Di mi nombre narra una historia muy típica en el ámbito de la erótica actual: una joven y ambiciosa Sylvia Brooks desea subir de escalafón en el imperio de la construcción y la arquitectura. Para poder alcanzarlo, tiene que conseguir liderar la construcción de una urbanización en una isla paradisíaca. Pero oh, ¡qué sorpresa! para conseguirlo necesitará la ayuda de uno de los arquitectos más célebres del momento: Jakson Steele.A diferencia de otros libros con las mismas características, ellos ya se conocían de un affaire que tuvieron hace cinco años, y esos sentimientos siguen ahí, en cada conversación, cada mirada; pero Jakson ya no está por la labor. Ya no le debe nada a Sylvia y así se lo hace saber.

Y aquí comenzará una serie de enredos como ya estamos acostumbrados. Que si lo quiero, que si no; las típicas escenas donde el orgullo gana al amor que sienten y demás. Y eso es justamente lo que más me ha molestado: trama que no cambia de libro en libro.

Si sabéis a lo que vais, adelante; pero sino, mejor buscar otro libro (o otra temática).

Laura va a por todas nos cuenta la historia de Laura, una chica que apunto de cumplir los 30 siente que su vida no está completa, que necesita algo más: una boda y un marido. Todo esto se acentúa cuando su mejor amiga, la que juraba y perjuraba que nunca se iba a casar, lo hace. ¿Cómo puede ser que ella lo haya hecho antes que Laura? Esto no tiene cabida en su cabeza pero, como buena amiga, decide ir, apoyarla y sobretodo divertirse puesto que, como siempre dicen, «una boda da lugar a otra boda» y efectivamente, en cuanto ve a Mateo, un amigo del novio, sabe que él será su marido.

Esta relación, desde el principio, no es nada fácil puesto que mientras Laura vive en Zaragoza, Mateo lo hace en Barcelona y ella no está segura de que la cosa funcione. Pero lo intentan y menos mal que lo hacen porque gracias a ello podemos ver como su relación va evolucionando de una manera muy bonita y especial.

No os mentiría si os digo que gran parte del libro nos cuenta como transcurre su historia de amor y es que Marta Francés nos cuenta los altibajos y la montaña rusa emocional de esta pareja de una manera amena y romántica. Aunque puede que esto haya sido una de las cosas que más me ha decepcionado, sin duda, el final lo arregla bastante.

Al recibir el libro me sorprendí al ver lo pequeño que era (como soy tan inteligente no me di cuenta que era de la editorial Debolsillo, ole yo) y las poquitas páginas que tenía pero por ello no tardé en devorarlo. Uno de los puntos buenos que le encuentro a Laura va a por todas es la forma en que su autora narra la historia (en primera persona) de una manera tan fresca y divertida. Entra muy muy bien.

Además, nos encontramos ante unos personajes muy diversos y divertidos que, aunque no diré que son mis preferidos, si que me han hecho sacar alguna carcajada. Tanto Laura como Mateo son personas que, tranquilamente, podrías encontrarte por la calle y, tal vez, enamorarte de ellos. Sin duda, si tuviera que destacar a un personaje sería Mateo porque, aunque no tiene todo el protagonismo que yo quería (espero que en el segundo esto se arregle) me ha encantado. ¡Ojalá existiera de verdad!

Por último, nos encontramos con ese final… ¡Qué final! No me lo esperaba para nada (es más, no me esperaba que este libro tuviera una continuación) y es que claro, como buena leedora de romántica tu te esperas que haya una pequeña confrontación y que luego colorín colorado todo se arreglé. Y no. No tiene nada de eso. Solo os diré que me dejo bastante descolocada y que por ello quiero leer el segundo para sacarme el gusanillo.

En conclusión, Laura va a por todas es una historia bastante divertida y fresca que podrás devorar en muy poco tiempo y que te dejará con ganas de más.

Yo sí que me cuido es el nuevo libro de Patrica Pérez y la continuación de Yo sí que me cuido y Yo sí que cocino, todos ellos con muchas recetas para hacer nuestra propia cosmética, para adelgazar a nuestro ritmo y para preparar unas comidas muy ricas, respectivamente.

¿Nunca os habéis preguntado que llevan todas las cremas que nos ponemos en la cara? ¿O si todo nuestro cuerpo absorbe estas sustancias perjudiciales? Y peor aún, si esto pasa ¿a dónde van? Pues Patricia Pérez si se lo preguntó y creó este libro.

