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Mortal y rosa

España

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Libros y reseñas

La sombra de la muerte

José Tomás Pérez

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Valoración: ★★★

Persiguiendo sinrazones

Hay quienes se pasan la vida persiguiendo imposibles. Julio Rodríguez, el protagonista de esta novela, es uno de ellos. Esta es una historia brevísima en la que, en tan solo cinco capítulos, se nos expone una complicada trama de rencores, remordimientos y venganzas.
En el primer párrafo del libro ya se nos dice que el protagonista sentía la muerte cerca como una sombra, de ahí el título, que no es el más atractivo para una novela, pero que, gracias a es referencia inicial, resulta apto. El diseño de cubierta, por su parte, hace pensar que se trata más bien de un libro sobre el más allá o experiencias cercanas a la muerte por el colorido y el intento de mostrar lo que parece un túnel y una luz.
José Tomás Pérez, el autor, es dominicano. Y en República Dominicana está ubicada esta, la que parece ser su segunda novela. Narrado en tercera persona, un halo religioso rodea toda la novela y, sin embargo, está cercada por el conflicto del pecado moral que suponen elementos como la infidelidad o el asesinato.
La infidelidad es, precisamente, el tema principal en la primera mitad de la novela. Es esta la causa de un asesinato en un pueblo dominicano, que quizás exista en la realidad. Allí, Ramón asesina a Anastasio, porque este había estado manteniendo una relación a escondidas con la mujer de Ramón. Entonces, la viuda de Anastasio y el hijo de ambos, el anteriormente nombrado Julio, se van a vivir a Santo Domingo para alejarse de lo ocurrido y olvidar el pasado.
Los cabos se van atando conforme pasan las páginas. En las primeras, el narrador expone el pasado de la familia protagonista, cómo se conocieron Anastasio y su mujer, María, en unas de las tantas fiestas patronales que proliferaban antiguamente y que eran el único escenario posible donde jóvenes de ambos sexos podían conocerse.
La imposición religiosa, quizás marcada por la geografía, se une a la ambientación que hace el narrador de los lugares donde se conocieron y empezaron a tratarse María y Anastasio.
Esta infidelidad se cobrará consecuencias terribles que tendrán repercusión hasta la última página de la novela. El asesinato de Anastasio se nos presenta desde el principio, no es ningún misterio que resolver. Se trata de una novela al estilo de Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez, a la que se asemeja por el tema, por el enfoque que le da y por la alternancia de lo que va pasando ese día —el asesinato, por ejemplo— con flashbacks al pasado de cada uno de los personajes y las relaciones que existen entre ellos.
Una vez en Santo Domingo, la vida de María y su hijo es un vagabundeo irregular y menesteroso. Se habían marchado de su lugar de origen y ahora vagaban. Sin embargo, no tardó en aparecer en sus vidas Rodrigo, un personaje con pocas apariciones, pero que es la piedra angular que resulta determinante para que Julio, un chico ya mayor, decida abandonar su casa en Santo Domingo para ir a una academia militar y, posteriormente, a su pueblo natal para cobrarse la venganza. Sí, la misión del joven Julio es matar a Ramón. Esa ha sido la misión desde la primera página e intentando cumplir su misión terminará la novela.
