Rachid Absalam es el mayor narcotraficante de Algeciras. Conocido con el apodo de Moroloco, es el responsable de introducir toneladas de hachís en el Campo de Gibraltar como punto de entrada para abastecer toda Europa con su droga. Rico, respetado por sus vecinos, temido por sus rivales y aliados, que siempre ha logrado dar esquinazo a la policía y a la Guardia Civil.

Gabriel Zabalza es comisario que lleva poco tiempo en Algeciras, destino que él mismo elige huyendo de una tragedia personal tras su ascenso. Un mando difícil que implica mucho trabajo, donde la corrupción es moneda habitual y una zona pobre donde el tráfico de drogas es un modo de vida que se transmite de padres a hijos.  

En ese ambiente será donde tenga que Zabalza para dar caza a Absalam y a otros narcos importantes de la zona, sin saber en quien puede confiar y donde ni siquiera los ciudadanos apoyan a la policía. Con el apoyo y los chivatazos de un confidente, Zabalza consigue apuntarse unos cuantos éxitos a la hora de decomisar varios cargamentos de droga, pese a que no logra detener a los distintos narcos si consigue empezar a ahogarlos económicamente.

Moroloco, que es uno de los afectados, busca una forma de solucionar con sus problemas con el nuevo comisario, hasta que recibe una propuesta de los servicios secretos de Marruecos, que le ofrecen cierta inmunidad en sus negocios a cambio de compartir con ellos información de yihadistas que cruzan el Estrecho con la ayuda de otros narcos. Una oferta que el mismo Moroloco intenta aprovechar al máximo con la ayuda de los contactos que ha ido estableciendo con los años y que llegan a las más altas esferas.

Situación que terminará afectando al trabajo de Zabalza, especialmente tras la visita de un coronel del CNI que considera más importante detener al yihadismo que el tráfico de hachís. El comisario se verá atrapado entre su deber moral, su obligación como comisario y las órdenes de sus superiores, más aún cuando Moroloco se sirva de su nueva situación para concentrar sus esfuerzos en establecer nuevos contactos y nuevas vías de negocio con la que inundar de drogas el sur de España.  

El mundo de los narcos genera atracción. Todo ese ambiente de violencia, bajos fondos, riqueza, desesperación… forman un cóctel que atrapa, ya sea en forma de serie como la misma Narcos de Netflix, o en la soberbia trilogía sobre el cártel mexicano de Don Winslow. Productos de categoría, a los que Moroloco puede mirar a los ojos sin muchos complejos.

La narración alternando entre Zabalza y Absalam ofrece una lectura ágil, y que sirve para conocer mejor a cada uno de los dos protagonistas. El más destacado es indudablemente Moroloco, que ofrece una visión detallada y minuciosa de sus negocios y la organización del tráfico de drogas. Sus capítulos destilan crudeza, violencia, habitual en el mundo ficticio de los narcos, con la salvedad de que Absalam en su papel de Moroloco no ignora ni esconde lo que es ni de lo que vive. Se convierte en un personaje carismático, que sabe endulzar su realidad a la hora de hablar con los demás, y sus capítulos son un auténtico disfrute.

Por contra, Zabalza asume más un papel habitual de policía entregado a la lucha contra la droga, pero con los suficientes matices para que resulte interesante, aunque no tanto como su contrapartida criminal. Salpicados con otro puñado de secundarios que componen una historia cargada de dobleces y buenos matices.

Tres historias distantes en el tiempo que giran en torno al nexo común del cuadro del retrato de una mujer: Madeleine.

A finales del siglo XIX, León Carbó es un joven catalán de familia acomodada aficionado al arte, la vida nocturna y los burdeles que no muestra ningún interés en seguir los pasos del negocio familiar.

Unos años más tarde, en 1905, una niña quiere viajar a París como regalo de su décimo cumpleaños. su madre intenta que cambie de idea contándole la trágica historia de Madeleine, muerta en un cuartucho parisino.

Ya en 2015, Efrén es el periodista español con las mejores exclusivas del país, con la única pega que todas ellas son inventadas. Cuando se descubre, su reputación y su credibilidad quedan arruinadas, acosado por la prensa, y sin muchas más salidas, su única solución es irse a París en busca de un antigua novia, Samira, con la idea de retomar una vieja investigación de instituto de la bohemia del XIX, y del cuadro Madeleine, de un pintor poco conocido, León Carbó. 

Tres protagonistas que se unen en el marco único de la Francia de finales de siglo, en el ambiente de los burdeles, el arte, los pintores y lo más sórdido. Será a la capital francesa donde llegará León después de estar en contacto con un grupo de anarquistas responsables de atentados. Allí podrá ocultarse, aprender a mejorar como pintor, y hacer negocio copiando obras de artistas de renombre.

En París también buscará refugio Madeleine, según ira desgranando la madre a su hija pequeña, escapando de un matrimonio infeliz con un marido violento y cruel. Madeleine conocerá el ambiente más bohemio de la capital, conociendo artistas y pintores de renombre, a los que servirá de modelo, y también la cara parisina menos fastuosa.

De vuelta al presente, Efrén logrará encontrarse con Samira, y aunque al principio pensará que su amiga tiene justo la vida que ella deseaba cuando estaban juntos, pero poco a poco irá descubriendo la realidad bajo la superficie brillante. Juntos seguirán buscando la realidad tras la historia de Madeleine, revisando cartas, diarios y recortes hasta dar con la verdad.

La historia de Madeleine es la que hace girar todo el libro, tanto por las relaciones que establece con los otros protagonistas, así como ser la principal motivadora para la parte de Efrén en la novela. Combinan maravillosamente los distintos marcos temporales, aunque al final la parte de la historia más moderna se hacen las más difíciles de leer, aunque tampoco llegan a ser pesadas.

¿Recomendable? Sin duda. Mi ritmo de lectura es bastante alto, al igual que mi exigencia, y si bien al principio me costó un poco entrar en la novela, al final yo también caí atrapado en la historia de Madeleine.

Isabel es una joven como muchas de tantas que viven en Nueva York, llegada a la ciudad de su Iowa natal con el sueño de convertirse en una actriz famosa y de mucho éxito. Sin embargo, la realidad de la gran ciudad es mucho más dura de lo que se pensaba, y esos sueños no tardan mucho en ser aplastados sin muchos miramientos por la urbe neoyorquina.

