Como pasa muchas veces, creo que me gusta más el título original de esta novela: The flatshare, que sería algo así como El piso compartido. Quizás haga más referencia al piso como nexo de unión o de encuentro que a los dos, como pareja romántica de esta historia. Yo me decanto por la primera opción porque, si bien es una comedia romántica donde hay dos personajes que coinciden y se enamoran, el toque feel-good se come a la parte romántica de esta historia y, en eso, el piso es lo que hace de conexión, sobre todo al principio. 

No sé si habéis leído algo sobre la autora, pero investigando un poquito, y gracias a lo que aparece en una de las solapas del libro, esta es la primera novela de Beth O’Leary, licenciada en Lengua Inglesa y editora de libros infantiles. Vive en el campo y, según lo que ella dice, escribió este libro en el tren de ida y vuelta del trabajo, y benditos viajes, creo que supo sacarles mucho partido. Creo que esto dice mucho de ella y de sus próximas novelas.

La novela, a partir de una estructura sencilla y en cierta manera original, está escrita en primera persona y está dividida en ocho grandes bloques que llevan una línea temporal continua (febrero, abril, mayo, julio, agosto, septiembre, octubre y septiembre). Tenemos, en principio, tres líneas argumentales diferentes y que casi podrían ser historias paralelas, o distintas, siendo su único nexo el piso. Por un lado tenemos la historia de Tiffy, su reciente ruptura, de la que no está recuperada, su trabajo, sus expectativas en la vida y sus amigos; por otro lado está León, con su pareja, su trabajo que ocupa sus noches y define lo que es, y además con su hermano como otro pilar importante de su vida; y la tercera trama son ellos y esa convivencia vía notas que tienen, ellos comparten entorno pero no coinciden. Las tres historias avanzan de manera paralela y no se llegan a cruzar hasta que ya estamos tan metidos dentro de cada una que se hace natural esa confluencia. Esto ocurre más o menos cuando llevas un 20% leído.

No de trata de compartir piso, TIFF, es compartir cama. Compartir cama es raro ?dice Mo con preocupación
Curiosamente el libro comienza de una manera que no esperaba; yo creía, porque «voy de lista» en esto de las comedias románticas, que iba a encontrarme con un chico y una chica, que se iban a llevar mal, que se pelearían, que se comunicarían a través de notitas y que ahí estaría la diversión de la lectura. No es que en parte no sea así, pero tampoco lo es en su conjunto; sí que tenemos un chico y una chica, sí que viven juntos pero no coinciden, sí que se hacen amigos, sí que se encuentran y sí que se descubren desde esa amistad que la confianza proporciona y desde esa comprensión que alguien cercano puede aportarte. La situación de cada uno de ellos suscita tu interés mientras lees, te invita a seguir leyendo, y el no saber qué ocurrirá y cómo ocurrirá, ayuda a disfrutar de esta lectura.

Como ya os he dicho, cuando has avanzado en la lectura las historias empiezan a entrecruzarse. Es verdad que esa forma de estar separadas al principio puede hacer que a algún lector le cueste engancharse pero a partir de esa unión va todo más fluido y la lectura se precipita, no por la historia, que está muy bien construida y llevada, sino más por la lectura, que se termina de un tirón. A mí, personalmente, esa forma que tiene la autora de reproducir los diálogos, sobre todo los de Leo, me ha resultado muy personal y diferente. Casi parecían guiones, la verdad.

Yo: Es diferente. No tengo por qué ver a Tiffy. En realidad, nos limitamos a dejarnos notas.

El señor Prior asiente con aire pensativo.

Señor Prior: El arte de escribir cartas. Una carta es algo profundamente… íntimo, ¿no te parece?
Tiene algo de epistolar que engancha. Las notas forman parte de sus comienzos y aportan un toque tierno, incluso romántico, y muy cercano a los personajes. Personajes de los que te acabas enamorando un poquito, a pesar de esa forma alocada de ser de Tiffy, que hace cosas sin pensar, pero que no deja de parecer cariñosa, tierna, divertida; y a pesar de que León es callado y raro,  porque acabas disfrutando de su tranquilidad y de su gran sensibilidad para con los demás.

El resto de personajes completa la historia y estoy convencida de que cada lector tiene a su favorito. Yo, personalmente, creo que me quedo con el hermano de Leo, aunque la forma de ver la vida de la amiga abogada de Tiffy me hace dudar. 

