Si puedo elegir, prefiero leer novela histórica ambientada en Grecia. Sin embargo, Roma tiene cierto encanto y la trama de los gladiadores me llamó la atención. Por eso lo solicité y empecé su lectura con muchas ganas. La pena es que la cosa empezó a decaer relativamente rápido y acabé terminándolo por compromiso.

Creo que el autor parte de una premisa muy interesante, pero la desaprovecha tomando algunas decisiones que no me han convencido mucho. Está claro que una primera novela pocas veces es redonda, pero el problema con esta historia es que no me invita a seguir leyendo lo que venga en el futuro.

Empezamos la historia con un pequeño adelanto de lo que será “el final” y luego saltamos once años atrás, al momento en que Lucio y Ronet tienen doce años y Nerón anda a la gresca con su madre, Agripina. Y aquí empiezan los problemas. Por un lado, las dos tramas de este libro empiezan de forma muy desigual y, en mi opinión, la de Lucio y Ronet (que, a mi entender, son los protagonistas de la historia) va siempre un paso por detrás de la de Nerón en interés. A esto, súmale el tiempo que el autor se toma en convencerte de que ambos niños son grandes amigos, capaces de cualquier cosa el uno por el otro. Todo para que, a las primeras de cambio, los hechos nos demuestren justo lo contrario. Y lo mismo se repite con Publio Valerio, el padre de Lucio, a quien nos presenta como un hombre sensato y justo, que trata a sus esclavos con respeto, pero que luego toma decisiones que contradicen todo esto. Es una pena, porque creo que el autor hace un buen trabajo en la construcción de los personajes.

Tampoco me han convencido “los tiempos” de la novela. Me explico: hay partes de la narración que son detalladas y en las que el autor se toma su tiempo para explicarte cosas sobre algún personaje, de forma que sus intenciones queden claras. Todo esto, sin que la historia se haga pesada. Sin embargo, cuando llega un momento importante, de acción, algo que estabas esperando, lo resuelve demasiado rápido.

Otra cosa que me ha “molestado” es la cantidad de veces que aparecen expresiones mal escritas. Por ejemplo, durante un embarazo, dice algo como que la mujer pensó en el bebe que “nacía en su interior”. Entiendo este tipo de errores en un libro autoeditado donde el/la autor/a está a tantas cosas que es posible que algo se le escape. Pero cuando una historia pasa a través de toda la maquinaria de una editorial, hay cosas que no deberían seguir ahí.

Por último, no me convence mucho el abuso de las palabras malsonantes. No tengo suficiente bagaje sobre Roma como para ser categórica, pero creo que este derroche de insultos, palabrotas y personajes que solo piensan en el sexo (generalmente, acompañado del uso de la fuerza) no es algo común en el género. Puede parecer una tontería, pero dicho queda.

Después de todo esto, seguro que te preguntas: ¿hay algo bueno en esta novela? Y la respuesta es sí. Por ejemplo, la trama de Nerón. Me ha parecido muy interesante y, por lo poco que he investigado, parece estar bien documentada. Evidentemente, el autor habrá tenido que tirar de imaginación para llenar algunos huecos, pero creo que lo ha hecho muy bien. También me parece curioso el hecho de que Spiculus existió realmente. No se sabe mucho sobre él por su condición de infame, pero sí que quedan algunas referencias que se explican en una nota final. De hecho, todo el tema de los gladiadores resulta bastante curioso, ya que hay muchos datos esparcidos por la novela, además de toda la parte de la trama en la que “vemos” cómo vivían, entrenaban y luchaban. Si te llama la atención este tema, quizá debas probar.

Me da pena hacer una reseña en la que los puntos negativos superan a los positivos, pero esta ha sido mi experiencia leyendo esta novela. Como digo, no he quedado muy convencida de volver a repetir con este autor (si publica algo más que llame mi atención). Supongo que la próxima vez esperaré a ver qué opinan otros/as lectores/as.

Beth O’Leary no es una autora nueva para mí, ya que el año pasado leí su primer libro, «The Flatshare», que en España se tradujo como «Piso para dos». Aunque fue una lectura entretenida, me costaba avanzar porque elegí leerlo en inglés y eso es algo que a mí me causa una pereza máxima. Pero bueno, las sensaciones fueron buenas y decidí volver a leer a la autora si tenía la oportunidad. ¡Y cómo me alegro de haberla tenido!