De trabajo cutre en trabajo cutre, viviendo en un piso minúsculo, Isabel termina vendiendo colchones en una tienda, cayendo en la rutina monótona con la única salida de diversión en las app de citas y en el juego de crearse un nuevo perfil cada vez, fingiendo ser una persona distinta, la cita perfecta gracias a su enorme empatía y a sus dotes como actriz. Un juego para ella.

Todo cambia el día que conoce a Mathew gracias a una de esas aplicaciones. La atracción surge casi al instante, Isabel le confiesa la verdad, y Mathew en lugar de molestarse se muestra encantado con la idea de los juegos. Él también es aficionado a jugar, aunque solo lo hace en sus propios términos y condiciones.

Al principio son pequeñas cosas, retos y desafíos en los que pone a prueba a Isabel. No tardan en ir subiendo de intensidad, con encuentros cada vez más torridos en los que Mathew irá poco a poco superando los límites de Isabel, arrastrándola a situaciones y lugares que escapan de su control, subyugada por completo al atracivo y al magnetismo de Mathew.

Lo que Isabel no se imagina es que en realidad Mathew no es lo que parece, y que en realidad está siendo utilizada como un títere en otra clase de juego, en uno ideado por un hombre muy rico, muy poderoso y muy influyente que se divierte a costa de la relación entre los dos, y que tiene pensado usar a Isabel para sus propios planes.

Una historia sencilla, sin demasiadas complicaciones, tanto para lo bueno como para lo malo. Como profano absoluto del género, nunca he llegado a entrar por completo en la novela, aunque su lectura tampoco ha llegado a resultarme pesada ni se me ha atragantado por momentos.

El argumento lo he encontrado un tanto simple, sobre todo por girar casi exclusivamente en torno a los dos protagonistas que tampoco son especialmente interesantes. Quizá Mathew logra despertar algo más de curiosidad, pero como lector no llego a sentir ese magnetismo al que hace referencia Isabel más de una vez. Ella acumula más páginas y relevancia en la historia, pero resulta más bien anodina.

Un mejor desarrollo de la historia de fondo, con alguna explicación más concisa de las motivaciones del único secundario con algo de carisma habría ayudado a que la novela ganase enteros, en lugar de quedarse en una sucesión de encuentros más o menos torridos que a veces resultan algo inconexos. Aunque curiosamente el libro gana enteros cuando se aleja de ellos para centrase en aspectos más personales de los dos protagonistas.

Una casualidad puede dar un completo vuelco a la vida de una persona.

Eso es lo que sucede a Julián y Lucía, una joven pareja enamorada como cualquier otra. Su vida juntos transcurre sin sobresaltos, disfrutando de su hogar, de sus paseos dominicales y de su amistad con su vecino Fernando. Una vida tranquila, sin excesivos sobresaltos, hasta que un día Lucía sufre un leve atropello a la puerta de su casa.

En un principio todo parece indicar que se trata tan solo de un susto, que Lucía pasará unos días en el hospital para salir de dudas y no correr riesgos antes de volver a la tranquilidad de su vida. Sin embargo el tiempo que Lucía está hospitalizada se va alargando sin tener una respuesta clara por parte de los médicos.

Nada hace presagiar el duro golpe que les deparan las notícias de los médicos. Un duro varapalo para Lucía y Julián, que ven como su mundo se desmonora, como sus planes para el futuro acaban de forma abrupta.

Desde ese momento, los dos se sumergirán en el proceso de aceptar lo inevitable, y Lucía tomará la decisión de regresar una vez más a Galicia, al pueblo de su abuela, para recorrer una última vez los recuerdos infantiles del mejor verano de su vida.

La pérdida, reflexiones sobre el azar y la suerte del destino se unen en esta novela debut de Manuel de Lorenzo, con su pareja protagonista realizando un viaje real y metafórico en el que atesorar sus mejores recuerdos.

Obsesión.

Seguramente esa sea la primera palabra que se nos venga a la cabeza a las pocas páginas de lectura. Juliette acaba de terminar una relación, un final con el que no está de acuerdo, y que está decidida a cambiar, a hacer recapacitar a Nate para que entienda el gran error que ha cometido.

Hasta aquí una idea un tanto manida, habitual en muchos de los telefilmes de sobremesa de fin de semana. El atractivo lo pone Juliette, la protagonista, La Novia Perfecta del título de la novela. Narra su historia, es ella la que va desgranando poco a poco su plan, como va reuniendo las piezas para conseguir lo que quiere, que no es otra cosa que es demostrar a Nate lo equivocado que está.

Poco a poco, paso a paso, somos testigos de como va colocando las piezas, como va desarrollando su plan, moldeando la situación para atraer tanto al lector y también a los que la rodean. La historia tira de nosotros, primero siguiendo el camino a la nueva vida de Juliette, trabajo nuevo, amigos, compañeros, cambios en definitiva, que va aderezando con pequeñas píldoras que a medida que avanza la historia irán encajando en su lugar.

Un primer tercio de novela que sirve de introducción a la historia, de preparación hasta el momento del reencuentro de los dos protagonistas, aunque siendo sincero Nate no deja de ser un mero acompañamiento opacado por la presencia y el atractivo personal de Juliette. Es en este segundo tercio en el que se ejecuta el plan que ha ido desarrollándose ante nuestros ojos, donde vemos a una Juliette mucho más decidida, y también donde llegamos a entender parte de su historia.

Una historia que gana velocidad a medida que nos acercamos y encaramos el último tercio de la novela. Donde el lector termina convertido en un mero peón en manos de Juliette, como si fuésemos un personaje más de la historia incapaces de ver la forma en la que va a lograr sorprendernos el siguiente giro, enganchados y también atrapados en la red de una protagonista que maneja los hilos de una forma sublimemente aterradora.

Creo que todos estaremos de acuerdo del atractivo que tiene un buen villano, ya sea en un libro, en una película o en una serie televisiva. Queremos que sea algo más que un recurso para el lucimiento del héroe de turno, y si están bien trabajados casi siempre resultan tener más matices y aristas que los «buenos». Un villano de categoría puede levantar una historia que sin su presencia resultaría mediocre.