El crecimiento de Julio en un ambiente sin la figura paterna y con un hombre al que una vez pilló haciendo el amor con su madre le desarma y por eso decidirá cobrarse su venganza particular. Ve que el mundo le ha sido injusto, a él y a su familia, y quiere hacérselo pagar por su propia cuenta. La personalidad de María se nos muestra un poco desvalida, aunque lo suficientemente fuerte como para seguir adelante con pocos recursos. Julio, por su lado, tiene un carácter, aunque tranquilo, vengativo, rencoroso, terco y perseverante.
Tras su paso por burdeles y algunos escarceos amorosos, Julio llega al pueblo para vengarse. Se encuentra a un Ramón débil, víctima de un derrame cerebral y sesentón. Si embargo, cuando se decide a apuñalarlo, un final sorprendente y desolador anonadará al lector y le mostrará los diferentes caminos que pueden seguir la venganza, el odio y el rencor, que a veces derivan en la injusticia.
Esta novela, pese a su brevedad, tiene muchos detalles que podrían destacarse, pero prefiero quedarme con lo que aquí escribo, que no es ni más ni menos que lo más relevante que he visto en una novela, en general, muy justa para mantener el interés del lector. Quizás la brevedad es la culpable de la falta de acercamiento del lector hacia los personajes. El narrador nos presenta a todos los personajes, pero no profundiza en ellos, excepto en María y, sobre todo, en Julio.
En cierto sentido, esta novela también me recuerda a El fuego callado (Caligrama, 2019), de Félix Romero, por tratar un tema de infidelidad y venganza, solo que con muchos matices diferentes. El narrador utiliza en todo momento un registro formal, incluso en los diálogos, que son lacónicos, e introduce una crítica social, aunque no muy relevante ni incisiva.
La narración en tercera persona le otorga mayor objetividad (¿o debería decir ‘menor subjetividad’ porque la objetividad, al fin y al cabo, no existe?) a la historia. Sin embargo, si hubiera utilizado un narrador en primera persona, por ejemplo, desde el punto de vista del propio Julio, la historia habría resultado más cercana al lector, habría empatizado más con él y gustaría más.
Por momentos, parece que la novela va a tomar ciertos caminos que luego, sin embargo, no escoge. No considero que el autor se centre demasiado en el pasado de la pareja, pero teniendo en cuenta la extensión de la novela, creo que podría haber explotado más el crecimiento de Julio, haciéndolo de manera interesante. Aunque no aburre, la historia tampoco atrapa.
En esta historia encontramos algunos de los arquetipos argumentales más utilizados en la mayoría de las novelas: el drama (en todo momento), la rebelión (encarnada en Julio y su intención de no atender a razones y vengarse), la traición y venganza (aunque sin traición, se busca una venganza), búsqueda y viaje (María viaja físicamente hasta Santo Domingo, Julio viaja metafóricamente hasta su pasado y físicamente hasta su pueblo de origen), e incluso podríamos añadir el arquetipo del yo reflexivo en el personaje de Julio.
Considero que esta historia está abierta a un público de cualquier edad y con un mínimo de interés por el tema. Aunque protagonizada por un joven, puede interesar a personas de cualquier edad. Una novela suave, no empalagosa ni espesa, que sin embargo se excede en viajes y movimientos para terminar con un final rompedor que, al menos, da frescura a la historia.