En pocas palabras: este libro me ha encantado. Tiene muy buenos ingredientes: dos buenas protagonistas, un grupo de secundarios interesantes, una trama sencilla pero muy entretenida, momentos muy divertidos y otros incluso entrañables, situaciones con las que te tienes que reír. Sin embargo, hay una razón por encima de todo esto por la que me ha gustado tanto: esta lectura ha llegado en el momento adecuado. ¿Te ha pasado alguna vez que lees un libro y sabes que, de haberte encontrado con él en otro momento, lo habrías disfrutado mucho más? Pues a mí me ha pasado justo lo contrario. Al margen de todo lo positivo que te decía antes, creo que he leído este libro en el momento correcto y eso ha hecho que me guste más aún de lo que me habría gustado en otro momento.

A lo largo de la historia, Leena y Eileen se van alternando en la narración, siempre en primera persona, de los 39 capítulos (más el epílogo) que componen este libro. Y aunque las dos tienen tramas divertidas y con momentos emotivos, yo creo que la de Leena es un poquito mejor. Y la razón principal es que los secundarios que la acompañan son mejores. Me encanta ese grupito de abuelos/as del pueblo, con sus manías y sus costumbres, y cómo Leena va relacionándose con todos ellos. Además, son personajes muy divertidos y, de hecho, creo que (casi) todas las veces que me reí durante la lectura fue por culpa de ellos/as.

Eso sí, no creas que todo es luz y color aquí. Leena y Eileen tienen sus dramas personales y eso se convertirá en el tema de fondo que, sin romper el tono divertido de la historia, influirá en muchas de las acciones de ambas. Y creo que la autora trata este asunto, del que no puedo hablar porque sería un spoiler, de una forma muy acertada. En esto, me ha recordado un poco a Marian Keyes y su forma de reflejar ciertos dramas en sus novelas.

Si has leído «Piso para dos» y te gustó, yo te diría que te animes con este porque creo que Beth O’Leary ha dado un paso adelante tanto en historia como en personajes. Y si no conoces todavía su anterior novela (que te recomiendo que leas), creo que deberías leer este libro porque es divertido y puede hacerte reír, cosa que ahora necesitamos más que nunca.

Para terminar esta reseña, te diré que no soy muy propensa a señalar frases en los libros que leo, aunque a veces te encuentras cosas realmente bonitas por ahí. En este caso, me encontré con una que me gustó mucho. Decía: 

Si abrazas a alguien con la suficiente fuerza, puedes poner el hombro y llorar al mismo tiempo.

Creo que es una frase bonita, además de muy cierta. Y le da un valor nuevo a los abrazos, tan necesarios como potencialmente dañinos en estos tiempos que vivimos.

En resumen…
Lo mejor – Era la historia que necesitaba, en el momento en que la necesitaba.
Lo peor – Que se acaba.
¿Lo recomiendo? – Sin ninguna duda.

Se está muy a gustito en la zona de confort. Yo la tengo decorada a mi gusto y me cuesta tanto salir que, muchas veces, me rindo sin haber hecho un gran esfuerzo. Por eso dejé pasar la oportunidad de leer a Lucinda Riley cuando pasó delante mía la primera vez y luego me arrepentí al terminar “Las siete hermanas”. Con aquella lectura, añadí una nueva zona (valga la redundancia) a mi zona de confort y hace poco me animé a volver a entrar ahí. Y ahora te voy a contar lo que encontré.

Lo primero que te puedo decir sobre esta novela es que me ha gustado, pero no tanto como “Las siete hermanas”. De aquella me gustó mucho la forma en que la autora entretejía la trama principal con hechos históricos, contándola en dos tiempos. Aquí sigue un esquema parecido, llevándonos de la actualidad a los años 40 y luego a los 50 para darnos a conocer la infancia, adolescencia y juventud de Posy. Y mete el tema de la Segunda Guerra Mundial en la trama. Pero la importancia de aquel conflicto no es tanta. Lo curioso es que ambos tiempos de la narración me han parecido igual de interesantes y creo que están bien combinados, por lo que no echas de menos uno cuando estás en el otro. Además, las tramas de los personajes secundarios también están bien, así que no molestan los saltos de unas a otras.