Y no voy a engañar, Juliette es la villana de la historia de La Novia Perfecta. Manipuladora, mentirosa, obsesiva… cualquier sinónimo de esos adjetivos le encaja más que bien. Y pese a ello, o quizá precisamente por ello, logra engancharme, hacer que entre en su juego, que me arrastre a su lado en ese viaje por la venganza.

Que es el otro motor principal de la historia. La venganza por las traiciones, reales e imaginarias, que ha tenido que soportar en su vida. Juliette te atrapa, por la sencilla razón de que su historia no es un cliché constante, no cae una y otra vez en los tópicos, y tampoco recurre a la exageración de ser una copia de Glenn Close en Atracción Fatal. Tiene un plan, una mente fría, y una ejecución aún más fría.

Saddle River es una pequeña comunidad en el estado de Nueva Jersey que se ve sacudida una mañana por la tragedia tras conocerse la noticia de la muerte de Kerry Dowling, una joven de tan solo dieciocho años que es descubierta flotando en su propia piscina después de una fiesta con unos amigos durante una ausencia de sus padres.

Lo que en un principio parecía un lamentable accidente se descubre que en realidad esconde un asesinato. El shock incial deja paso a la pregunta de quien pudo haber sido el responsable de un crimen tan atroz. En una comunidad tan pequeña todos se conocen, y el asesino tiene que haber sido forzosamente uno de ellos.

Desde el primer momento la investigación policial se centra en Alan, novio de Kerry y con la que discutió durante la fiesta. El relato de los hechos de Alan es poco convincente, lo que refuerza su imagen de culpable a ojos de todo el mundo, sobre todo cuando la vida aparentemente perfecta de Alan empiece a derrumbarse a su alrededor.

Sin embargo, la verdad y las sospechas no están del todo claras. Jaime, un vecino y amigo desde la infancia de Kerry, parece ocultar algo, y a pesar de su deficiencia mental sabe más de lo que cuenta. ¿Vio al responsable o tan solo intenta calla su propia culpabilidad?

En mitad de su propio drama persona, Aline intenta superar como puede la muerte de su hermana pequeña, y la mejor forma que se le ocurre para hacerlo es sumergirse de lleno en la investigación, intentando desentrañar los misterios, secretos y verdades que parecen rodear a todos los implicados. Aún cuando eso signifique ponerse ella mismo en peligro.

El Último Baile sigue el patrón habitual: a saber crimen, investigación y resolución. Simple pero igualmente eficaz. Al sumergirte directamente en el crimen, logra el efecto de atraernos lo suficiente para sentir el impulso de seguir leyendo, a lo que ayudan mucho tanto que los capítulos sean relativamente cortos como esa sensación de avance constante, que siempre está pasando algo.

Debo dejar claro que no es tanto que sea una novela frenética, más bien que en ningún momento da rodeos innecesarios ni se produce ese continuo abuso del cliffhanger que terminan por aburrirnos. 

Como único punto negativo diré que vi por donde iban los tiros pocas páginas antes de que se diese la resolución de la historia, aunque admito que eso tampoco supuso una desilusión ni una rebaja de las expectativas. En  conjunto y como ya he dicho, El Último Baile me daba justo lo que esperaba encontrar, entretenimiento que es lo mínimo que puede pedirse a una novela de este género.
 
 

Las montañas de Catskill actúan como marco de fondo para una novela negra con un sabor clásico imposible de pasar por alto si uno es aficionado al género. El Mitchell’s Inn, un pequeño hotel familiar, sirve de escenario, remoto, encuadrado en lo alto de una carretera empinada y solitaria durante las épocas de tormentas de nieve. Un lugar tan idílico como apartado.

Dispuestos a pasar un tranquilo fin de semana, los huéspedes que acuden al hotel son de lo más variado: una pareja de novios, una de comprometidos y un matrimonio en crisis, dos antiguas amigas en busca de retomar viejos lazos, una escritora en proceso creativo y un abogado que necesita desconectar del trabajo. Apenas una docena de personajes que se van deslizando en la primeras páginas a modo de presentación.

La hermosura del lugar, así como lo singular del hotel, va creando una sensación de calidez entre los huéspedes, de confianza entre ellos al emcontrarse allí solos. Una confianza que se irá deteriorando a medida que los secretos que guarda cada uno de ellos vayan emergiendo lentamente, más aún al quedarse atrapados sin electricidad ni teléfono en mitad de una tormenta de nieve y hielo.

Es en ese momento, aislados y solos, en el que se descubre el cadáver de uno de los huéspedes, una joven que parece haber sufrido un accidente durante la noche. Al menos eso creen a primera vista, hasta que se plantea la posibilidad de que no es un desgracia, que en realidad ha sido asesinada.

¿Ha sido uno de ellos? Una pregunta que siempre flotará en el ambiente, rompiendo la calma y generando que todos desconfían de los demás a medida que va aflorando la verdad que esconden todos los huéspedes y los motivos de su escapada de fin de semana. Hasta que surge la duda, ¿y si hay alguien más en el hotel? ¿Y si están aislados y solos con un asesino?

Shari Lapena ofrece en esta novela un homenaje a lo más representativo del genero negro, incluidas referencias a la misma Agatha Christie, toda una maestra en lo que a historias de asesinatos y crímenes se refiere.

Una historia que incluye los ingredientes habituales: un escenario apartado, un cadáver repentino y la desconfianza propia en la que cualquiera puede ser culpable. Un invitado inesperado cumple sobradamente, mantiene al lector atrapado, no da vueltas innecesarias y llega a una resolución satisfactoria que incluye además alguna que otra sorpresa.

¿Qué tiene de malo? En realidad nada. Para el que se aproxime por primera vez al género, y también para el lector ocasional o más aficionado, resulta una historia que cumple con la función de entretener, de mantener el misterio hasta el final y de acabar el libro sin pretensiones, tan solo disfrutando de la lectura. La única pega es esa sensación de haber leído lo mismo anteriormente, pero si se supera este Un invitado inesperado no deja de ser una elección recomendable

Durante la década de los años treinta, el auge del fascismo en Europa es más que una realidad preocupante. España se ha convertido en el foco de atención mundial a causa de la Guerra Civil en la que se ve envuelta desde hace año y medio, y que muchos empiezan a considerar como una posible antesala de una más que probable futura Guerra Mundial, especialmente si el bando fascita termina por hacerse con la victoria.