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El fuego callado

Félix Romero Cañizares

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Valoración: ★★★

El ocaso sin estrellas

El ocaso se sentaba a contemplar Oliva tras la ventana de su casa. Una mujer a la que ninguna estrella la guiaba ya. Oliva no es protagonista de esta historia, pero su hijo Marino sí.
“La mañana en la que comenzó el incendio, Edelmiro Roldán pasó por el bar”, así comienza ‘El fuego callado’, con una línea que recuerda a ‘Crónica de una muerte anunciada’, de Gabriel García Márquez.
Edelmiro es vecino de un pueblo inventado del interior peninsular de trescientos habitantes. La historia se desarrolla allí, situada temporalmente entre la última década y la actualidad y con un registro pintoresco de personajes. Por un lado, Edelmiro. Por otro, el alcalde y Marino, un joven bobalicón. Y tras ellos, toda una cohorte de personajes secundarios necesarios para tejer un pasado al que el narrador se remite en diversas ocasiones.
Cuando era un niño, Marino sufría acoso por parte de los mozos del pueblo, que le lanzaban piedras a su cuerpo desnudo. Un día, Edelmiro fue invitado a esa grotesca y habitual tortura. Voceado por los chiquillos, que le increpaban a que le tirara piedras entre insultos, Edelmiro terminó cediendo, con la mala fortuna de que su lanzamiento dio en el ojo de Marino, dejándolo tuerto.
Con ese contexto histórico, además de otras pinceladas que nos ofrece el narrador en tercera persona a través de los numerosos ‘flashbacks’, llegamos a un presente con el que comienza y termina la novela, que es circular, donde hay un incendio. En él muere Edelmiro, que estaba con sus cabras por el monte, e incluso un macho cabrío aparece sin la cabeza, en forma de advertencia, de chantaje e incluso de amenaza.
A través de capítulos breves impregnados de diálogos que descongestionan la narración, el lector se introducirá en una historia de la que querrá saber más. El misterio y las sospechas correrán entre los personajes, pero brevemente, ya que el dinamismo de la novela no permite disertaciones desahogadas. Edelmiro tenía una mala relación con su hijo, pero también guardaba el rencor de antaño de Marino. Pero, realmente, ¿quién iba a hacer una cosa así?
La disputa por terrenos, la hostilidad de unos a otros, eran pruebas auspiciadoras de que alguna desgracia estaba por venir en el pueblo, provocada por esos rencores acumulados o de manera accidental por las malas condiciones en las que se encontraba el monte y la desatención que sufría por parte de la clase gobernante.
En esta historia de venganza y rencor, el lector se verá implicado, hará sus propias conjeturas y se sorprenderá con una explicación y un desenlace que darán mucho que pensar sobre el mundo rural español, las pasiones ocultas, los vicios, los secretos y sus intentos de esconder aquello que no debe saberse nunca.
Cabe destacar que la novela incluye algunos toques de humor que aligeran el peso del misterio y la oscuridad que rodea a la historia. Asimismo, el autor incluye una ácida crítica a la clase política y a su único objetivo de obtener votos a través del nepotismo y la demagogia.
Infidelidad y homosexualidad son dos elementos que resultan esenciales y terminan siendo un escándalo en un municipio tan pequeño, y más si en ellos se ve implicado una autoridad del mismo. De ello se habla como si fuera delito, pues así parecen verlo algunos, que lo intentan ocultar de la manera más rastrera que existe para querer mantener la dignidad que perdieron hace mucho.
Una novela, en definitiva, breve y directa como puntos fuertes, en la que quizás se echa en falta una mayor profundización en la psicología de los personajes. Una historia que mantiene la tensión, pero que, quizás por su brevedad, no consigue hacer demasiada mella en el lector. Por último, se agradece que tenga un final cerrado y que dé pie a reflexión en un momento en el que abundan las historias de misterio que pierden toda la belleza narrativa en un último capítulo laberíntico y desolador para el lector ávido de respuestas.

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El profesor Unrat

Heinrich Mann

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Valoración: ★★★

Notarás que está tu amor, y oirás su llanto...

