Napoleón y Leonard (Coco, como lo llama su abuelo), abuelo y nieto, respectivamente. Una historia que cuenta la relación y las hazañas que llevan a cabo estos dos familiares. Napoleón decide a sus 85 años separarse de la que ha sido su mujer toda la vida, Josephine y elige a su nieto como compañero de sus nuevas aventuras. Napoleón es un hombre con fuerza, vivaz, que puede poner de los nervios hasta a su propio hijo, incluso dejarlo en ridículo delante de mucha gente durante una reunión. A sus 85 años quiere renovarse y su mente es incapaz de pensar que es un hombre mayor y viejo. Es un señor cabezota donde los haya.

Napoleón ha decidido compartir sus proezas con su nieto, pero este se encuentra entre la espada y la pared. El abuelo no puede ni ver a su hijo, desde que este decidió optar por los estudios en lugar de seguir su camino de boxeador. Por ello el nombre de “pichafloja”. Quiere que su nieto sea diferente a su padre, pero el niño es demasiado responsable en el colegio. A pesar de ello, tendrá que mentir a su padre, respaldar a su abuelo en todo e incluso enfrentarse a su padre por él.

La historia no es más que el día a día de una familia, que tiene que hacer frente a algunos problemas familiares, sobre todo, relacionados con el abuelo, que pretende tener una vida y una edad que no son acordes a la realidad. Es una sucesión de relatos en los que participan nieto y abuelo, a los que se suman hacia el final, “pichafloja” y Josephine, además del amigo de Leonard, Aleixandre. Y no quiero olvidarme de Punto, el perro que adoptan abuelo y nieto cuando empiezan sus aventuras.

En la narración se cuentan los últimos momentos de una persona importante en nuestras vidas, nuestros abuelos. Sus últimas voluntades, a las que no nos podemos negar, como le sucede a Coco. Es una exposición en la que se producen escenas tanto de humor como dramas.

Los capítulos son cortos, fáciles y rápidos de leer por el lenguaje que se utiliza. Se intercalan las cartas que se mandan la abuela y el nieto. En el libro se expresan los miedos que se tienen cuando llegamos a la vejez, cuando alguien cercano se va, cuando alguien a quien queremos intenta luchar por vivir.

No puedo mencionar mucho más puesto que es una obra escasa en acciones, en tramas, en personajes, etc. pero que hace reflexionar sobre los miedos, la aprensión a la muerte, la desconfianza en nuestros familiares, la necesidad que tienen las personas mayores de ser escuchadas y entendidas.

En definitiva, no es un libro que me haya encantado, simplemente ha sido una de esas lecturas que recuerdas por todo lo que intenta transmitir. Lo recomiendo para aquellas personas que no saben qué leer, a aquellos que quieren recordar la relación de complicidad que tenemos con los abuelos.

La historia está situada en la Inglaterra de finales del siglo XIX. Charlotte huye de Alemania hacia Inglaterra para evitar el escándalo que se ha originado por su “culpa”. Encuentra trabajo en la Mansión de Chalk Hill como institutriz de la niña de la casa, Emily. La madre de la muchacha murió hace un año y el padre no ha encontrado una institutriz que le guste.

La niña es obediente, a Charlotte le encanta y la ve como una niña inteligente. El padre. Un hombre de política, poderoso, con aires de grandeza y demasiado frío con todo lo relacionado con la hija. Solo le interesa que aprenda modales, no se preocupa por ella ni presenta sus sentimiento hacia ella. Es uno de los personajes que menos se muestra en cuanto a sus emociones, es bastante contrario a su hija Emily en este sentido, pues la niña cada vez se ve más frágil y delicada debido a los sueños y las visiones que tiene.

Charlotte se presenta a sí misma como una persona recta pero flexible y tolerante a la vez. Sus actitudes y sus acciones nos abrirán paso a un personaje bien definido, con algunos contrastes entre sus cualidades.

Toda la trama gira en torno a una pérdida. La madre de Emily desapareció y se cree que cayó y se ahogó en el río Mole, cerca de la mansión, aunque está completamente prohibido hablar del tema. La niña tiene constantemente pesadillas y Chalotte descubre que algo extraño está pasando porque Emily dice que habla con su madre, que la ve y está a su lado. ¿De verdad se ahogó lady Ellen? Es lo que quiere descubrir Chalotte.

Los personajes principales que aparecen en la novela son los que he mencionado anteriormente, aunque podemos añadir al periodista especialista en temas relacionados con los espíritus, Thomas Ashdown. Es un viudo que echa de menos a su mujer por lo que intentará ayudar a Charlotte y a Emily respecto al tema de las visiones y sueños sobrenaturales gracias a su experiencia. También aparece algún personaje asociado al servicio de la mansión pero no tendrán papeles decisivos en la trama.