A pesar del inmovilismo de muchos gobiernos decididos a no intervenir, o quizá motivados justamente por ese mismo motivo, voluntarios procedentes de toda Europa y de Norteamérica acuden a España para luchar a favor del bando republicano. Alvah Bessie es uno de esos voluntarios, escritor y periodista que deja a su mujer y a sus dos hijos en Estados Unidos para enrolarse en las Brigadas Internacionales.

Hombres en Guerra es el relato de primera mano de Bessie de sus experiencias durante la guerra. Experiencias que se inician en Francia en febrero de 1938, acompañado de otro grupo de voluntarios procedentes también de América. En tierras francesas vivirá su primer contacto con los apoyos republicanos, que ayudarán a los voluntarios a cruzar la frontera con España.

Como en el clásico La Roja Insignia del Valor, el ánimo y el afán imaginativo previos a la llegada choca de forma frontal con la realidad al alistarse en la Brigada Lincoln. Viajes en trenes desvencijados, trasladados a un campo de entrenamiento donde pasarán las primeras semanas en la guerra. Bessie y sus compañeros terminarán marchando a primera línea, caminando en agotadoras marchas nocturnas para huir de los aviones de italianos y alemanes, cavando trincheras en campos helados acompañados de la duda y del miedo.

Un viaje fascinante pero también muy humano. Hombres y mujeres que se preocupan por la escasez de comida, por la falta de ropa limpia, y que no dudan en cantar o bromear pese a todo lo que está viviendo. Inmersos en una guerra que no era suya, luchando como voluntarios mientras el ejército republicano contraataca en el Ebro.

Conviene aclarar que Hombres en Guerra no es un libro de genero bélico al uso, no hay mapas ni aclaraciones sobre los movimientos de los dos bandos ni de las batallas que se libran o mencionan. Como soldados, Bessie y los suyos aventuran, suponen y rumorean sobre lo que está pasando, y de esa forma lo transmite el autor, mediante anotaciones que él mismo tomó durante los meses en guerra.

Al fin y al cabo, eso es lo que hace de este libro algo especial. Hombres en Guerra es un relato personal, tanto por transmitirnos lo que vio y vivió y sintió Alvah Bessie, como por centrarse igualmente en aquellos otros voluntarios que estaban con él. Como en la magnífica Hermanos de Sangre, lo importante son los soldados, las personas que toman parte del conflicto. Bessie incluye a sus compañeros, presenta a los que están a su alrededor, sus miedos, sus virtudes, sus defectos, sus esperanzas, sus preocupaciones. Hombres que hablan de la politica europea y mundial, que comparten chistes y canciones, que lamentan la falta de alimento y municiones, en ocasiones llegando a convertir la Guerra Civil en el mero marco en el que transcurren el día a día de los soldados internacionales.

Aunque la guerra nunca deja de estar presente, la lucha contra el fascismo y la queja constante por el inmovilismo del resto del mundo. Hombres en Guerra no llega a ofrecer una visión romántica de lo que sucede, Bessie habla sin tapujos de los bombardeos a civiles, de los fusilamientos a prisioneros o de las armas propagandísticas de ambos bandos, evitando caer en lo escabroso pero sin excluir el sufrimiento de los españoles ni de unos soldados que al final tan solo desean poder regresar a sus casas.

Sasha Moloney finalmente consigue su deseo de ser madre. Tras dos abortos y demasiado tiempo de espera para albergar esperanzas, por fin tiene a su hijo.

Sin embargo, el embarazo sufre una complicación, el parto se adelanta, y Sasha se ve sometida a una cesárea para dar a luz. Al despertar de la medicación, su primer deseo es ver a su hijo, abrazarlo y tenerlo entre sus brazos. A pesar de la emoción, de los sentimientos y los deseos de Sasha, al contemplar a su bebé algo no termina de encajar. No siente ningún vínculo con él, y sabe al instante que ese no es su hijo.

Achaca la situación a un error del hospital, a una equivocación a la hora del traslado, pero Sasha está convencida que el bebé que le muestran no es el suyo. Pese a esa seguridad, ni los doctores ni las enfermeras creen lo que dicen convencidos que ellos no cometen esa clase de errores, y tampoco Mark, su esposo, ni su propio padre parecen estar dispuestos a respaldar las dudas de Sasha.

Todo empeora cuando los doctores aseguran que todo se debe a una situación de estrés post parto, y que el bebé, Toby, es su hijo sin ningún genero de dudas, y ante las negativas de Sasha de aceptarlo, su decisión es la de internarla en el ala de psiquiatría hasta que se recupere ayudada por la medicación.

Sin apoyos, sola y tomada por alguien con posibles problemas mentales, Sasha está decidida a buscar la verdad, a enfrentarse a fantasmas de su propio pasado y, por encima de todo, encontrar a su bebé.

En esta su primera novela, Susi Fox plantea una historia que no deja de ser sencilla, pero que con el paso de las páginas consigue convertirla en algo apasionante e incluso con un punto aterrador al ver la facilidad con la que alguien puede ser encerrado por unos supuestos problemas mentales.

La autora resuelve de forma soberbia al no optar por el recurso de la lagrima fácil, dejando que lo que de entrada podía ser un drama de sobremesa televisiva se convierta en un thriller que difumina con maestría lo que es verdad de lo que es mentira. O lo que parece ser verdad o mentira, ya que como lectores siempre tendremos la duda de si Sasha tiene razón, o si en realidad es una mala jugada de su mente, sobre todo cuando vayamos descubriendo más hechos de su pasado.

No es mío es un debut que entra directamente como una novela muy recomendable, y convierte a Susi Fox en una autora a tener muy en cuenta para futuras publicaciones. A mí ya me ha convertido en un lector a la espera de la siguiente novela. 

Es el 295 a. C., la República de Roma esta inmersa en su tercera guerra contra los Samnitas, uno de los pueblos de la península itálica contra los que lucha por la hegemonía final de uno sobre el otro.

Acostumbrado a leer casi siempre novelas sobre una Roma que prácticamente domina el mundo, o del vasto Imperio que llega a formar, resulta chocante e igualmente novedoso el encontrar con que Massimiliano Colombo opta por encuadrar su historia en un marco temporal menos trillado, por decirlo de alguna forma. 