Raat es profesor de instituto en la Alemania de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Sin embargo, sus alumnos se burlan de él y le llaman Unrat, que significa ‘basura’, un mote del que no podrá desprenderse en toda la novela. El profesor Unrat (DeBolsillo, 2019), de Heinrich Mann y traducido por Juan de Sola, se publicó originalmente en 1905 y salió de la mente de este autor alemán, hermano mayor del archiconocido Thomas Mann. Sin embargo, siempre estuvo a la sombra de este y sus obras fueron consideradas de mucha menor calidad.
En esta obra, Mann presenta a un personaje de lo más singular. Con mucho odio y rencor acumulado, Unrat es un malogrado profesor que tiene mala relación con su propio hijo y una vida, aunque no mala, sí monótona y tediosa. Es viudo y muestra dos caras: una ante los alumnos —como férreo y fiero— y otra ante los demás —como temeroso y cansado—. De mirada torva y ánimo irregular, Unrat vagabundea por unas páginas que le son desgraciadas. Es un hombre que aboga por las costumbres sólidas, las leyes rígidas y la autoridad estricta, nada similar a la personalidad del autor, por lo que se deduce que Mann intenta introducir una crítica feroz a través del personaje principal de esta obra.
Narradas en tercera persona, a lo largo de estas páginas nos internamos de profundis en la mente de Unrat, que tal y como él dice no conoce la amistad, pero sí la literatura. Su desenvoltura al principio de la novela será compleja. Por momentos introduce un habla coloquial en los diálogos con los taberneros con los que dialoga. Incluso aparece la jerga juvenil de la Alemania de la época.
Pero en la mayoría de las ocasiones los diálogos son tensas puñaladas. Por desgracia, Mann introduce demasiadas frases largas y subordinadas que dificultan la lectura y la hacen tediosa. Puede llegar a ser denso debido al lenguaje que el autor utiliza, al amplio espectro de personajes a veces proclives a ser confundidos y por la monotonía ocasional de sus capítulos.
Mann retrata en El profesor Unrat una sociedad de pan y circo que parece ignorar todo lo demás, aquello que, precisamente, Unrat parece saber. El mundo le es hostil en general, la gente lo trata mal y pasa por momentos de vergüenza e incluso miedo. Hay tres alumnos en concreto que se la tienen jurada, y precisamente la entrada en escena de una mujer cambiará las tornas y le empujará a luchar por ella, aunque haya que enfrentarse a esos tres insubordinados.
Ella se llama Rosa Fröhlich. Es una artista con mala fama entre la gente, pero a ella le da igual el qué dirán. Rosa será el núcleo del enfrentamiento entre Unrat y los alumnos, entre Unrat y la sociedad, entre Unrat y sí mismo. A partir de su relación más que amistosa con Rosa se comenzará a hablar mal de Unrat. Pero eso a él, lejos de preocuparle, casi le enorgullece o, simplemente, evita escuchar esos rumores.
Se tiene la impresión a lo largo de la novela de que algo va a ocurrir, hay una tensión dormida que el autor plasma buscando el desasosiego del lector. En todo momento hay un conflicto entre la autoridad del profesor y la osadía juvenil de los alumnos.
Hay una evolución del personaje de Unrat desde el principio hasta el final. Pese a que la base de su carácter no la pierde, sí es verdad que se deshace de cierto temor que tenía al principio, quizás por la compañía de Rosa, que en cierto modo le hinche de orgullo. Se dice que Unrat era fuerte, solo le faltaba ser feliz. En realidad, en su fuero interno su objetivo es corromper y destruir la sociedad que le trata tan mal, y en cierto modo consigue alterar el tranquilo y decente devenir de las gentes que le rodean.
Varias líneas narrativas atravesarán la trama: por un lado, la vida y el carácter de Unrat. Por otro, la figura sensual —e idealizada por Unrat— de Rosa, y luego la juventud desacomplejada e irreverente presentada por los tres alumnos.
Un final precipitado y algo violento clausurará los sueños de Unrat. La guinda la pone un epílogo de Luis Fernando Moreno Claros, donde conocemos más en profundidad al autor, al que apenas se lee. Es un autor cuya obra está muy excluida de los gustos literarios actuales, sin duda. Hoy en día, una obra como esta es difícil que guste o siquiera que entretenga a algún joven lector ante la avalancha de títulos sabrosos que se publican cada año con sinopsis más atractivas e historias aparentemente más jugosas.
En la novela hay temas y críticas para todos los gustos: crítica al amor —uno de los personajes llega a decir que el amor físico es repulsivo—, al consumismo, a la burguesía, a los gastos lujosos, al dinero en general y a la sociedad proclive a los chismorreos. También hay pinceladas de amor, mucha misantropía, autoridad, soledad, marginalidad y rencor. Ya se dice en el epílogo que Mann fue crítico en todas sus obras en general. Esta es, probablemente, una de sus novelas más conocidas —se llevó al cine como El Ángel Azul en 1930— junto a El súbdito.
A rasgos generales, es un libro del que se puede aprender mucho sobre el ser humano y sus pasiones. “Notarás que está tu amor, y oirás su llanto…”, se dice al comienzo del octavo capítulo. Y Unrat lo notará hasta el punto de que el devenir estará determinado por él.

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