ligera con hincapié en el surf, la complejidad del amor y las decisiones que alteran el curso de la vida.

¿Qué acabo de leer? Esta novela es como una planta de lento crecimiento, pero cuando florece es una planta carnívora y te devora la mente.

Empieza como acaba. Con una nota siniestra. A la que sigue un shock tras otro como tremores de un terremoto que nos deja sacudidos al final. Tan solo con el personaje principal ya sufrimos un auténtico vuelco de interpretación nada más conocerlo. Y su inmersión poco voluntaria en un pueblo maldito de leyendas de piras humanas y un aire bucólico más tirando al ostracismo que al encanto, resulta como mínimo claustrofóbica.

El nuevo vicario del pueblo de Chapel Croft se instala en la destartalada casa junto a la cochambrosa capilla donde más de una tragedia ha acontecido. Su hija quinceañera, Flo, se aventura por bosque y pueblo en busca de fotos que revelar en su cámara tradicional.

Con un estilo televisivo y sucinto, no ausente de humor negro y muchas sombras psicológicas, la trama se va desenrollando sobre varios pilares. Una atmósfera desapacible, el misterio a tres capas en épocas distintas y el amor familiar que llena de angustia a un progenitor en su lucha por salvaguardar a una hija en el campestre pueblo inglés más peligroso del mundo.

Me ha dejado loca esta novela. ¡Menudo embrollo! Las conexiones que hay entre los habitantes del pueblo, los diversos hilos entre las víctimas de épocas distintas, el peso de la superstición y de las tradiciones y los vínculos. Tenemos a los mártires que fueron quemados en la hoguera, las dos amigas desaparecidas treinta años atrás y el vicario muerto al que sustituye Jack. En un entorno muy precario y con un bagaje emocional dramático, Jack y su hija tratan de adaptarse al pueblo y a los feligreses.

Sin embargo, los secretos son como semillas que no paran de lanzar enredaderas asfixiantes por la vida de todos. La verdad es que no me esperaba el entramado de muertes y culpables, ni el derrotero que acaban tomando malos y buenos. Todos los personajes son una auténtica sorpresa y Agatha Christie se sentiría orgullosa de la puesta en escena de esta historia.

Corrupta, enrevesada, plagada de atrocidades y maldad, y con sorpresas retorcidas hasta el mismísimo punto final. Me ha dejado loca y con la boca abierta. Esta autora me fascina. Sencilla, pero inteligente. Y cada novela se supera.

Por fin me he dejado convencer por el encanto de Barreau. Esa torre Eiffel florida me ha llamado con su canto de sirena para deambular por un París idílico.

Parece que el autor retoma su pareja de La sonrisa de las mujeres y la sumerge en una época de su relación ya asentada. Para bien o para mal,  Aurélie y André están en ese punto de su romance que puede fructificar en matrimonio o en un descarrilamiento tragicómico. 

Al autor debió parecerle buena idea sacudir a la pareja con una ráfaga de celos melodramáticos. Y es que con un estilo desenfadado, cercano y enternecedoramente creíble, pone el amor entre la cocinera y el editor-escritor en la palestra en una espiral de embrollos, embustes, malentendidos, casualidades fatalistas y decisiones desafortunadas. 

Es inevitable reírse, sobre todo con ciertas escenas al más puro estilo de las comedias de enredo. André se va a convertir en una caricatura de sí mismo en su viaje de autocompasión, con lo que proyecta sus inseguridades sobre la vitalista Aurélie y convierte una serie de situaciones torcidas en un carrusel de errores, exageraciones y agonías amorosas. 

Es entretenidísimo, es divertido, es un camino de espinas hacia la revelación impetuosa de que el amor entre ellos puede superar hasta las necedades más enrevesadas cometidas en su nombre. Sin embargo, llega a tornarse también en una crónica anunciada sobre los celos y el comportamiento tóxico. Menos mal que podemos comprender los miedos que se esconden detrás de esas actitudes locas, que al fin y al cabo son dos personas  capaces de equivocarse como las de verdad, que se estira el argumento en aras del mensaje y en la hipérbole está la gracia.