Una época que no deja de ser importante para lo que acontecerá en el desarrollo de la historia. Con la guerra como algo inminente e inevitable, Devotio da comienzo con el senado eligiendo a los que serán los nuevos cónsules que deberán defender Roma de los pueblos itálicos aliados en su contra. El primero será Quinto Fabio Máximo Rulliano, viejo senador que ya ha ocupado el mismo cargo hasta en cuatro ocasiones, y Publio Decio Mure, hijo de un héroe que se sacrificó por Roma en el pasado, con una larga carrera en la política republicana.

Igualmente de agradecer es que Colombo no se limite a estar centrado únicamente en el bando romano, ofreciendo también el punto de vista de los enemigos en el conflicto que sirve para profundizar en las motivaciones y personalidades de cada uno de los dos bandos. Muestra por un lado el sentido del deber de los cónsules y los ciudadanos romanos, sentido del deber que se irá perdiendo con el paso de los años, así como el deseo de supervivencia de los etruscos y los otros pueblos enemigos de Roma.

Devotio es una novela con un márcado carácter bélico, que sin embargo no excluye otros aspectos que tendemos a pensar que son modernos pero que ya se usaban de forma habitual en el pasado. Así, el cónsul Mure apuesta por el uso de espías e infiltrados en el bando enemigo, los etruscos se hacen expertos en el arte de la manipulación y las conjuras, sin olvidar las consabidas luchas de poder entre guerreros y caudillos.

Combates y semillas que se iran desgranando a lo largo de la novela, con un Mure que se acaba convirtiendo en el eje en torno al que giran el resto de acontecimientos. Todo desembocará en la batalla del Sentino, donde la sombra del deber, del pasado y del futuro, sobrevolará a cada uno de los implicados.

La Roma antigua es ya un subgénero propio dentro de la novela histórica, en la que grandes autores como Simon Scarrow, Collen McCullough, o el patrio Santiago Posteguillo hacen la delicia de los lectores con esas obras que reconstruyen hasta el último pedazo de historia romana.

Massimiliano Colombo es ya un referente para cualquier aficionado al género histórico, entre los que me incluyo, y en esta su última novela hay que agradecer que se aleje de los tiempos finales de la República o de la Roma Imperial para centrarse en una época que será fundamental en el futuro de los romanos y su posterior dominio del mundo. Época que, además, ha sido poco explotada en libros o películas.

Al igual que en la magnífica Roma de HBO, Devotio mezcla personajes ficticios con otros reales, otorgando una visión de ambos bandos en conflicto así como la de todos los personajes relevantes implicados en la guerra. Colombo juega con ello de una forma soberbia, dibujando actores que si bien no existieron, le otorgan cierta verosimilitud al relato por su forma de actuar, hasta el punto de no desentonar en absoluto con los nombres más históricos. 

De estos últimos, quiero detenerme en Publio Decio Mure, el más protagónico en una novela que no deja de ser coral. Debo confesar que no lo conocía de antemano, pero la historia familiar, de tres generaciones de hombres envueltos en tres guerras hegemónicas en las que están dispuestos a todo para defender Roma, me ha parecido cautivadora. 

¿Existe un miedo mayor para una madre que la desaparición de su hijo recién nacido?

Esa es la premisa de la que parte La madre perfecta. Un grupo de primerizas que se llaman Las madres de Mayo por el mes en el que nacen sus hijos, se reunen de forma regular para hablar de sus hijos, darse consejos o prestarse ayuda para disipar preocupaciones. 

En uno de esos encuentros, deciden relajarse una noche, desconectar durante unas horas para poder divertirse lejos de pañales y libros de como ser madre. Lo que debía ser una fiesta termina por convertirse en una confusión de alcohol y nervios que termina de forma abrupta con el secuestro de Midas, el hijo de una de las Madres de Mayo, Winnie.

En ese momento da comienzo la búsqueda frenética del bebe desaparecido, en un crimen que desde el inicio resulta llamativo: la puerta de la casa estaba abierta, la niñera dormida, y ningún rastro que seguir. Y todo se complicará aún más cuando se conozca la verdadera identidad de Winnie, lo que dará más relevancia al secuestro de su hijo.

Las Madres de Mayo se implican irremediablemente en la situación del caso, tanto por la posible culpa a causa de la fiesta, como por el inevitable miedo de haberle podido pasar a cualquiera de ellas. La verdad sobre Winnie dejará caer que pese a reunirse desde hace meses, en realidad son casi unas desconocidas que saben muy poco unas de otras.

Francie, ama de casa y fotógrafa vocacional, será la que más se implique de todas ellas, la que se vea más afectada por la desaparición del niño a causa de sus propios fantasmas del pasado. Cargada de dudas, investigará por su propia cuenta convencida de la ineptitud de la policia, e ignorando las recomendaciones de su esposo y sus amigas.

Otra de las madres, Colette, trabaja como negro literario escribiendo las memorias del alcalde, y esa posición de privilegio le permitirá ir comprobando los avances de la investigación. La última de ellas sera Nell, encargada de la seguridad de redes en una compañía de comunicación, guarda sus propios secretos igual de importantes, y busca protegerlos como sea. 

Las tres se convertirán en las protagonistas de la historia, en busca del pequeño Midas, de la verdad que se esconde en el pasado y evitando llegar al mismo punto que no tardarán en señalar todos los demás. ¿Y si no se trata de un secuestro?

Si algo se le debe pedir mínimamente a un thriller, ya sea en pantalla o en papel, es que logre mantener la tensión hasta el momento justo del desenlace. Algo simple y al mismo tiempo complicado. La madre perfecta no se limita a cumplir, se convierte en un libro casi adictivo que te pide seguir leyendo página tras página para conocer el final de la historia.

Es imposible no establecer ciertas semejanzas con la Perdida de Gillian Flynn, con los interludios en forma de diarios, y el hecho de que en realidad nada es lo que parece a primera vista, lo que no deja de ser una carta de presentación que genera unas expectativas muy altas, que La Madre Perfecta cumple más que sobradamente. 

