Esta novela nos presenta a Serafina, una niña inquieta, curiosa y muy tierna que vive con su padre en el sótano de una gran mansión. Personalmente creo que es casi imposible no encariñarse con este personaje. Es pura inocencia, y a su vez me pareció muy astuta e inteligente. La curiosidad de Serafina y sus ansias por conocer cada vez más sobre el mundo, del cual gracias a su padre no sabe nada, en conjunto con todos los interrogantes sobre su origen y sobre ella misma la empujan a tomar riesgos y adentrarse en aventuras que, en lo que a mi respecta, me resultaron muy entretenidas. 

Esta historia no solo es muy atrapante porque su personaje principal es muy rico en virtudes, sino también porque posee un toque de misterio que hacen que el lector desee no dejar de leer hasta lograr descifrar los enigmas que oculta. Lamentablemente lo he leído en mi computadora y por este motivo tardé bastante en terminarlo, pero he de asegurar que si lo hubiese tenido en mis manos, lo habría leído en muy poquito tiempo porque incluso cuando me sentaba frente a la pantalla y retomaba la lectura, me costaba muchísimo cortar con ella para hacer otras cosas. 

Es importante, creo yo, destacar la importancia que se le da en esta narración al sentido de pertenencia, al deseo de conocer no solo lo que nos rodea, sino también lo que fue antes de nosotros y nos hace ser lo que somos; todo esto sin perder en ningún momento esos destellos de misterio y fantasía que hacen a esta novela tan particular. 

Recomiendo muchísimo su lectura y ojalá les agrade tanto como a mi.

»El Ladrón de Ciruelas» nos cuenta la historia de un verano diferente en la vida de nuestro protagonista, un niño de once años llamado Bruno.

Bruno está acostumbrado a ir cada verano a la casa de su tía Susana junto a sus padres, sin embargo, ésta vez va solo ya que ellos se están separando. Este conflicto tiene a nuestro protagonista algo confundido por supuesto, pero opta en un principio por no prestarle demasiada atención.

Junto a la casa de su tía  vive un hombre llamado Gabriel, a quien Bruno denomina »el ogro». Él es el dueño del árbol de ciruelas que pende sobre el jardín de la casa de su tía Susana y la víctima de los pequeños robos de ciruelas que nuestro protagonista realiza.

En el transcurso de la historia Bruno conoce a Marina. Para ser sincera éste personaje me encantó y me resultó muy simpático desde el primer momento. La química entre estos personajes es muy tierna y entretenida.

Algo que llamó mi atención y me encantó de verdad es el hecho de que nuestros protagonistas, Bruno y Marina, encuentran una caja cuyo contenido da a conocer una segunda historia dentro de ésta, sus protagonistas son Juan y Rosana, dos jóvenes que vivieron una bella historia de amistad en el mismo lugar que Bruno y Marina.

No quiero extenderme mucho más, así que para finalizar voy a decir que es una lectura muy recomendable. Claro que no es de mis favoritas, teniendo en cuenta que para mí ahora resulta algo infantil. Sin embargo, las dos veces que la leí me hizo sentir que a veces es bueno despegarse un poco de la lecturas más estructuradas y regresar un momento a la infancia. La autora escribió este relato de una forma muy sencilla y fresca que me gustó muchísimo, y las ilustraciones son hermosas. Espero que le den una oportunidad a este libro porque es muy bello.