Javier, Ariadna y Nerea son los tres componentes de una familia que no están pasando por sus mejores momentos entre ellos. Hace un año que Javier, invidente,  sufrió un accidente que le tiene recluido en casa ya que no logra superar el terror que le provocó aquel suceso. Todo ésto es lo que desencadena que tanto mujer e hija no entiendan el cambio de carácter del hombre y se sientan excluidas de sus atenciones, y cada una sintiendo que ya no pueden aguantarlo más opta por tomar una decisión para cambiar las cosas . Pero un caso de fuerza mayor es el que obligará al padre,  ayudado por su perro guía, a echarse a la calle y olvidarse de sus miedos para proteger lo que más quiere. A partir de entonces se dan una larga lista de despropósitos que se alargarán hasta el desenlace y mantendrán al lector en una inquietud e incertidumbre hasta el punto final.

La verdad es que en un principio me pareció que la autora se demoraba demasiado en descripciones tanto de escenarios como de pensamientos de los personajes, pero me he dado cuenta que mientras leía todas esas explicaciones era lo que me mantenía en tensión y debido a ellas me he podido poner perfectamente en la piel de los protagonistas, y sentir lo que ellos sentían. Marta Estrada es invidente desde los once años, así pues nos pone en la misma situación del protagonista desde su ceguera, algo que es difícil retratar para una persona que no es ciega, como las sensaciones y el uso de los otros sentidos más desarrollados.