Es curioso que, a pesar de que escribo bastantes relatos cortos, porque suele ser el formato que piden en los certámenes literarios, no acostumbro a leer libros de relatos, porque me inclino más por la novela larga.  Sí que recuerdo haber disfrutado, hace muchísimos años, con «Cuentos de Eva Luna» de Isabel Allende, unos relatos llenos de magia, con su peculiar estilo y en los que se describían y mostraban el universo personal de la escritora chilena, que como os he contado ya, es una de mis preferidas.

En «Finales que merecen una historia» para empezar ya la dedicatoria es un golpe de efecto, un anticipo de la increíble lección que vamos a recibir. Y el prólogo es otro importante anuncio de las moralejas que nos esperan en cada página.  En este libro se recogen veinte relatos que nos sorprenden con un final inesperado.  Pero lo primero que me sorprendió es que cada uno de ellos comienza con una preciosa ilustración y con una o dos citas.  Esos maravillosos dibujos están diseñados con un formato de cartel cinematográfico.

Sin duda, es un libro para leer despacio, en pequeñas dosis, porque cada relato te hace pensar, te hacer darle vueltas a un tema en concreto.  Creo que lo más oportuno es leer uno cada día y también que el mejor momento para hacerlo, puede ser por la noche.  Eso sí, si duermes bien, porque cada tema rondará tu cabeza durante un buen rato.

Cada relato trata sobre un tema en concreto, entre otros, el suicidio, el acoso, las discapacidades, la felicidad, la obsesión por el paso del tiempo o enfermedades como el Alzheimer.  Son temáticas cotidianas, que todos hemos vivido de una forma o de otra.  Después de leer el relato correspondiente sobre cada uno de las cuestiones, te replanteas muchas cosas y lo llevas a tu propia existencia, aunque nos llegues a cambiar tu criterio sobre ese asunto en concreto.   Y eso es lo mejor de este libro, que busques de nuevo tu posición sobre cada planteamiento, que lo analices de otro modo.

Me impactó el relato dedicado al tema del Alzheimer, porque intenta mostrarnos qué pasaría si de repente alguien con esa enfermedad empezase a recordar y supiese cómo le han tratado cuando el resto de las personas pensaban que no volvería a recordar.  Cómo siente y percibe lo que pasaba a su alrededor cuando no era capaz de recordar. ¿No os parece alucinante?

«A partir de allí, ya no era él.  Había una densa niebla entre él y el mundo». 

El relato más especial, más personal, que te toca más la fibra y apela a tu sensibilidad es «El rugido del León», porque el escritor lo escribió cuando aún tenía cáncer y no sabía si lo superaría.  En el mismo hace referencia a su forma de ver el cáncer y a personas con las que convivió durante su ingreso en el hospital, sus amigos y familia, como León, mientras se enfrentaba a la dura enfermedad.

«Y es que la gente que te ilumina jamás muere dentro de ti» 

Lo cierto es que este libro te obliga a pensar, pero también es todo un alegato de la vida, de las ganas de luchar, de que debemos ser positivos, de la intensidad y la pasión que hay que poner en cada cosa que hacemos… y eso es ¡tan tan importante! Es un libro que transmite lo importante que es vivir intensamente, aprovechando cada instante.  Y ese es un mensaje que tenemos que grabar a fuego en nuestra mente y, sobre todo, en cada uno de nuestros actos.

No obstante, esconde asimismo una crítica solapada a nuestro papel en la sociedad, a nuestra forma de comportarnos con quienes tenemos cerca.  Nos obliga a preguntarnos si sabemos estar a la altura de quien nos necesita, si nuestra actitud es la correcta cuando nos encontramos con personas que están padeciendo una enfermedad, que sufren una enfermedad, que están combatiendo una situación difícil e incluso desesperada.  ¿Siempre sabemos apoyarles y ofrecerles nuestra ayuda? ¿Escuchamos su «Quédate conmigo«?.

Os recomiendo que dediquéis vuestro tiempo a saborear cada uno de estos magníficos relatos, extrayendo aquello que os resulte útil en cada momento, porque en cada etapa necesitamos un consejo, una experiencia, una enseñanza diferente.  Os aconsejo que os detengáis casi en cada frase y, por supuesto, en las ilustraciones, creadas por Vera Navarro.

Ya sabéis, cuando lo hayáis leído ¡contadme vuestra opinión!

Y recordad que jamás debemos conformarnos.