Cuando abrimos Yo si que me cuido nos encontramos con un recetario lleno de ideas y productos para crear nuestro propio cosmético sin necesidad de malgastar el dinero ni nuestro medio ambiente.
Los primeros capítulos de este libro nos cuentan un poco el porqué su autora decidió crear sus propias recetas y todo los contaminantes que nuestro cuerpo absorbe de los productos que compramos en las tiendas. A continuación, nos encontramos con todos aquellos ingredientes que son esenciales para crear champús, mascarillas y cremas. Por último, ahora sí que sí, nos encontramos con todas las recetas organizadas por como se pueden utilizar y donde: cuerpo, cara, maquillaje, mascarillas…

Cuando abrí el paquete no me espere el formato en el que está impreso este libro. Me pensaba que sería más parecido al tipico libro de tapa dura /blanda rectangular (sí, no se porqué pero me pensaba que iba a ser así) pero Aguilar nos sorprende con una edición bastante cuadrada y bonita. Creo que esto es un gran punto a favor puesto que, por lo menos para mí, la edición y encuadre de las fotografías son cosas fundamentales en recetarios ya que nos hacen querer crear todas estas cremas.

Como único punto en contra, aunque creo que esto es muy personal, me parece que que todo (o mucho) lo que te ahorras por no comprar cremas industriales, te lo gastas en comprar los ingredientes.
ara crear más de la mitad de la cosmética que aparece en el libro necesitas ir a tiendas especializadas, ya que no creo que puedas encontrar los diferentes tipos de esencias o los coagulantes en el típico supermercado de pueblo.

En definitiva, Yo sí que me cuido es un recetario bastante currado con muchísimas formulas para hacer tu propia cosmética si no crees en la convencional. ¡El movimiento eco ha llegado!

Nos encontramos ante una novela muy compleja, con una profundidad que cuesta encontrar en el panorama literario actual. Esto lo podemos comenzar a detectar ya al comienzo de la historia, puesto que el autor nos presenta Los ángeles de hielo a través de distintos narradores: tres para ser exactos. Puede que al principio, en los dos o tres primeros capítulos, cueste un poco encontrar la onda al libro (a mí por lo menos me pasó) porque se nos presentan muchas incógnitas y sobretodo por el lenguaje un poco rococó del doctor Freixas pero pronto las ganas de saber más ganan a estos defectos.

Al ser Los ángeles de hielo una historia coral es difícil describir a todos los personajes que aparecen en ella, por lo tanto, intentaré hablar solo de aquellos que son importantes para la trama y sobre los que más me han gustado.

 Como protagonista tenemos a Frederic Mayol, un psiquiatra austriaco que después de haber vivido de cerca todos los horrores de la Primera Guerra Mundial, decide dejar su ciudad natal y trasladarse a Barcelona, donde vive su padre, Horaci y que resulta ser el lugar perfecto para empezar un libro sobre todas sus experiencias como soldado gracias a la neutralidad de España en la guerra. Ya antes de empezar a trabajar en un sanatorio mental en Sant Pol puede sentir lo tranquila y sosegada que será su estancia allí pero, para su desgracia, está totalmente equivocado por dos razones: por el propio edificio y por los pacientes que ahí habitan y porque su corazón dará un vuelto que nunca podrá olvidar.

Todo comienza cuando al poco de llegar al pueblo conoce a Juanjo Alcázar, un periodista de La Vanguardia metomentodo pero con buen corazón que le presenta los hermanos Raventós a Frederic. Gerard es gracioso y bastante sagaz pero quien de verdad impresiona al chico es Blanca, tanto por su inteligencia como por su atractivo. Sienten la chispa del amor desde el primer momento en el que sus miradas se cruzan pero lo que no sospecha Frederic es que el pasado de ella está relacionado con el edificio donde él trabaja, antes un colegio para chicas adineradas.

Y, esa es la segunda razón puesto que hace una década hubo un incendio en el colegio que trastocó la vida de los ángeles de la señorita Aguéda, Blanca incluida y, que para infortunio de Frederic, le hará involucrarse en el meollo tanto por ser el amado de ella como por los pacientes a los que trata en el edificio.

Como veis, Toni Hill consigue crear una atmósfera tétrica y absorbente alrededor de una misteriosa casa. A través del diario de la señorita Aguéda (la directora del colegio) y de la vida de Frederic contada por el doctor Freixas, el autor nos permite adentrarnos en una Barcelona misteriosa, llena de incógnitas y con un asesino suelto.

 Uno de los pocos aspectos negativos con los que me he encontrado en la historia es la relación de Frederic con Freud ya que me habría gustado que hubiese profundizado un poquito más en la psiquiatría freudiana y en su relación y no solo quedarse en esas cartas tan cortas con Anna, la hija del psiquiatra (aunque digo esto desde mi humilde opinión).

En conclusión, Los ángeles de hielo es una novela fascinante y profunda que nos hace adentrarnos en una Barcelona misteriosa, llena de interrogantes y cruel. ¿Es la humanidad capaz de trastocar hasta la mente más pura? ¿O quizá no existen?