Al principio se intercalan episodios de Chalk Hill con otros relacionados con Thomas Ashdown, que nos presentarán al personaje y su curiosa historia, que llegará hasta Emily y Charlotte. Estos relatos cortos me causan una animadversión en cuanto a la historia, puesto que, como a continuación comento se trata un tema que no termina de atraerme.

En la novela aparece un tema relacionado con el espiritismo que no me ha llegado a gustar, porque le resta realidad a la historia. No es un tema que me apasione, sino más bien me causa un poco de rechazo. Sin embargo, a pesar de esto, he visto en la forma de narrar, en los personajes y en la época una similitud a la literatura realista de finales del siglo XIX.

La autora tiene esa sintonía con la época que hace que cuando vas leyendo te imagines esa forma de vivir y la sociedad en la que se transcribe. La lectura tiene un ritmo pausado, sobre todo al principio, cuando se presentan a los personajes. No es hasta que Charlotte y Thomas se unen cuando toma un poco más de velocidad, aunque sigue yendo a un paso tranquilo. Para mí hubo diferentes cambios en la intensidad de la lectura. Al inicio lo cogí con fuerzas pero conforme avanzaba la historia veía que no era mi lectura para el momento, pero después, volvió a tener un desarrollo ligero.

El final no es el esperado, pues todos los desenlaces que venían a mi mente eran cuando menos cercanos al cierre que le da Susanne Goga. El narrador omnipresente que narra la historia hace que entendamos bien cada personaje pero también la maquinación que se lleva a cabo en la historia para llegar a la conclusión.

Recomiendo la novela si os gustan las historias de intriga, aunque no para que sea una lectura rápida y amena. Hay que cogerla con calma y sin prisas.   Al terminar, he tenido la sensación de que algo le ha faltado a la historia.

Háblame bajito no ha sido para nada la lectura que yo tenía en mente antes de empezar a leer. Según la sinopsis, te imaginas a una mujer de unos cuarenta años que pasa por el trauma de una separación y que, siguiendo los cánones de las historias de amor, irá en busca del candidato idóneo. Como siempre, saqué conclusiones a partir de la síntesis de la novela. Por eso no me gusta guiarme por ello a la hora de leer un relato. Me fijo en otras cosas, como el título o la portada o, simplemente, las diversas opiniones y críticas. 

Hasta aquí está claro que no se trata de una novela de amor. 

Pita se acaba de divorciar y decide mudarse a un piso nuevo donde solo quepa ella. Es la directora de un importante programa de radio, y vemos que es su gran pasión. Todo lo que tenga que ver con el periodismo lo lleva al límite. 

Me ha parecido tan interesante el mundo que se esconde detrás de nuestros aparatos de radio que, solo por eso, me parece un libro útil. Quizá porque soy muy curiosa. Quizá porque siempre me he preguntado cómo se realizan las entrevistas, cómo funciona un programa de radio, cómo se preparan los locutores y todo lo que conlleva.

Los temas que se tratan en las entrevistas me han puesto la piel de gallina. Cuando los iba leyendo, iba recordando aquellos episodios que en algún momento sucedieron. Vivirlos desde un punto de vista del que podría ser la experiencia personal de un afectado me ha parecido muy conmovedor.  

Macarena Berlín nos  ha transmitido, uno por uno, todos los miedos que tenemos las personas: miedo a estar solos, o quedarnos solos para siempre; miedo a encontrar una pareja nueva; miedo a no estar a la altura, a pasarse o a quedarse corto; miedo a no hacer lo correcto; miedo de no hacer lo propio para lo que estamos programados; miedo al fracaso. Demasiados miedos.

Con esta lectura me he dado cuenta de los miedos que llevo conmigo, aunque dudo que encuentre una ola algún día, como hizo Pita. 

Los diferentes personajes que aparecen en la historia son cada uno de un palo. El padre quiere controlar la vida de Pita, y además tiene una gracia peculiar. Pita tiene dos tías, y una de ellas es feminista y procurará que Pita actúe por sus intereses. 

Tengo que decir que, a pesar de ser una lectura amena y ligerita, algunos capítulos me han resultado algo difíciles de encajar. Para mí ha habido un poco de batiburrillo entre ellos.

Además, tengo que añadir, como algo negativo…que me he encontrado demasiados errores: ortográficos, de estilo, … Muchas de las oraciones las he tenido que leer un par de veces y reestructurarlas para que tuvieran un sentido más claro. 

