El libro comienza con una escena impactante, que te engancha desde el principio, y tienes la esperanza de que va a ser de esos libros que van soltando “caramelitos” poco a poco para que mantengas la tensión y las ganas de seguir engullendo hasta finalmente “llegar al pastel” que te deja saciado. Pero no, rápidamente te empiezas a plantear que a lo mejor un buen comienzo no tiene que ser necesariamente preludio de un buen camino y mejor final. Suspiras aliviado cuando llevas 150 páginas y a partir de ahí vuelve la esperanza, pero ya es tarde. Te das cuenta de que el libro, definitivamente, no era lo que esperabas; y no es que sea malo, simplemente no es una novela policiaca, no es una novela de asesinos despiadados con escenas de violencia explícitas, es una novela sobre la manera en que la protagonista, Maja, una chica adolescente, percibe lo que está viviendo y recuerda los hechos que la han llevado a una situación desesperada y, en cierta medida, casual. Lo que hace ver que en realidad el azar es un componente importante en la vida de las personas.

Con la coartada de los asesinatos y el juicio, la autora aborda, temas de actualidad como son las tensiones sociales producidas por los prejuicios raciales y la diferencia de clases en ese país, pero que perfectamente podría extrapolarse a cualquier otro de occidente. Igualmente trata de cómo “la sociedad” prejuzga hechos a partir de informaciones sesgadas y parciales y busca confirmar sus expectativas, a partir de informaciones que se publican en la prensa; lo que en España comienza a denominarse como “pena de telediario”.

Se trata de una novela de lectura ágil, narrada en primera persona por Maja, en la que se intercalan el momento presente (el juicio y los días que pasa en prisión provisional) con los recuerdos, que van dando forma a la historia. Otros personajes relevantes son  Sebastián, su novio e hijo del hombre más rico de Suecia, que proyecta el estereotipo de niño rico y consentido. Samir, que es un chico árabe que vive en un barrio marginal pero que va a clase al mismo instituto que Maja y Sebastián. Es un alumno brillante, pero la diferencia racial y económica con sus compañeros hace de él una persona a la defensiva y, en definitiva, no diferente al resto respecto a los prejuicios, pero en su versión contraria. Amanda es la mejor amiga de Maja y cumple con el papel de chica simple y superficial. Por último, Claes Fagerman es el despiadado padre de Sebastián, al cual maltrata con sus continuos desprecios. El resto de personajes que aparecen en el libro tienen, a mi parecer, poca relevancia y un papel limitado y accesorio que únicamente sirven de comodín o para justificar acciones puntuales.