Dejando a un lado que André había perdido un poco la chaveta, me imaginaba la historia en mi cabeza como una película y me he reído bastante. Me ha gustado ver el mundillo de la editorial y de los eventos literarios en torno a André y he disfrutado intensamente con las aventuras de Aurélie en su restaurante, con la tentadora y siempre terapéutica compañía de la comida y el arte como otra protagonista más. Además, París siempre se goza.

Mentiría si dijera que no me he emocionado con el final de esta alocada y afable novela, puesto que es extremadamente romántico sin perder de vista el retrato de realista falibilidad al que somete a sus personajes. Me alegro de haberlo leído. Por sus risas, sus desmanes, su romanticismo moderno y también por esa aura de inocente optimismo que no pierde ni en sus peores momentos. Una historia bonita y amable con un punto de extravagancia.

¿De qué va Nunca?
En primer lugar, plantea la sorprendentemente inevitable cadena de acontecimientos que podrían desembocar en un conflicto mundial. Me ha recordado a las series de televisión Designated Survivor y 24, ambas protagonizadas por casualidad por el mismo actor, Kiefer Sutherland, porque aúna acción eficiente, personajes prácticos y un minucioso estudio de la estrategia política y diplomática de las potencias que están siempre a la gresca en torno a la economía, el control territorial, el terrorismo y la imagen soberana.

La novela arranca con una presidenta estadounidense y unos operativos en misión de incógnito en Chad donde confluyen el terrorismo yihadista y la compra de armamento internacional.
Debo decir que la trama se desarrolla en un plan a largo plazo, sin dramatismos sino afianzada en escudriñar un panorama global en múltiples bandas. El argumento se centra en situaciones cotidianas contadas con sencillez, en las que destaca la peligrosidad en el día a día de un agente infiltrado, la afilada estrategia del gobierno de una primera potencia mundial y la supervivencia al límite de una joven madre viuda.

A pesar de los miles de kilómetros que separan a los personajes, sus vidas están entrelazadas de formas complejas e ineludibles. Al principio, se establecen posiciones en el tablero internacional y se presentan las piezas que intervienen en el juego. Sin duda, los temas a tratar son de pura actualidad y rebosan amenaza, pero todo se relata desde un prisma carente de dramatismos.

Sin embargo, el texto se lee con facilidad pasmosa gracias a un estilo pulcro, pulido y focalizado en situaciones de alta tensión física e intelectual.

Me he sumergido voluntariamente en las vidas de los personajes. Tamara, agente de la CIA en el Chad, competente en su trato con informantes que se mueve con soltura en el meollo de ataques terroristas. Kai, en China, brillante en su análisis de datos y espionaje, casado con una actriz hiperfamosa. Pauline, la presidenta en el despacho oval, experta en resolver conflictos por la vía diplomática más inteligente. Abdul, agente infiltrado de mil caras que se juega la piel en campo enemigo. Todos ellos rodeados por una camarilla de políticos, militares, terroristas y espías que arrojan todo el peso de su corrupción, creencias y motivaciones a un extremadamente complejo tinglado de intereses.

Hay que tener en cuenta que el libro consta de más de 800 páginas, pero no hay que dejarse arredrar. La lectura se desliza por los acontecimientos con bastante desenvoltura. Yo, al menos, me he enganchado bastante al devenir de los personajes.

¿Conseguirá la presidenta evitar una guerra a gran escala? ¿Tamara podrá enamorarse en un mundo regido por el terrorismo y los jefes egocéntricos? ¿Sobrevivirá Abdul a su misión en el desierto más despiadado? Me han gustado todos los hilos porque aportan algo interesante. Los tejemanejes políticos, la inestabilidad militar, las inversiones billonarias de potencias en países vulnerables a los que se meten en el bolsillo, la indefensión de las poblaciones nativas en territorios aterrorizados por los yihadistas y los hombres más innobles.