El sur de España se convierte en el escenario de una adictiva historia que destila sabor noir en todas sus páginas. Una sensación que viene reafirmada por la presencia de Bianquetti, un inspector de policía que no desentonaría en el Los Ángeles dibujado por James Ellroy en Jazz Blanco o La Dalia Negra.

Irreverente, brusco, de malos modos, y escaso respeto por la autoridad, no sorprende que en las primeras páginas se presente como suspendido temporalmente del cuerpo, haciendo funciones de detective privado por su propia cuenta.

La búsqueda de una prostituta en lo más sórdido de Cádiz se convierte en el simple aperitivo de la acción principal de la novela, en el mismo momento en el que Bianquetti tiene un reencuentro con un antiguo compañero que le recomienda un trabajo: formar parte de la escolta de un importante hombre de negocios que visitará la ciudad.

Las reticencias iniciales de Bianquetti se verán confirmadas al comprobar que las piezas no terminan de encajar del todo, especialmente cuando los muertos se sucedan. Bianquetti se verá envuelto en una situación donde nada es lo que parece, y no podrá confiar en nadie a medida que intenta desmontar la verdad en una maraña de mentiras y falsas apariencias.

Sin querer entrar en más detalles, para no arruinar las sorpresas y giros en la novela, solo queda añadir que Benito Olmo maneja con soltura el genero, ofreciendo una historia que no se ve lastrada por el lugar donde se desarrolla, y que podría estar ubicada en cualquier otro lugar sin que por ello se resintiese en forma alguna.

Alguna vez que otra al hablar de alguna serie, novela o película me he apresurado a añadir el calificativo de española. Algo que seguro que ha hecho más de uno y de dos, un es una buena novela… española, como si esa aclaración viniese a indicar que sí, que aún siendo recomendable o destacable es de una liga menor y que el aviso tras la recomendación está justificado.

La Tragedia del girasol es una muy buena novela negra. Así, sin más, sin adjetivos ni calificativos innecesarios. Tanto si te gusta el género, como si buscas una primera aproximación, recomiendo que se le de una oportunidad. Os aseguró que no defraudará.

La acción empieza a desgranarse desde las primeras páginas, atrapando al lector desde el principio, enredándote en esa historia de muertes, traiciones y giros de guión tan bien planteados que no los verás venir. El estilo no se enfanga en descripciones farragosas, lo que agiliza una lectura que invita a seguir con ese solo una página más, solo una página más, hasta darte cuenta que en apenas dos días ya has terminado el libro.

Los norc son una raza alienígena que asola planetas en la galaxia por el mero afán de destruir todo lo que encuentra. Su poder es descomunal, y ni siquiera los esfuerzos conjuntos de los imperios Sigsi y Pixawere pueden hacerles frente.

La premisa con la que se inicia este Historias Imperiales, no está exenta de posibilidades, planteando un escenario de guerra y batallas espaciales que podría atraer a cualquier amante de la space opera, babeando ante la idea de leer ese enfrentamiento entre tres grandes imperios galácticos.

Sin embargo, todo de diluye rápido, demasiado rápido, dejando una novela excesivamente simplista, con un argumento plano, casi anodino, que termina por avanzar en muchos casos porque sí, sin coherencia.

La historia arranca cuando los norc ponen su interés en la tierra en un lejano siglo XVI a. C. Será en ese momento, cuando un miembro elegido al azar de la raza humana firmará un acuerdo con los norc, por el que los habitantes de la Tierra se convertirán en esclavos para evitar ser exterminados. Tras ese inicio, la acción se traslada a un año 2070, a un planeta que bordea la extinción de la fauna, debido a la contaminación derivada del avance industrial y tecnológico.

Con unos cuantos saltos de lugar y razas, se irán presentando en sucesivos capítulos los personajes principales. Bryan es un adolescente de la tierra, y a la sazón el protagonista, que sueña con viajar por el espacio; el rey norc, cruel y despiadado, que desde su aparición queda asumido su papel de antagonista absoluto; Redow, heroe imperial, enemigo jurado de los norc; y Lantra y Kert, ambos adolescentes alienígenas, que actúan respectivamente como interés amoroso y escudero de Bryan.

Tras un par de aperitivos en forma de (breves) combates espaciales, donde se muestra de forma fallida lo malos que son los norc, llega la previsible invasión de la Tierra. Las fuerzas armadas no son rivales para los norc, que conquistan el planeta ciudad tras ciudad, convirtiendo a la población, Bryan y su madre incluidos, en esclavos destinados a construir una ciudad norc.

Tras una misión improvisada de rescate, Lantra y Kert, logran liberar a Bryan, para que consiga el apoyo de Redow, padre de Lantra, y así expulsar a los Norc de la tierra. Un camino nada fácil, que incluirá una primera batalla fallida, la persecución de un implacable asesino y enfrentarse al imperio más poderoso de la galaxia.

Un viaje a Inglaterra en forma de novela, para recorrer uno de los países con más magia del mundo, desde los mitos artúricos hasta el colegio Hogwarts, haciendo una parada en un pequeó pueblo inglés con un gran secreto.

Las Blackwell, una familia de tres mujeres que habita en el páramo Ballentree, en una aparente imagen de naturalidad. La abuela, Hipólita, que cuida de su granja; la madre, Ofelia, que ejerce de guía local en el pueblo; por último, Pandora, la hija, que trabaja como camarera en la taberna del pueblo.

Una imagen aparente normal, cuya realidad no podía  ser más distinta. Las Blackwell son en realidad las Hilanderas, las tres brujas más poderosas del mundo, encargadas de velar y proteger la magia del páramo desde hace siglos.

Su larga vida, en la que borran cíclicamente la mente a sus vecinos para que las olviden, pierde su ambiente apacible a causa de dos sucesos: primero al recibir un misterioso paquete con un poderoso objeto mágico, y el segundo, la llegada al pueblo de Monkton de Hannibal Proctor, londinense hombre de negocios.

Bajo la aparente cara de amabilidad de Proctor, se esconde un hombre capaz de todo por cualquier cosa. Su objetivo real en Monkton es el páramo de las Blackwell, tierras que planea convertir en un lucrativo negocio, y no esta dispuesto a aceptar un no por respuesta.

Tras las acciones del londinense, se encuentra una antigua enemiga de las Blackwell, una bruja que perdió en el pasado casi todo su poder, y que en su afán de venganza que busca acabar con todo aquello que quieren y protegen las brujas del páramo.

