“Por eso no explico mis pesadillas, ni las cosas que me dan miedo. He dejado de creer que eso hará desaparecer la parte mala.  La superstición no sirve contra la realidad. Los hipocondriacos padecen enfermedades mortales con la misma frecuencia que los demás.”
“Arenas Movedizas” es de esos libros que te hacen replantearte hasta si tu nombre es tuyo realmente, de los libros con los que sueñas y te obsesionas hasta que lo acabas. Seamos sinceros, no es un libro fácil de leer, pero su complejidad no radica en la forma en la que está escrito, sino en su contenido; en esta novela se nos presenta a Maja (o María) una chica de apenas 18 años acusada de haber perpetrado una masacre en su instituto, matando, junto con su novio Sebastian, a varios alumnos, entre los que está Amanda, su mejor amiga y al profesor que se encontraba en el aula. En el tiroteo también fallece Sebastian, supuestamente abatido por la propia Maja. A lo largo del libro se van intercalando fragmentos del presente con los hechos del pasado haciéndote la boca agua a cada palabra, cada vez con más hambre de conocer el final.
¿Es Maja una asesina a sangre fría? ¿Tan solo mató en defensa propia? Desde que Sebastian entró en su vida todo se había puesto patas arriba: fiestas, barcos, drogas, alcohol… ¿Fue Maja quién manipuló a Sebastian para cometer el delito? ¿Ella es otra víctima más?
La narración es inteligente a más no poder y las reflexiones te calan hasta los huesos. Maja es de los personaje mejor trabajados que he leído, te la imaginas corpórea, a tu lado, contándote la historia de porqué llegó hasta esa situación. Y sí, está narrado en primera persona, cosa que me pareció fascinante… conocer las opiniones y sensaciones de una persona estando en esta tesitura es una experiencia única.
Si bien es cierto que no es una lectura ligera y requiere todo el tiempo que las buenas obras necesitan hay que afirmar rotundamente que es arte, porque ya lo dijeron: el arte no tienen que ser bonito, el arte tiene que hacerte sentir, y Maja te hace sentir, Sebastian te hace sentir, hasta los abogados del caso te hacen sentir; que estás allí, que podrías ser tú, que no querrías ser tú, que no hay que olvidar que el negro y el blanco solo son los extremos que engloban el resto de colores.
Creo que será una excelente lectura para los amantes de “Como defender a un asesino” o “Por trece razones”.

Le doy 4/5 estrellas.