Las 200 páginas finales son el infierno hecho realidad. El autor nos ha llevado de la mano por un paseo minado y luego nos ha arrojado cuesta abajo por la colada de un volcán en erupción. Por cada problema atajado, dos saltan con violencia para poner en jaque a los pocos que están intentando evitar la guerra nuclear, pero ni ellos se salvan de sí mismos. Me ha dejado con una sensación de impotencia acongojante. Creo que Follet ha diseñado una trama inteligente y creíble que debería enseñarse en las escuelas para prevenir el orgullo desmedido, el fanatismo y el nacionalismo ciego en los dirigentes del futuro.

A través de un recorrido de múltiples escenarios, la autora pule sus distintos personajes con precisión. Desde una francotiradora rusa a un anticuario pasando por un español estudiando arquitectura en Berlín, asistimos a sus penurias y objetivos en ámbitos de guerra, pero siempre desde una perspectiva íntima. El hilo conductor es Ana, quien se ve enredada en la búsqueda de un medallón que aúna épocas y personajes diversos, y ya lidió con temas similares en La tabla esmeralda.

Me siento abrumada y asombrada del intrincado tapiz urdido en torno a la trama. Trata de una mujer que, aún en los coletazos de una separación, se involucra en una investigación para hallar una reliquia que persiguen con ahínco poderes ocultos y peligrosos. La estructura de la novela es un laberinto por el que nos aventuramos con el único farol de las pesquisas de la protagonista, al tiempo que otros capítulos cortan sus avances mientras escenifican las vicisitudes en plena Segunda Guerra Mundial de los personajes que acabarán presidiendo la investigación de Ana.

Resulta fascinante la forma en que se desgranan las averiguaciones en torno al Medallón de Fuego y se van acoplando a los sucesos del pasado. Es un recorrido intrincado, sembrado de corazones rotos y vidas truncadas. La reliquia ha sido motivo de asesinatos y codicia ciega. Curiosamente, el argumento de la novela no se centra tanto en el tesoro en sí, sino en el precio de ambicionarlo. Décadas de sacrificio, persecuciones, traiciones y secretismo rodean este objeto que ha marcado generaciones de familias. 

Me ha recordado al estilo de El código da Vinci, con su minuciosa reconstrucción de pistas a base de documentación, archivos históricos y un leve misticismo que empapa una reliquia, la cual inspira lo mejor y lo peor del ser humano. Se acompaña también de magnates turbios, psicópatas implacables, heroísmos al calor de la guerra, vínculos familiares que trascienden los ideales, agentes a lo James Bond y más enigmas que un texto alquímico. 

No se salva de escenas cruentas y tragedias. No en vano retrata con ánimo gráfico y orgánico las virulencias de la guerra en Berlín, donde confluyeron nazis, bombardeos, soldados rusos ebrios de violencia y una posguerra transida de sufrimiento y privaciones. Entreverada en la parte histórica, la vida personal de Ana posee gran relevancia en todo momento. Sus desventuras y su crecimiento personal cobran un ritmo cada vez más frenético hasta desembocar en un clímax pletórico de emoción y acción, tan profundo y revulsivo para Ana como lo fue para Robert Langdon en su película, salvando las distancias. 

Me ha gustado la manía de la protagonista de comparar la fisonomía de las personas con actores (yo hago lo mismo), me ha mantenido en vilo el enigmático periplo del medallón a lo largo de los siglos, me ha acongojado el corazón el dramón que envuelve a Katya y Eric, me han encandilado los flirteos de Ana y me admira el trabajo monumental que se desprende de urdir la trama en piezas ensambladas con tanta inteligencia y suspense. Una novela muy interesante, didáctica y a ratos hermosa en sus instantes más tiernos.  

Los gladiadores me han fascinado tanto como los dinosaurios desde que era pequeña. Quizá por la cualidad mítica de ambos y su necesaria extinción. He tenido la oportunidad de leer este libro y no me lo he pensado dos veces. 