Una cosa que me ha gustado mucho, y que me ha parecido original, es encontrarme a una mujer de 70 años protagonizando su propia historia de amor. Aunque también puede ser que no he leído lo suficiente como para no sorprenderme con esto. El caso es que me ha gustado verla más allá de su faceta de madre y abuela, aunque se insista varias veces en que no parece tener su edad. Pero la tiene. Y con todo eso, que sea ella y en este momento de su vida, quien protagonice esta historia me ha parecido un acierto. ¡El amor no es solo para los jóvenes!

A pesar de que mi opinión de esta novela es positiva, tengo que ponerle una pega, que quizá no lo sea tanto para otros/as lectores/as. Y es que tengo la sensación de que todo el mundo es muy buena gente aquí (o casi todos). Creo que solo hay un personaje que es realmente odioso y al que no se le puede sacar nada bueno. El resto, son todos muy adorables, con un corazón de oro y hasta cuando se equivocan, lo hacen de buena fe. Además, creo que hay un exceso de agradecimiento y amor en algunos diálogos. Creo que ni una cosa ni la otra suenan demasiado realistas, ya que todos tenemos nuestras luces y nuestras sombras. Por muy buena persona que seas, también tienes tus días malos y te enfadas y esas cosas. Esta parte me ha rechinado un poco, la verdad.

Aunque pasa de las 500 páginas, esta novela es de las que se leen muy rapidito porque engancha. Los “misterios” que plantea no son muy difíciles de desvelar. De hecho, acerté en casi todo. Pero sí es cierto que quieres seguir leyendo, aunque intuyas lo que va a pasar a continuación. Digamos que piensas “vale, ya se lo que podría ocurrir ahora, pero quiero ver cómo me lo va a contar”. No decepciona. Y acabas la novela con la sensación de haberlos dejados a todos en el lugar correcto.

Sin duda, seguiré leyendo a esta autora. De hecho, ya tengo la segunda parte de la saga de las hermanas en mi wishlist. Pero también tengo otra novela suya en mi lista de pendientes, por lo que volveremos a encontrarnos en 2021.

Esta ha sido la primera vez que he leído un libro de John Grisham, aunque creo que tengo alguno en el Kindle desde hace tiempo. Tengo un problema con los libros pendientes… El caso es que llegué a tiempo para solicitarlo y, en unos días, estaba en casa. ¡Qué ilusión hace recibir un libro!

Tengo que decir que me ha sorprendido gratamente esta novela, pero no porque la historia en sí sea inolvidable, sino porque consiguió emocionarme hasta la lágrima en un par de ocasiones. Y no es que sea algo demasiado difícil, porque soy un poquito llorona, pero nunca me había pasado con este tipo de libros. No puedo ni imaginarme lo duro que debe ser que te condenen por un crimen que no has cometido y que nadie crea en tu inocencia. Que sientas que estás solo/a y que no hay mucho que puedas hacer, más que esperar a que alguien confíe en ti y dedica que merece la pena luchar por tu caso. Y es que, además, las exoneraciones en estos casos son muy lentas. No solo te quitan una parte de tu vida injustamente, sino que se toman su tiempo para devolverte lo que te queda.

También me han gustado mucho los personajes. Post es el protagonista y nos vamos a pasar gran parte del libro viajando con él de un lado a otro, visitando a los clientes y rebuscando en el pasado en busca de nuevas pruebas, aclaraciones en los testimonios de los testigos y cualquier cosa que pueda ayudar a sus clientes. Está completamente entregado a su trabajo, tanto que come y duerme más bien poco. Además, conocemos su historia, desde que empezó como abogado tras terminar la carrera hasta que acabó entrando en los Guardianes, pasando por su etapa como sacerdote.

A Post lo acompañan Vicki, la creadora de la organización, y Mazy, el arma secreta del grupo a la hora de escribir apelaciones. Además, también trabaja con ellos Frankie, que pasó quince años en prisión por un crimen que no cometió y que fue el primer exonerado de los Guardianes. Y luego, por supuesto, tenemos a Quincy Miller y a Duke Russell, que serían los dos casos principales en los que trabaja el grupo.

Decía antes que este libro había conseguido emocionarme, pero también indignarme por el tema que trata. Porque, con mayor o menor fidelidad, refleja una situación real. No es solo un libro en el que alguien investiga algo y consigue sacar una verdad a la luz. De hecho, el propio autor cuenta en una nota final que la historia está inspirada en dos personas reales. Por un lado, James McCloskey, que lleva casi cuarenta años trabajando en exoneraciones y que ya ha liberado a sesenta y tres personas con la ayuda de su equipo en Centurion Ministries. Y por otro, Joe Bryan, un hombre injustamente acusado del asesinato de su mujer hace treinta años que sigue esperando a que llegue su libertad.

