Bea, Alice, Sam y Elisabeth se conocen una mañana en su primera sesión de quimioterapia, a partir de esa misma tarde se vuelven amigos íntimos, se revelan todos sus secretos y empezará la aventura.
Es un libro que toca cantidad de temas importantes como la enfermedad, la amistad, recuperar el tiempo perdido, aprender a cuidarse y quererse a uno mismo, el amor, la familia, la vida, la muerte y sobre todo, el OPTIMISMO. Todos ellos, tratados con una sensibilidad increíble.
Me ha llegado al corazón la historia de cada uno de los personajes (la que más, la de Sam y Bea).
La pluma del autor me ha encantado, es muy ligera y sin intentar añadir partes de relleno, simplemente cuenta lo que hay que contar y se nota que deja todo su corazón haciéndolo.
La ambientación también me ha sorprendido porque estando la enfermedad presente, el hospital es el lugar que menos aparece en la historia, sólo es allí donde empieza todo.
Es un libro que recomiendo. Te hace reír, llorar, reflexionar sobre la vida y la muerte. Te enseña a que pase lo que pase: vive, sueña y sé feliz. Que la vida sigue y hay que ser una de esas personas que siempre ven el vaso medio lleno.