Asistimos a la narración de la vida de la señorita Salus, magistralmente narrada por Pedro Sevylla de Juana.
Utiliza el autor una prosa rica, barroca y poética, que sorprende y extraña al principio hasta que conocemos un poco más a la protagonista según avanzamos en la lectura.
Salustiana Caballero, la señorita Salus para todos los que la conocen, es una mujer profundamente católica que lee con fruición, a modo del buen Quijote, textos sagrados de los grandes padres de la iglesia. No es de extrañar que su firma de expresarse se asemeje mucho a estos. Es una anciana cuyo máximo orgullo y ambición es conseguir ser una cristiana perfecta, cumpliendo con la observancia de todos los preceptos católicos, siendo consciente a la vez de que por su naturaleza humana es incapaz de evitar incurrir en todos los pecados capitales de una u otra manera.
El autor utiliza tres hilos narrativos diferentes que va situando en capítulos separados en una especie de trídas, de forma que si te quedas enganchada a la intriga de uno ellos tendrás que leer dos más para recuperar la historia. Las diferentes historias son: en primer lugar, la biografía, pasado, infancia y juventud, de la señorita Salus. En segundo lugar, la transcripción de un texto legal, una sentencia en contra de unos estafadores que se aprovecharon económicamente de la soledad y buena voluntad de Mapálica, hermana de Salus.
Y por último, en primera persona, la narración presente de Salus, con la que viviremos expectantes su dolorosa agonía y pasión.
En suma, un gran libro -triste libro-,muestra de buena literatura que te engancha hasta el final.

Confieso que llegué a este libro intrigada por el título, y me alegro porque es una de las novelas más divertidas y disparatadas que he leído últimamente. Y en el fondo, una gran crítica hacia la gente que ostenta el poder, políticos, notarios y demás criaturas manipuladoras.
Llena de referencias literarias, cinematográficas y musicales; cómo olvidar a ese futuro bebé llamado Humperdinck o a la habitacón empapelada con la frase «No por mucho marrugar amanece más temprano».
El libro nos cuenta las peripecias de un contable de quesos que, al cerrarse la empresa en la que trabaja, decide montar una librería, después le extorsionan para obligarle a presentarse a alcalde del pueblo, y entre medias atropella a alguien sospechosamente familiar, nada más y nada menos que el mismísimo Jesucristo.

Me ha recordado en muchos momentos a la maravillosa película «Amanece que no es poco» en la que, como en este libro, cualquier cosa es posible.
Originales personajes con grandes dosis de ironía, diálogos al más puro estilo de los hermanos Marx y situaciones absurdas garantizan la diversión de esta novela.
Más que recomendable para pasar un rato entretenido.

El profesor Raat es un hombre solitario, profundamente misántropo, cuyo mayor placer en la vida es vengarse de aquellos alumnos que le insultan llamándole Unrat (basura en alemán), a los que odia visceralmente. Su vida cambiará cuando conozca a la artista de cabaret Rosa Fröhlich.

Es una novela desgarradora, de personajes complejos magistralmente trazados por el autor, que denuncia la hipocresía moral de la sociedad. Es imposible no compadecerse en ocasiones del bueno de Unrat; es imposible no despreciarle por él en otras.

Josef von Sternberg la llevaría al cine en 1931 en su afamada «El ángel azul», lanzando a la fama a una joven Marlene Dietrich. Pero a pesar de la indudable calidad de la película, no consigue reflejar la extraordinaria riqueza del libro en cuanto a la multitud de matices de sus personajes.

Un libro agridulce, que juega con nuestros sentimientos de continuo y no da tregua, arrasando con todas nuestras espectativas de felicidad para el pobre Unrat, y que esconde una profunda crítica social.