Sus casi 600 páginas albergan los elementos clásicos del género: gladiadores sanguinarios, política imperial, altivos patricios opresores contra buenos plebeyos pisoteados. Tiene un estilo pedagógico en el sentido en que se regodea en la impartición de conocimientos sobre los distintos tipos de gladiadores con sus armamentos, protecciones y luchas particulares, así como en las costumbres de la época en el año 68 d. C. Los capítulos arrojan luz sobre una familia noble en Pompeya y los devaneos de Nerón en Roma. Si bien la trama es sencilla, pues hila acontecimientos históricos con la ficción de dos adversarios que comenzaron como amigos de la infancia, los diálogos tienden a ser teatrales.

Mientras Nerón gobierna en Roma, dos niños crecen en una domus en Pompeya con dos condiciones muy distintas. El hijo del amo, Lucio, y un esclavo cualquiera, Ronet, comparten amistad, pero la inocencia de uno y el egoísmo del otro cambian sus vidas de formas crueles que les llevarán a la fama, la miseria y el foco de gestas históricas.
 
Me ha gustado conocer más detalles sobre los gladiadores. En realidad, recuerda a un híbrido entre Ben Hur y la serie de TV Espartaco, los dioses la tengan en su gloria. Hay ciertas escenas de luchas que son, no sólo entretenidas y emocionantes, sino impactantes por su crudeza. En cambio, se ha desaprovechado la oportunidad de generar impresión con un suceso en el anfiteatro de Pompeya ligado con una conspiración porque, en lugar de mostrarlo en tiempo real, se delega a un mero recuento de los hechos a posteriori. Una pena. Y no es la única vez que sucede.

La segunda mitad del libro gana carrerilla gracias a que se centra en vehementes pugnas entre gladiadores, épicos sucesos en Roma y dramáticas emociones. Se nota que el autor también ha logrado mejor dominio del relato a esas alturas. He disfrutado de bastantes momentos entre los que se encuentran los entrenamientos, el salvajismo de los anfiteatros, la relación padre e hijo entre Lucio y Publio y el orgullo paternal de Arrio. Incluso los dos protagonistas muestran evoluciones anímicas bien emparejadas con sus experiencias. 

Sin embargo, lo que realmente quiere el lector es ese fatídico enfrentamiento en la arena entre los dos enemigos acérrimos, pero el texto vuelve a perderse en excesivos sucesos paralelos, la insoportable banalidad del emperador y las pugnas entre gladiadores que se alargan demasiado. Y cuando finalmente sucede, tuve la sensación de que terminaba pronto y tras una desvinculación de los combatientes de sus respectivas vidas que le restaba urgencia. Aún así, resulta interesante conocer más a fondo el fin de Nerón y sus allegados, así como la realidad tras la figura de Spiculus. Además, el sentido del título del libro me llena de dudas. ¿Era necesario convertir al protagonista de la novela en esa clase de persona? Me parece la excusa perfecta para buscar su destino sin cargo de conciencia.

A mi parecer, la trama tiene potencial. Las tragedias son predecibles y desagradables, pero ciertas consecuencias dan lugar a interesantes giros, sobre todo uno que me dejó con la boca abierta respecto a la esclava Nailah, y las escenas de acción suelen estar bien relatadas. Me ha gustado el patrón que juega con los amigos convertidos en oponentes, separándoles y cruzando sus caminos en los momentos más significativos. A pesar de que en ocasiones no se llega a conectar con los personajes, hay momentos de auténtica emoción. Así que la balanza está siempre oscilando entre pros y contras. El autor conoce la Historia, sin duda, pero aún le falta oficio para narrar una historia que te haga olvidar que son «sólo palabras».