La novela tiene puntos negativos, bajo mi punto de vista, pero también tiene muchos más positivos: he aprendido con Pita de los miedos que tenemos, entre otras cosas. 

¿Cómo empiezo? Me siento muy agradecida por haber tenido la oportunidad de tener en las manos y leer esta novela negra con la que se inicia Laura Mavor en la literatura. 

En la obra aparecen temas de actualidad como son las redes sociales, la homofobia o el tráfico de personas. La historia está contada desde un pueblo pequeño, costero, veraniego pero tranquilo; un pueblo imaginario de la comarca de Castellón, Santarés. A partir de una muerte sospechosa de asesinato se van a ir conociendo todos estos temas.

Estoy más que encantada porque me he sentido parte de la trama y he investigado con los protagonistas que formaban parte de la Unidad de Policía Judicial. La protagonista principal con su humor y sus salidas de tono me ha hecho reír; la teniente Miranda, presentada por la autora como una mujer con unos cuantos años y bastante experimentada en su campo, además de con dos adicciones y una de ellas no muy peculiar: el tabaco y las manzanas. Miranda no es la típica protagonista encantadora y con un físico espectacular, sino más bien tiene un humor muy suyo y físicamente es poco agraciada. 

El cuerpo de la Policía Judicial está formado por la teniente Miranda y sus subordinados. Entre ellos se encuentra la alférez Lesboutx, una joven dedicada a su trabajo pero con una actitud demasiado seria para su juventud. El sargento primero Antonio Benjumea, un hombre bastante mayor y más conocido como el \»caimán\» que es el nombre característico en el argot benemérito para aquellos que pasan más tiempo al sol que dedicando sus horas al trabajo. El Caimán va a tener pocas intervenciones en este caso, pues casi todo el día se lo pasa en la cafetería de la comandancia o en casa (porque justo el suceso se abre en fin de semana). La incorporación del nuevo muchacho, Christian Ballesteros, sobrino del comandante, va a suponer una nueva tensión sexual entre él y Adriana Lesboutx. Al principio se juzga al chico por incompetente, pero luego sus actuaciones supondrán un beneficio para la investigación. Aunque en alguna ocasión sus intromisiones y curiosidades les van a llevar a algún problema que otro.

Lo que no le falta a este thriller policíaco son personajes, y es que como en toda investigación se necesitan posibles culpables: el grupo homófobo y con un pensamiento retrógrado liderado por Neus Guzmán, con un pasado no muy brillante; el impulsor de la nueva aplicación para buscar pareja, Finder, junto con su suegro ruso; el centro de integración juvenil acomodado en la localidad de Santarés desde no hace mucho también va a ser un foco de investigación. Y por último quedará indagar a la mujer que encontró el cadáver, que no por ello es menos sospechosa. También hay personajes que tendrán un papel más secundario pero serán necesarios para llegar al final de la operación policial, como la niña que declara en contra de uno de los personajes, la mujer de Alfonso Navarro, el fundador de la aplicación, la asistenta de la teniente Miranda o el difunto padre de esta. 

Aunque la trama me ha parecido bastante surrealista, la autora es una criminóloga especializada en los delitos que se cometen a través de las aplicaciones o redes sociales, y eso me hace reflexionar en el relato que nos narra, puesto que está lleno de escenas reales que suceden cada día en investigaciones de desapariciones, asesinatos ajenos a las redes sociales, sucesos rutinarios, etc. 

Tengo que decir que ha sido una lectura atrayente, con una escritura fácil y sencilla de entender, sin pretensiones. Una novela de suspense ágil y con ocurrencias y chistes que la alejan de ese género serio y oscuro.

Me parecía imposible llegar al final con tantos personajes, tantas coartadas, historias que iban saliendo a la luz, pero después me di cuenta de que todo era imprescindible para presentar al causante y encajar todas las piezas sueltas del rompecabezas que estaban construyendo la teniente Miranda Vega y su equipo. 

Me ha parecido superinteresante poder estar dentro de una investigación como esta, acompañar a la Guardia Civil en la búsqueda del asesino. En muchas ocasiones he exteriorizado mi fascinación con un \»olé\» en voz alta y en otras he intentado ayudar para la identificación de posibles sospechosos. He sentido que he colaborado con ellos, aunque suene estúpido.

Como no tengo nada malo que decir, puedo añadir como un \»pero\» que ha habido capítulos que para mí eran innecesarios. 

Después de todo esto…para mí se merece…

 5 ESTRELLAS

…porque no es fácil lanzarse en el mundo de la literatura y conseguir un relato bueno y consistente.