Un monstruo durmiente, un grupo de soldados entrenados desde su infancia y una profecía, ¿qué podría salir mal? Todo. O casi todo, puesto que la historia de ‘Los Dioses Alados de Ácatar’ sería muy distinta de no contar con su protagonista, Keith. Y eso me lleva, sin duda, a lo mejor de la novela: sus personajes. Tanto Keith como Alliezih son la columna vertebral de la historia que se nos plantea y es algo que queda claro desde el primer momento.

Tanto sus inicios como su evolución y la interacción entre ellos nos marcan el punto fuerte de la novela, pues el lector acaba deseando que ambos personajes se encuentren e interaccionen, ya sea de una forma u otra. Esto se ve alimentado por su evolución, muy marcada en Keith, un joven que no es el mismo cuando las páginas del libro se están terminando respecto a su versión inicial. Además, su historia supone un contrapunto a la de Alliezih, ya que él consigue evolucionar apoyándose en aquellos que conoce, mientras que ella lo hace en los que va conociendo. Mientras que uno ha perdido su futuro, ella ha perdido su pasado. Ambos consiguen, poco a poco, discernir esta realidad y encajar sus vidas.

En referencia a la historia de ‘Los Dioses Alados de Ácatar’, siento que en ocasiones es precipitada, sobre todo al inicio, pero esto también hace que el número de páginas se vea reducido considerablemente, ofreciendo una lectura rápida de poco más de doscientas páginas. La autora podría haberse centrado mucho más en los eventos ocurridos, pero su explicación nos permite tener una historia rápida en lugar de un gran tomo que se recree en los pequeños detalles. Pese a todo, debo destacar que existen fallos y erratas que, en ocasiones, entorpecen la lectura y que sorprenden.

En cuanto al mundo que recrea la autora, debo señalar que se trata de un buen paisaje en el que existe una mitología que pesa en la historia. Poco a poco, nos damos cuenta de lo mucho que esto cala en los personajes y en el argumento de la historia. Además, se nos presentan pequeños retazos de las ciudades y mundos que podríamos ver, por lo que es posible soñar con otros títulos en los que se ahonde en estas ciudades y todos los personajes que allí podamos encontrar.

El sistema mágico es fácil de entender y más bien «débil». Es decir, no existen unas reglas que constriñan a los personajes, sino que tienen bastante libertad y el lector no acaba de saber sus orígenes y reglas. Por ejemplo, un sistema mágico más «duro» lo encontramos en la saga de Mistborn. Esto no es una novedad, pero es un rasgo de las novelas de fantasía que todo lector del género debería tener en cuenta.

En conclusión, ‘Los Dioses Alados de Ácatar’ nos presenta la historia de un joven cuyo sueño es ser un héroe, pero deberá equivocarse una y otra vez para descubrir el significado de esa palabra. Además, lo más interesante de la novela, sin duda, son los dos protagonistas, que tan bien encajan el uno junto al otro.