Los protagonistas absolutos son gente rica de países asiáticos. De China continental, Indonesia, Tailandia, pero también los afincados o nacidos en Estados Unidos e Inglaterra. Son gente billonaria, gente que busca hacerse aún más adinerada, que persiguen el nirvana del dinero, que escalan a estratosferas del lujo y el prestigio, gente que intenta llegar a esas estratosferas sin conseguirlo y gente que no sabe que nunca podrá llegar allí pese a sus bolsillos extremadamente acaudalados. Todos, los ricos, los más ricos y los estrafalariamente ricos, se enzarzan en una carrera enfebrecida por ser más ricos y fashionistas que los demás. Es como un desfile de pavos reales en carroza. 

No sé si las minuciosas descripciones del derroche, el lujo, el clasismo, la hipocresía tradicionalista y la rivalidad por demostrar la moda más exquisita y los modales más respetables son un reflejo de una sociedad existente, una parodia o una disección maliciosa del mundo tan falso y frívolo de los supermillonarios. 

En la página 175, empieza un capítulo enteramente dedicado a la estrategia para reconstruir la imagen pública de una mujer en la exclusiva alta sociedad a la que pretende incorporarse. Es todo un manifiesto a la robotización del individuo para encajar en el molde provisional de lo que se considera aceptable. Me ha hecho reír y horrorizarme a partes iguales. Se basa en la ropa, maquillaje, bolsos, vivienda, lecturas y actividades sociales, creando un compendio más restrictivo que un corsé. 

Confieso mi vergüenza. Los capítulos alternan entre diferentes personajes y la verdad es que no conseguía ubicarlos apenas. Sus nombres no me decían nada y sus personalidades me parecían indistinguibles. Algunas circunstancias, en cambio, sí me han llamado la atención. La búsqueda de su padre desconocido por parte de Rachel, principalmente, seguida por una ex-actriz con ínfulas de importante o el trabajo secreto de una asesora de pedigrí. Y sobre todo, el corazón roto de Charlie. Qué pena dan los amores no correspondidos. 

Poco a poco, me he ido familiarizando con los personajes y sus deambulares por París o Singapur, en Ferraris o Boeings privados, entre spas y restaurantes de 100 estrellas y fiestas de azotea y casas imperiales. La narración tiene su punto de humor sardónico, en especial en las notas a pie de página explanatorias de idiomas o platos orientales que lucen un humor burlón muy similar a Jay Kristof en Nuncanoche. Es también un catálogo de Vogue sobre la moda más rabiosa y la joyería más despampanante, sin olvidar la ruta culinaria más exhaustiva imaginable. 

Al final, las relaciones familiares tan reminiscentes de la mafia con un toque de glamour a lo Rey Sol van envolviendo al lector. He llegado a reírme bastante y a encariñarme con esta panda de jóvenes desmadrados, parejas con problemas maritales y progenitores chapados a la antigua (Edad Media). Me ha gustado la ex-pareja, también la ex-actriz. Aunque están todos realmente a años luz de ser comprensibles, jajaja. En los últimos capítulos, se produce toda una revolución en un giro de trama absurdo y fabuloso, y acaba poniendo a estos ricos y locos asiáticos en un sitio interesante, peculiar y satisfactorio. 

Me he divertido y asombrado con este libro, al menos ha sido algo totalmente distinto. 

Si con algo me quedo, sin duda, es con esta imagen gastronómica:dumplings de leche frita con sirope de rosa. Lo que daría por probarlos XD

He empezado a leer a a Lucinda Riley con la misma curiosidad que me condujo a Sarah Lark. Historias sobre mujeres que realizan un largo viaje a tierras exóticas como metáfora de un viaje interior catártico. 

Un tono melancólico acompaña el inicio de HERMANA PERLA, donde CeeCee es la protagonista, una joven que no encuentra su lugar en el mundo al igual que el resto de sus hermanas, una por cada estrella de las Pléyades. Aparece sola y dolida, sin el faro que fue su difunto padre adoptivo ni el ancla que ha supuesto cuidar de su hermana Star, a quien su propia aventura ha separado de su lado.