Las Hilanderas deberán pedir ayuda a todas las brujas del mundo dispuestas a acudir a su llamada, a tomar parte en una última batalla por Ballentree, y a asumir todos los riesgos que ello implica.

Una más que notable novela fantástica de corte juvenil, que se desarrolla en un paraje tan atrayente como son los páramos ingleses, con brujas, magia y una historia de amistad y venganza, que si bien no posee unos giros argumentales enrevesados, no por ello la hace menos recomendable.

Como punto negativo, he de señalar que a mí se me ha hecho excesivamente corta, al menos para lo que yo estoy acostumbrado ya que me la he ventilado en apenas una tarde. Tampoco lo definiría como el mayor inconveniente a la hora de darle una oportunidad al libro, pero sí que me habría gustado que durase algún que otro capítulo más, o que estos fuesen un poco más largos.

Tres cosas me vienen a la mente cada vez que pienso en Nueva Orleans. El oro y negro de los Saints, la música de Treme, y ese ambiente de misticismo sobrenatural, que parece envolver todo el estado de Luisiana.

Sin duda, Nueva Orleans es una de las ciudades más representativas de los Estados Unidos, y también, una de las que más veces se ha convertido en el escenario de libros, series y películas. Es imposible desligarla de ese halo de ocultismo, brujería, y oscuridad que hemos visto en obras como Entrevista con el Vampiro o Los Originales.

Supone todo un acierto la elección de ese entorno para una historia de tintes sobrenaturales, y Les Bizarres se puede codear con cualquier otra obra, sin que estas la miren por encima del hombro, haciéndose un hueco por derecho propio, y convertida en un ejemplo más de la magia, en este caso no brujería, de Nueva Orleans.

Iñigo Gibernau Murré nos presenta cinco relatos, bien diferenciados y distintos entre si, que lejos de ser independientes, están ligados, entrelazados los unos con los otros. Juntos forman un relato de búsqueda, de amor, de guerra, sobre el que flota en todo momento el nombre de Percival Teach, el Caminante.

La historia se introduce poco a poco, desgranada en primer lugar con retazos de información, que irán en aumento a medida que uno devora sus páginas una tras otra. De esa forma, las piezas irán encajando poco a poco, entiendo mejor detalles apenas insinuados según avanzamos. Esto hace que Les Bizarres gane muchos enteros con una relectura, en la que podremos disfrutar de la imagen completa de la historia que nos cuenta el autor.

Jack y el conejo blanco supone el pistoletazo de salida, la lenta inmersión del mundo real, al mundo oculto entre sombras. Jack, un abogado que acaba de obtener su primera gran victoria en un juzgado, se verá obligado a enfrentarse al padre de la victima de su cliente, cuando un hombre que se hace llamar el Caminante secuestre a su familia. Su misión, liberar de la comisaria a alguien llamado Egon antes de la hora limite.

Este primer relato sirve perfectamente como carta de presentación, introduciendo personajes y terminos que se entenderá mejor a medida que avance la novela. Casi podría decirse lo mismo del segundo relato, El número 9 de la Rue Baptiste. Una nueva protagonista, Pasquale, una viuda obligada a convertirse en una prostituta, reducida a una mera carcasa de adicción. Poco a poco, el fino tapiz de lo real y lo sobrenatural se difumina, siempre con la eterna presencia del Caminante.

En Nueva Orleans no puede faltar la presencia del jazz, de la música. La melancolía del saxofonista, que es mi relato preferido, se centra en Ettiene, el esperado genio atribulado por las drogas, de talento desbordante, que se gana la vida en un club, arrancando de las mismas calles de la ciudad. Pero como todos en Les Bizarres, es algo más de lo que parece a simple vista. Ettiene es un Viajero, capaz de moverse entre mundos, dimensiones, una capacidad que el Caminante necesita urgentemente para usarla a su favor, para buscar a alguien.

Será en Norkjian el Tramposo donde descubramos quién es ese alguien. Teach contratará a Jhonny Dunegresque, otro artista, pintor en este caso, que es a su vez un nuevo Viajero. La vida de Jhonny cambiará tras ese encuentro, con unas posibilidades con las que antes solo se atrevía a soñar. Pero el precio a pagar requiere de sus habilidades singulares. Teach necesita que sueñe, que se cruce con los guardianes del Laberinto de Lavalette, que separa la el mundo de los sueños del limbo, donde reposa el alma de su amor.

Percival el Caminante es el magnífico broche final que cierra el libro. Centrado casi por completo en Percival Teach, gracias a este relato conoceremos el pasado del que es el verdadero protagonista de la historia. Desde su origen hasta los pasos que le convirtieron en el Nocturno más despiadado del mundo, sus aliados, sus enemigos, y el origen de la guerra que mantiene con Nepthyss Morla, conocida como el alma más oscura del mundo.

Este último relato es el más largo de todos, el que más desarrolla el mundo de los Nocturnos. También es el más oscuro, centrado casi en exclusiva en el mundo de sombras. Sirve para conocer mucho mejor al Caminante, que no deja de ser el eje de la historia, descubriendo finalmente quien es, así como sus motivaciones y aliados, y a sus enemigos.

Llegar al final supone la decepción de no poder continuar al instante con un nuevo libro que se desarrolle en ese ambiente de vampiros y viajes entre mundos. Nueva Orleans se convierte en el marco perfecto de esta primera historia, pero es Percival Teach quien termina por convertirse en un personaje fascinante, oscuro peligroso, que merece sin duda contarse entre los grandes del género.

Un libro maravilloso e increíble. Les Bizarres supone un debut a lo grande, con una historia tan repleta de matices y sutilezas, que te invita a volver a leer justo nada más terminarla.

El desarrollo en forma de relatos es tremendamente acertado, ya que supone una lenta inmersión en el ambiente, que va cambiando, desarrollándose lentamente, capa a capa, según avanza la lectura. Gibernau Murré, nos va presentando poco a poco su mundo de sombras, de Nocturnos, brujos, Viajeros y vampiros.

Aunque sea en Percival el Caminante donde se termine de construir el mundo nocturno de Les Bizarres, pero eso no hace que los demás sean mero relleno o un añadido. Ni mucho menos. juntos forman un entramado de detalles, de pequeñas piezas que se van uniendo, que se perciben mucho mejor en una segunda lectura. Es en ese momento, cuando veremos como todo va encajando ante nuestros ojos.

