“¿Cómo explicarte cómo me sentí? Supongo…, bueno…, en Nueva York puedes pasarte diez años intentando hacer algo sorprendente, algo que capte la esencia de una idea con tanta perfección que de repente el mundo sea diez veces más claro. Es bonito, tiene fuerza y alguien le ha dedicado gran parte de su vida. Las noticias lo comentan, todo el mundo dice ‘¡Es genial!’, y al día siguiente lo olvidamos y prestamos atención a otra cosa absolutamente perfecta y sorprendente. Eso no implica que esas cosas no sean maravillosas y únicas”.

En una novela que se aproxima a temas fundamentales como nuestra participación en las redes sociales, los peligros de la fama y el eterno misterio en torno a la posibilidad de vida extraterrestre, nos encontramos con April May (sí, ése es su nombre), una veinteañera muy divertida, pícara, irreverente y frontal, con una personalidad fuerte y directa. Además de tener en cuenta el uso de la primera persona, creo que me encariñé con ella muy rápidamente, desde los primeros párrafos del libro, más allá de que muchas de sus decisiones y actitudes a lo largo de sus aventuras por las calles de Nueva York me parecieron lamentables. Sus reflexiones me resultaron graciosísimas. Es decir, es casi imposible no encariñarse con alguien que, de buenas a primeras, confiesa:

“… vas a tener que lidiar con el hecho de que yo, April May, además de ser una de las cosas más importantes que le han sucedido a la raza humana, soy también una veinteañera que ha cometido algunos errores… Lo que significa que tendrás que entenderme a mí, no sólo mi historia, de modo que no te sorprendas si hay algún que otro drama. Voy a intentar contarla con sinceridad, pero también incluiré bastantes argumentos en mi favor”.

Una madrugada, regresando a su casa, April encuentra una escultura gigante de extrañas características y, con la ayuda de su amigo Andy, decide grabar y compartir un video hablando de ella. En pocas horas, Carl, esa misteriosa estatua (junto con el resto que han aparecido en distintos puntos del planeta), se hace viral, al igual que April. Y es a partir de ese momento que comienza una aventura con el afán que comparte casi toda la humanidad por descubrir el origen y el propósito de los sospechosos Carls: ¿son inofensivos? ¿De qué están hechos? ¿Cómo se explica su repentina aparición? Amigos, familiares, gobiernos, agentes secretos, periodistas, investigadores, especialistas, charlatanes y fanáticos se mezclan en esa búsqueda extrema y con tintes de ciencia ficción, que tiene a April en el centro y que hará lo necesario para permanecer en ese lugar, mientras se cuestiona su propia identidad al mismo tiempo. Me resultó totalmente imposible dejar de leer por la ansiedad de llegar al último capítulo, ¡tan atrapante como cautivador! Y como si toda esta trama no resultara ya suficientemente intrigante, el libro termina con un suspenso increíble y nos deja con sed de más (y es por eso mismo que jamás empiezo una saga si no están ya todos los libros publicados y, si es no es mucho pedir, en Argentina). ¿A quién le gusta esperar?

«Hay cosas que callamos porque decirlas implica hacernos cargo de algo que no podemos afrontar y utilizamos el silencio como somnífero. Pero todo lo que se duerme en algún momento vuelve a despertar, y no hay nada que tenga más ganas de salir a la luz que una historia que se despierta y descubre que está enterrada bajo años de olvido».

Todxs tenemos un amor pendiente, de Angie Sammartino, es una breve novela de ficción contemporánea. Se trata de una historia de (des)amor, de amores pendientes basada en sus propias vivencias (¡me encantó conocer este detalle biográfico!) y narrada con la ayuda de recuerdos, refranes populares, canciones pegadizas y apuntes de la facultad. A través de saltos en el tiempo, somos testigos de todo lo que ha ido sucediendo en las vidas de Azul y Joaquín entre los años 2000 y 2015. Ellos se conocen desde nenes (las cartitas de «gusto de vos» son pura ternura y nostalgia), pero diversos sucesos en sus vidas los han ido distanciando hasta vivir en diferentes continentes. Sin embargo, la magnífica e imponente Londres los reúne y es el escenario de lo que podría llegar a ser… Creo que los dos protagonistas tienen muy presentes lo que dejaron atrás y, al mismo tiempo, que un beso (dado o no) puede significar un giro fundamental en cualquier historia.

Hay dos aspectos del libro que necesito destacar. En primer lugar y junto a los personajes, la autora nos pasea por Londres y sus lugares más emblemáticos con detalle: nos lleva desde el palacio de Buckingham hasta una cabina de teléfono roja, sin dejar de recorrer la zona de Picadilly Circus. En segundo lugar, Azul es fanática del mundo mágico de Harry Potter y, por ello, decide visitar el set de filmación de las películas que tanto la han marcado, hacer un tour e, incluso, contestar correctamente todas las preguntas de un concurso en el que participa. Como verdadera potterhead, es imposible no identificarse con ella (de hecho, me hizo recordar con mucho cariño a Cath, la protagonista del libro Fangirl, de Rainbow Rowell). Y como si todo eso fuera poco, la autora misma eligió empezar su libro con una cita de Harry Potter y la piedra filosofal («Hay algunas cosas que no se puede compartir sin terminar unidos») y eso fue un mimo al corazón.

«Al principio fue difícil mirar en perspectiva y admitir que estaba yendo por el camino equivocado, cuesta entender que tenés que frenar, buscar otros mapas y perseguir nuevos horizontes. Por suerte también aprendí que algunas historias pasadas quedan pendientes para recordarnos quiénes fuimos, en el momento justo. Son pequeñas señales que nos vamos dejando como guía por si necesitamos volver a empezar».

Ahora bien, si bien es un libro reflexivo con un mensaje importante, me pareció que la historia es un tanto simple y forzada. Si bien es deseado, el reencuentro entre Azul y Joaquín es muy artificial y ellos dos, como personajes, no me transmitieron empatía. Realmente no pude conectar, ni identificarme con lo que les estaba pasando; y algunos pasajes de ciertos capítulos me resultaron aburridos, innecesarios. Por último, el final se cerró en unas pocas y apresuradas páginas y, con mucho cuidado de los spoilers, me desilusionó. En pocas palabras: definitivamente, promete más de lo que cumple.

Creo que ya dije en alguna ocasión que la ficción histórica es uno de mis géneros favoritos y disfruto muchísimo leer sobre la biografía argentina (aunque encuentro totalmente fascinante la Segunda Guerra Mundial) y es probablemente por eso que empecé a leer este libro con altísimas expectativas, que no cumplió en su totalidad.

Quiero destacar de manera más que positiva la cuidadosa investigación que debe haber llevado a cabo el autor para escribir este libro; más específicamente, me llamaron la atención las exhaustivas descripciones de las costumbres mapuches (fiestas, rituales, costumbres, alimentación, vestimenta, viviendas, modismos, etcétera). ¡Aprendí un montón!

Sin embargo, me costó empatizar con los personajes; incluso muchos de ellos me parecieron lineales, poco definidos, y las conversaciones no me resultaron reales. Por último, la novela es un tanto predecible, aunque muy interesante y su lectura es ágil, porque no le faltan ni aventuras, ni información histórica atrapante. Por eso mismo, ¡me encantaría seguir leyendo a este autor! ¡Sé que promete mucho!