Cuando llevaba leída un poco más de la mitad del libro, pensé que los versos de Berger Martin eran un ejemplo de varias cosas que no se debían hacer en la poesía. Los poemas, sobre todo los del inicio, tienen rimas que parecen un poco forzadas, como:
«He visto el día cansado/de la noche puesto al lado/ Cerrar sus pestañas en su puesta de sol/ y de su luz rosada perder el control.»

Además, algunos versos carecen de cohesión y lo que explican es algo obvio, poco profundo. Sin embargo, toda mi percepción cambió al leer el epílogo. EL autor de este libro tenía 18 años cuando lo finalizó y su poemario recopila en orden cronológico poemas que realizó desde sus 13 hasta sus 18 años. Ahora que he terminado el libro y lo he revisado en busca de la evolución, ciertamente puedo decir que durante todo el libro su autor tuvo un progreso y que de los últimos poemas varios me llamaron la atención. Está claro que el autor necesita mucha práctica, mucha lectura y mucha escritura, pero la escritura es constancia y progreso, y eso es algo que él ha forjado desde sus 13 años. Es muy lindo ver la evolución de los escritores, ciertamente me gustaría leer al Henry Berger Martin futuro.