A este libro se le podría criticar que tiene un final previsible, pero creo que es la forma correcta de cerrar la historia, así que no lo tomaré como un defecto. Eso sí, llegas al final con la sensación de que podría ser un buen primer libro para una serie protagonizada por los Guardianes. Total, se hacen series de todo… Sea como sea, lo cierto es que es una historia a la que te enganchas fácilmente y que se lee rápido. Eso sí, hay algunas explicaciones legales (no demasiadas ni demasiado complicadas) y el autor repite mucho algunos datos, como el número de exonerados por la organización. Y como última pega, se podría decir que la acción en lo referente al caso de Quincy empieza hacia la mitad del libro, aunque es cierto que están pasando cosas desde la primera página y que hay una parte de contextualización de los personajes que no es aburrida, pero que llega algo de tiempo.

Yo diría que ha sido una buena forma de empezar con este autor al que volveré a leer porque, como dije antes, creo que tengo algún libro suyo en mis pendientes.

“Conspiración criminal en Hamburgo” es una historia cuyo título ya te da muchas pistas de lo que va a pasar. Esto está bien, porque no hay lugar a engaños. Por un lado, tenemos a herr Thoma, un empresario hamburgués que recibe una noticia inesperada y contrata a un detective privado al tiempo que planifica ciertos cambios en su vida. Por otro lado, tenemos a una persona que no está muy por la labor de dejar que esos cambios ocurran, por lo que se pone a planificar una serie de actos criminales que deberían pararlo todo. Y por último, pero no menos importante, tenemos a los policías que van a intentar resolver todo esto. Pero como el auténtico protagonista de todo esto, según la sinopsis, es Christ Hoffmann (el detective), estos últimos no van a tener tanta importancia en la historia.

Con esto, pensarás que la historia tiene muy buena pinta. Y es cierto, la tiene. El problema viene cuando empiezas a leer y te encuentras con varias cosas que lo van estropeando todo. En primer lugar, la forma en que está escrita. Es más o menos como leer un informe policial. Todo es demasiado “formal”, muy aséptico y acaba haciéndose pesado porque no “suena” natural. Y lo mismo ocurre con los diálogos. Hay demasiada formalidad en ellos, incluso cuando hablan personas con confianza. Queda un poco raro.

Al hilo del tema de los diálogos, otra cosa que no me ha gustado nada es que el narrador te explique algo y luego se repita lo mismo durante la conversación de dos personajes. O que un personaje tenga una conversación con otro y luego se la cuente a un tercer diciendo más o menos lo mismo. Vale, eso demuestra que el personaje es de fiar, que no miente. Pero se hace un poco redundante. Y no acaba ahí. El asesino, cuya identidad conocemos desde el principio (cosa que me parece un acierto), hace muchos planes para evitar que la policía lo pille. Todo esto es interesante, porque puedes ver cómo funciona su mente y hasta qué punto es frío como para calcular los peligros que pueden surgir y cómo evitarlos. El problema es que cada vez que la narración se centra en él, se repiten muchos de esos planes. Y es normal que él piense y repiense lo que va a hacer, pero que te lo cuenten tantas veces, sin que haya cambios, se hace pesado.

No es este un libro de grandes giros ni sorpresas. De hecho, se va viendo venir prácticamente todo lo que ocurre. Eso, y todo lo que ya te he contado, hace que un libro tan cortito (330 páginas en papel, 133 en la aplicación de EA) y de un género que me gusta bastante me haya durado tres semanas.

La última pega que le pongo es que creo que le ha faltado una última revisión. Hay muchos de esos pequeños errores que cometes cuando estás escribiendo “rápido” y que luego cuesta ver en una sola revisión porque ya conoces el texto y se te escapan. Además, un nuevo repaso quizá hubiese borrado algunas redundancias y servido para retocar detalles.

Me da mucha pena hacer una reseña como esta porque me habría gustado que la lectura hubiera ido mejor y porque entiendo que un libro tiene un enorme trabajo detrás. La premisa sonaba muy interesante y creo que la intención del autor era buena, pero el libro (para mi gusto) comete demasiado pecados. Una pena.