Guarda paralelismo con Bajo cielos lejanos de Sarah Lark, por lo que si os gustó u os atrae ese estilo, esta novela también será de vuestro agrado. De hecho, me ha gustado mucho esa desorientación que sufre CeeCee porque se encuentra a la deriva, no ha logrado dar rienda suelta a sus aspiraciones artísticas y su soledad se suma al misterio de sus orígenes. Su muy frágil autoestima no le impide vivir una enorme aventura ni afrontar todos los contratiempos. En Tailandia, conoce a un enigmático hombre del que no pretende encariñarse, pero que da lugar a una interesantísima relación que bulle de ternura y suspense.

Con un giro que provoca excitación y ganas impacientes porque se solucione el conflicto, nos vamos a Australia, la emocionante tierra rojiza y ardiente donde esta chica tendrá que enfrentarse a los secretos de su origen familiar. Y la lectura se bifurca con las vivencias de primera mano de Kitty, allá por 1906 cuando esta hija de Edimburgo se embarca en su propio periplo exótico. De este modo, dos líneas temporales se alternan para contarnos …

sobre búsquedas obsesivas de perlas, amores condenados por la sociedad, injusticias crueles hacia los aborígenes, traiciones enmascaradas y dos mujeres entre la dicha y el pesar.

Me ha conmovido la tragedia que sacude a Kitty (se me saltaban las lágrimas), aunque no he podido comulgar con sus decisiones tan drásticas o las de la siguiente generación. ¡Qué mujeres tan tozudas! Así no gana nunca el amor :o(

A veces, resulta difícil escuchar nuestra propia voz en el caos del mundo. La autora refleja la búsqueda de la identidad personal a través de claves como la familia, el arte, las conexiones fortuitas con otros seres humanos y la siempre sabia, salvaje naturaleza que nos rodea.

A medida que avanzan las vidas de Kitty y Celeno, se me encogía el corazón, a veces por la innegable belleza de sus descubrimientos personales, otras por la punzante tristeza de sus pérdidas. Aunque confieso mi frustración con el bellaco destino de la mayor parte de las relaciones amorosas (malditas sin fin), he adorado esta bellísima novela que trasmite el profundo lazo de amor que une a familias y parejas. La carne muere, pero el amor perdura.

Hubiera preferido otro desenlace para Ace y la aventura en Tailandia. A pesar de ello, he acabado la lectura con una intensa sensación de que las cosas han concluido en su sitio, aderezada con una dosis de justicia que suaviza los pedregosos sacrificios durante la trayectoria de la familia Mercer a lo largo de las generaciones en una inhóspita, majestuosa y mística Australia.

Un drama que inspira y conmueve. Apasionante.

Este libro es un desafío que me ha dejado agotada como si hubiera sobrevivido a una jornada de inmenso esfuerzo. Mis arrebatadores, ¿habéis leído a este autor?

LOS HEREDEROS DE LA TIERRA, de Ildefonso Falcones, drena la mente y el alma por la gran inversión que requiere de nuestra parte. Se sufre, se maravilla, se aprende.

Casi 900 páginas que retratan la Barcelona de finales del siglo XIV y principios del siglo XV a través de los ojos de Hugo, quien comienza siendo un zagal al que le suceden tantos infortunios como eran posibles en la época y más.

Sus experiencias construyen un mosaico de las profesiones y actividades de la ciudad que incluyen las atarazanas donde se construían los barcos, el hospital de los pobres donde los médicos acostumbraban a ejercer de forma gratuita por ley y la judería con sus viñas, subastas de herencias y medicina clandestina de mujeres.

Resulta frustrante pero absorbente el grado de injusticia al que los poderosos, los crueles y los supersticiosos sometían a gentes que no tenían más opciones que sufrir tremendos pesares o sobrevivir a ellos a base de ingenio o alguna pizca de compasión ajena.

Con su volumen de páginas, densas de vicisitudes e infortunios y hazañas, este tour-de-force histórico-social ha sido una lectura extraordinaria porque, por un lado los acontecimientos verídicos moldean la ciudad de Barcelona y el destino de Cataluña. Por otro lado, el sinfín de incidencias que golpean al niño-adolescente Hugo y le ponen constantemente al borde de la cárcel o la muerte. A medida que su vida transcurre, se acumulan las tribulaciones que le acosan sin tregua y, al mismo tiempo, le encumbran hacia pruebas de constancia y resistencia heroicas.

