Paloma es una bibliotecaria española que al no tener estabilidad laboral en su país, decide aventurarse tras una promesa de trabajo en el Guairá, Paraguay, lejos de su tierra y sus costumbres. Al principio parece una historia más; una mujer que debe amoldarse al estilo de vida de los pueblerinos con todo lo que eso implica: la falta de servicios básicos, las largas distancias de un pueblo al otro, la barrera idiomática debido a que todos hablan guaraní y el choque entre la cultura europea y latinoamericana. Pero al adentrarnos en el relato, encontramos a Paloma arriesgando su vida al descubrir una promesa de progreso a los habitantes del Guairá que encubre la destrucción de la naturaleza más pura. Al ser un pedazito oculto de la Amazonia paraguaya, no escapa de ser víctima de los intereses económicos de la dirigencia política y la complicidad policial. La historia tiene todos los condimentos: la búsqueda de justicia a través de manifestaciones sociales, la impunidad tan notoria en un pueblo tan aislado, el redescubrimiento de la protagonista acerca de su propia persona y hasta hay tiempo para una historia de amor. Algo para destacar, es el nivel de detalle que maneja la autora respecto al lugar de los hechos: describe con precisión los elementos que componen un lugar tan orgánico como el salto del Guairá, lo cual nos permite sentirnos parte de eso. Lo único criticable es la falta de desarrollo en algunos hechos que para mí son claves, cosa que podría enriquecer aún más la historia. De lectura ligera, pero con un fuerte relato de lucha social, “Al oeste del Guairá” es un libro para que nos sorprendamos, una vez más, del poder de destrucción del hombre sobre la madre tierra.