A la gente le cuesta entender que la cuestión no es si van a morir o no; los hospitales de cuidados paliativos no son simplemente lugares donde ingresas para agonizar lentamente. En nuestros pabellones hay más personas que sobreviven y reciben el alta que personas que mueren. Se trata de encontrarse a gusto en el transcurso de algo irremediable y doloroso. De hacer más llevadero el trance.
Son personajes muy tiernos, y muy reales, cada uno con su pasado, con sus fantasmas, pero nos muestran su cara positiva, su vivir la vida, de tirar hacia delante; de ahí que el feel-good esté muy presente. Aún teniendo historias sencillas, no dejan de ser de personajes que todos podríamos conocer, y querer. 
Es curioso hasta qué punto puedes llegar a conocer a alguien por el rastro que deja

A menudo pienso que debe resultar muy agotador ser Tiffy. Da la impresión de gastar una gran cantidad de energía incluso a la hora de redactar notas. No obstante, es bastante alentador encontrarlas al llegar a casa.
Me gusta el tono en el que está escrito, cómo van sucediéndose los meses, los diálogos entre ellos, las situaciones que se provocan, los pequeños gestos que tienen el uno con el otro; yme pregunto si en inglés me gustaría más. Creo que sí, es una pequeña intuición; tengo la sensación de que en inglés tendría un tono más cercano ese humor serio, irónico, pero amable y directo, y con mucho más fondo del que aparenta.

En definitiva, me ha resultado una comedia romántica muy entretenida sobre el encuentro de dos personas, sobre lo importante que es quererse a uno mismo y estar con alguien que sepa valorar lo que eres y lo que te hace feliz. Es una novela sobre la esperanza, sobre la confianza, sobre no rendirse, sobre la amistad que complementa y no anula, y, por qué no, sobre el amor. Es muy fácil de leer. No tiene unas grandes partes románticas, no te saca una lagrimita y no te estruja el corazón, pero no creo que sea ese el objetivo de la historia,simplemente te deja muy buenas sensaciones porque sí existe la felicidad; de ahí que huela a feel-good.

Un pequeño apunte: es curioso lo de los zorros; hace poco he visto una serie (Fleabag) donde un personaje ve zorros por todas partes, así que mi pregunta es ¿en Londres se ven zorros? Lanzo la pregunta al abismo sin esperar una respuesta certera.

Christie Watson trabajó como enfermera durante veinte fructíferos años, a lo largo de los cuales fue testigo del milagro de la vida y del impacto de la muerte, asistiendo a los pacientes al mismo tiempo que reconfortaba a las familias. Dentro del mundo de la enfermería, pasó por las diferentes áreas en las que se divide y adquirió habilidades que le permitieron cambiar tanto a nivel profesional como a nivel personal. De la mano, es un libro de no ficción en el que la autora pretende plasmar su propia experiencia, poniendo en palabras lo que vio y sintió, los lazos que creó con las personas que conoció y el efecto que tuvo en ella lidiar día tras día con situaciones complicadas de asimilar. En definitiva, abre las puertas de su mundo para mostrar lo que implica ser enfermera.  

Esta biografía es el medio a través del cual Christie Watson da a conocer no solo las funciones que realiza una enfermera, sino los sentimientos que se esconden tras la profesional que desempeña el mencionado trabajo y las cualidades que debe poseer más allá de los conocimientos técnicos. De hecho, el foco central del presente relato es poner de manifiesto que la bondad, el respeto, la humildad y la empatía son características extremadamente necesarias para atender de manera correcta a los pacientes, para que se sientan arropados en ese momento tan difícil por el que están pasando y tengan a una persona más en la que apoyarse. Para poder desarrollar dicho tema, la autora rememora algunos de los casos que le dejaron huella por razones diversas y explica su propia evolución como enfermera, proporcionando información acerca de sus primeros días como residente, enumerando las áreas por las que pasó y hablando de lo que aprendió en cada una de ellas. En esta misma línea, trata de mostrarnos lo complicado que es para una enfermera no vincularsecon las personas a su cargo y lo duro que resulta ser plenamente consciente de si van a sobrevivir o no. Por supuesto, no solo se abarcan las partes tristes y oscuras que pueden experimentarse en un hospital, pues la amistad, la admiración, la superación, el agradecimiento, la esperanza y la alegría son aspectos que también están muy presentes en el libro.

Por otra parte, la autora también deja entrever lo poco valorada que está la enfermería en comparación con la medicina así como el bajo porcentaje de hombres que trabajan como enfermeros, especialmente en Reino Unido, resaltando el hecho de que no se haga absolutamente nada para cambiar tal deficiencia. Al mismo tiempo, nos expone las desigualdades que se fomentan entre hombres y mujeres dentro del sistema sanitario y que se producen tanto a nivel salarial como en términos de promoción e importancia.

\»A diferencia de las campañas para aumentar la presencia de las mujeresen el campo de la medicina…en el campo de la enfermería no se han desarrollado tales campañas destinadas a los hombres.\»

\»Mi experiencia me dice que los hombres con los que he trabajado en enfermería ascienden más rápido a puestos de dirección. Y los estudios demuestran que, aunque hay muchas más mujeres enfermeras, el número comparativamente menor de enfermeros recibe salarios más altos.\»

Asimismo, menciona muy levemente su preocupación por el cuidado que reciben los ancianos, ya que muchos se encuentran en situación de riesgo y no tienen a nadie que se ocupe de ellos. Incluso cuando se encuentran hospitalizados, no siempre son tratados con la dignidad que se merecen y son relegados a un segundo plano. Además, se encarga de subrayar la escasez de recursos y espacio de los hospitales, la impactante diferencia entre los pabellones públicos y privados y la lentitud con la que los avances se traducen en mejoras en nuestra calidad de vida, asegurando que los resultados de esa aplicación no se asemejan a los esperados.