Con la sensibilidad angustiada, se asiste a las penurias que atacan a Hugo y por ende a la ciudad. Pronto, de una pizca de bella esperanza surge también uno de los instantes de mayor desgarro emocional para este personaje, que no el único ni de lejos. Os juro que lloré a lágrima viva por el palpable sentimiento de esta tragedia, singularizada en una persona pero que refleja un funesto hecho histórico de la ciudad.

La narración es informativa, profundamente documentada y, sin aspavientos, logra transmitir hondos pesares cuando suceden. Se aprende de todo gracias a su factura colosal. Sobre viñas y elaboración de vinos, sobre leyes y jurisdicciones, sobre barcos y gestas de los grandes y la población judía, la esclavitud de tantas naciones, la pugna por la supremacía de la corona que aunaba Aragón, Valencia y Mallorca así como el principado de Cataluña y su astuta caída en testa castellana. Y más allá, se aprende que la felicidad dura poco. Y cuesta mucho.

Transcurren décadas en la vida de Hugo quien porfía entre miseria y progreso, mal de amores y sensualidad, enemigos acérrimos e injusticias interminables a manos de nobles y religiosos y un pueblo veleidoso que comete tantas tropelías como enarbola compasión poderosa.

Y en el fondo, la catedral del mar, testigo de piedra de cuanto acontece a las almas que la construyeron y viven en torno a ella. Esta obra es un dramón familiar épico que merece ser compartido.

Ya tenía ganas de probar a qué sabe el talento de Julia Navarro, así que cuando vi esta novedad me lancé a por ella.

¿Canalla? ¡Madre mía, menudo eufemismo! El protagonista de este bloque de 860 páginas es un sociópata calculador, maquiavélico, manipulador y egocéntrico que se estrenó siendo un chavalín en el campo de entrenamiento de su propia familia. Odia a su madre por sus raíces étnicas, idolatra a su padre aunque eso no le ahorra los latigazos de su conspiradora mentalidad. Admira a quien son mejores que él pero se alía con otros desechos para escarnio de cuantos le rodean.

Asistimos a una pormenorizada biografía de su vida desde su infancia, marcada por la animadversión hacia su madre, a su juventud ambiciosa y sin escrúpulos en el gremio publicitario de la City de Londres. La autora se ha recreado en escenificar cada etapa de la evolución de Thomas como individuo, de sus pensamientos despegados y arrogantes, casi como un Patrick Bateman de la novela American Pyscho sin la vena homicida. Ha cocinado a su personaje a fuego lento y el lector lo devora con la mente obnubilada ante tal despliegue de deshumanización inútil.

El grueso de la novela está dedicado a la carrera de Thomas en las relaciones públicas más agresivas a favor de la política y de los intereses comerciales de poderes corruptos. Asimismo, su vida personal corre paralela, dándonos un análisis cirujano de sus terribles lacras emocionales. No hay una pizca de amor o conmiseración en su cuerpo. Incluso las personas que le han amado, apreciado o buscado, son víctimas de su recurrente y sistemática toxicidad.

Esta novela es un duro duelo entre la admiración que he sentido por el cuadro psicológico que ha creado la autora de este personaje y su mundo de oportunismo, y la densidad de la lectura. Son 860 páginas de episodios que a veces resultan repetitivos y monótonos. Sin embargo, te conducen hacia adelante algo hipnotizada por el afán de descubrir la razón de la existencia de este hombre, con sus paranoias, su incapacidad para la felicidad ya sea propia o ajena. Desde luego, con ese final impredecible, la obra merece consideración, pero mesurada y sin prisas, más como se saborea un whiskey añejo, con paladar curtido, paciencia octogenaria y mente afilada.

(He publicado la reseña en Goodreads, Amazon y Megustaleer).