Iñigo Gibernau Murré cumple sobradamente con todo lo que se le puede pedir a un autor en su primera novela. Ofrece una historia que te atrapa, en un ambiente perfecto, y que si bien bebe de muchas fuentes, no se limita a arrojar un simple refrito sobre las hojas. Lo recomiendo, no solo como un muy buen libro de terror, también como una muy buena novela en general, que te mantendrá aferrado a los relatos desde que empiezas hasta que terminas.

A mí me ha convencido, y tengo muchas ganas de leer como sigue la historia de Percival Teach el Caminante.

Un cielo teñido de rojo, surcado de rayos que no culminan en tormenta, un ser descubierto en una cárcel que parece ser un ángel al que han arrancado las alas.

Así da comienzo Caen Estrellas Fugaces, con un prólogo que sirve para hacernos entrar en situación casi al instante, con una revelación final que te atrapa con tanta fuerza, que es imposible no devorar una página tras otra.

Tras ese inicio que hace que agarres con más fuerza el libro, inmerso de lleno en el misterio, llega la presentación de los personajes principales, o con más peso dentro de la novela, cada uno de ellos introducido de formas diversas, pero todas con impacto.

La primera es Elisa Polifeme, la adivina ciega que causa sensación en la alta sociedad de Madrid gracias a sesiones de espiritismo, como la que sirve de entrada en el primer capítulo. En ese ambiente de ricos, aburridos y curiosos, que se reúnen para jugar con fuerzas que no entienden, narrado con fluidez, descrito de forma precisa pero sin resultar pesado, llegando incluso a escuchar el golpear de la mesa al mismo tiempo que se desarrolla la escena.

Borracho, adicto al láudano, tullido a causa de una enfermedad. Leónidas Luzón tiene, no obstante, una primera aparición que mostrará mucho sobre el otro gran protagonista de la historia: inmerso en un duelo a causa del maltrato a un perro, que ni siquiera es suyo. Duelo que también sirve para presentarnos al Conde Del Fierro, un hombre de métodos crueles, pocos escrúpulos y el claro antagonista de la obra.

El discurrir de los tres se cruzará y entrecruzará a medida que se desarrolla la historia, gracias sobre todo a los sucesos del prólogo y a la aparición de ese ángel caído en la carcel de Saladero. Allí terminará Leónidas Luzón, arrestado tras su duelo, reencontrándose con su anterior amigo Gabino Echari, vicario de la sede episcopal, que acude a la prisión en busca de respuesta. Las visiones de Elisa la empujan en esa misma dirección, impulsada por una amenaza de sangre y muerte.

El ángel caído, Nadya, inicia un motín de la prisión tras su primer encuentro con Elisa y Luzón, que termina con la muerte de numerosos guardias y presos, marcando el final a la introducción de los personajes.

La segunda parte de la novela toma lugar con la búsqueda de Nadya por las calles de Madrid. Del Fierro lanza tras ella a una pareja de matones, al mismo tiempo que un nuevo personaje, el inspector Granada del Cuerpo de Seguridad Pública, se encarga de la investigación sin a aceptar ayuda externa. Por su parte, Luzón va en busca de respuestas, rememorando sus tiempos de abogado del diablo al servicio de la Iglesia, encargado de comprobar, y desmontar, los milagros o actos inexplicables relacionados con la religión, acompañado de Elisa.

El contrapunto de los dos personajes supone uno de los pilares sobre los que se fundamenta el libro: Luzón hombre racional, prácticamente un ateo, Elisa una mujer afectada por sucesos que no puede explicar. Una dicotomía que se hará extensible al propio libro, donde lo real y lo irreal, lo racional y lo inexplicable tendrán cabida a medida que recorremos el Madrid del XIX en busca del ángel caído fugado.

Desde teatros abandonados con antiguas actrices retiradas, a sanatorios de reputación siniestra, un intenso deambular a través de una ciudad que respira, se expande, y donde las revelaciones se entremezclan con misterios, con mentiras, hechos del pasado que vuelven, retorcidos secretos.

Cada respuesta que se nos presenta, abre la puerta a nuevas preguntas, la más importante de ellas la realiza el propio Luzón, ¿qué es la Sociedad Hermética? Nombre que sale a relucir en más de una ocasión, entre logia y sociedad secreta, con aficiones oscuras, métodos brutales y con una influencia que llega hasta la misma Isabel II.

El tandem literario de Jose Gil Romero y Gorretti Irrisari, no solo cumplen en su debut literario, nos dejan una novela notable, con una enorme facilidad para dejar atrapado al lector desde sus primeras páginas, con una narrativa ágil que no se hace pesada en ningún momento. En mi caso, solo fue necesario el prólogo para no soltar el libro durante los escasos dos días que necesité para terminarlo.

El misterio del ángel caído, de la mujer sin alas, sirve como introducción a una esplendida historia de misterios, de una búsqueda de la verdad en un ambiente, el del Madrid del siglo XIX, que esta dotado de un realismo tal, que uno acaba caminando por las mismas calles y plazas que los personajes.

La ciudad deja de ser el escenario donde se desarrolla la historia, convirtiéndose en un protagonista más, que crece y respira, que al igual que los de carne y hueso, guarda sus secretos y sus rincones oscuros. La mención de calles, plazas, barrios y lugares emblemáticos, incluso para los que no somos Madrileños ayuda a la hora de ubicarnos en la acción y, al igual que la inclusión de nombres conocidos de la época, escritores, artistas notables, le dotan de un mayor realismo.

Un realismo que en más de una ocasión chocará de frente con sucesos, actos, que no tienen una fácil explicación. Un contraste que refleja muy bien el contraste entre Luzón y Elisa, los personajes que adquieren mayor relevancia con el avance de la trama, y cuya relación enriquece aún más la novela.

La única pega, si se le puede llamar así, llega al finalizar el libro, por esa necesidad de saber más, de conocer como sigue la historia, y continuar adentrándose en los misterios de Madrid y de la Sociedad Hermética.

Tras leer esta primera novela, solo puedo decir que tengo muchas ganas de tener cuanto antes la segunda.