\»En una época en la que lo tenemos todo, en la que nuestras condiciones de vida son mejores, en la que nuestra salud general y educación deberían ser universalmente superiores, estamos sufriendo más que nunca. \»

Teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto y tratándose de un libro de no ficción, no podemos hablar en ningún momento de personajes, pero sí que nos encontramos con dos protagonistas totalmente identificadas. La primera de ellas es la mismísima Christie Watson, de la cual conocemos todos y cada uno de los pensamientos, sentimientos y recuerdos que ella desea mostrarnos. Nos cuenta la forma en la que acabó siendo enfermera, las diversas opciones que barajó antes de decidirse por la sanidad así como el camino que recorrió y las dificultades a las que se enfrentó a lo largo de los años. Nos hace participes tanto de su vida profesional como de la privada, de tal forma que podemos hacernos una idea bastante clara de su personalidad, de sus intereses y de sus puntos de vista respecto a determinados temas. En este sentido, vemos a una mujer fuerte, emprendedora y llena de sensibilidad, que atraviesa periodos de incertidumbre y tristeza y que tiene sus defectos y sus virtudes. Tiene sus propias opiniones, como cualquier ser humano, y estas pueden estar ligadas a su experiencia personal, sus valores y juicios o ser comunes a las de un grupo de personas, pero nunca las esconde por controvertidas que sean. Esto implica que cada lector o lectora congeniará con ella de forma distinta, pues la entenderá de acuerdo a su manera de ver las cosas.

Mónica Vázquez es quien escribe, pero se convierte en Electric Nana cuando el reto es subirse a los escenarios. El arte de romperlo todo es su primera incursión en el mundo de la novela, y aunque ha elegido un tono fresco y juvenil para su narración, se encuentran entre líneas reflexiones más profundas y amargas de lo que puede parecer en un primer vistazo.

Miranda es una chica joven que sueña con dedicarse a la música. Su momento parece haber llegado cuando Kooling Art, una de las principales discográficas, decide apostar por ella. No tardará en darse cuenta de que, firmando el contrato que le han puesto delante, está condenando su carrera tal y como ella la soñaba.

Un día decide dejarlo todo, coger un avión a Edimburgo donde vive su abuela (a la que casi ni conoce) y empezar una nueva vida lejos de las poses y mentiras de la industria musical. La novela va alternando capítulos de la andadura musical de Miranda, con otros de su partida de Madrid y llegada a su nueva ciudad.

Esta novela me llegó de parte de la editorial, y comencé a leerla sin saber nada, sin haber leído la sinopsis siquiera. Días más tardes la vi en Fnac, y vi que estaba situada en Romántica, lo cual no encajaba, al menos, con la parte de libro que había leído hasta el momento. Lo cierto es que yo no soy lector de novela romántica, es un género que no me llama la atención ni termina de conquistarme, pero me atrevería a decir que esta no es una novela romántica al uso. Para mí ha tenido más peso en la historia la búsqueda personal de Miranda, la determinación de dejarlo todo y empezar de nuevo, el ejercicio de autoconocerse a través de su abuela y sus nuevos amigos… que el componente romántico que no deja de ser una parte de la historia.

Sea como sea, es una novela que ha conseguido entretenerme y que he leído en apenas tres días. Una lectura ligera que reúne en algo más de trescientas páginas muchos toques de humor, varios momentos amargos, más de un tierra trágame, pero sobre todo mucha fuerza y ganas de renacer.

La dieta Paleo es la única que en vez de haber sido creada por un médico, fue creada por la naturaleza. Durante millones de años se tenía que cazar y recolectar para comer. Aunque el cuerpo de nuestros ancestros cavernícolas es igual al nuestro, su alimentación fue reemplazada por pan, arroz, otros cereales y azúcar, desde que se inventó la agricultura hace pocos miles de años.

Los humanos de zonas cálidas son negros para protegerse del Sol. Es innegable que nuestro cuerpo se adaptó al ambiente y seguramente a los alimentos. Nuestro cuerpo ha sido diseñado por la evolución para comer los alimentos de la Dieta Paleo o Dieta Paleolítica.

Gracias a su alto contenido de proteínas es más fácil controlar el apetito. Los ataques de ansiedad disminuyen 3 días después de reemplazar los alimentos que aumentan el apetito (estos carbohidratos) por proteínas que quitan el hambre.

Los hombres se adaptan más fácilmente a la Dieta Paleo porque permite comer carnes, mientras se alejen los carbohidratos. 

Es definitivamente muy saludable para los que engordan por culpa de la resistencia a la insulina o alguna otra causa hormonal. 

Lo mejor de la Dieta Paleo es que también recomienda seguir estas reglas al dormir para adelgazar y resalta que la intensidad es más importante que la duración del ejercicio. Por eso: 5 minutos de este ejercicio es mejor que una hora caminando. Así pues El libro del Método Paleo de Airam Fernández propone 100 días para salvar tu vida a base de nutrición, ejercicio y hábitos saludables.