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Entre mis libros y yo

España

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Libros y reseñas

Corre hasta el fin del mundo

Adrian J. Walker

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Valoración: ★★★★

Buena lectura más alllá del puro entretenimiento

No soy muy dada a las historias postapocalípticas, ni en literatura ni en cine, aunque debo decir que alguna lectura, y película, de este tipo la he disfrutado enormemente y como de vez en cuando me animo a salir de mi zona de confort cuando vi esta novela no me lo pensé demasiado y me decidí por ella y la verdad es que me ha gustado mucho. Hoy os hablo de Corre hasta el fin del mundo.

 

Tras asistir a la destrucción total no solo de su ciudad, Edimburgo, sino también por lo que parece de todo el país y de gran parte del hemisferio norte, Edgar se ve separado de su familia, mujer y dos hijos, por diferentes circunstancias. A partir de ese momento a la supervivencia se sumará otro objetivo: reunirse con ellos. Comienza así una carrera contrarreloj junto a otros cuatro personajes que le acompañarán en su camino hasta Cornualles, en el otro extremo del país, más de 800 kilómetros que deberán cubrir en un tiempo record para llegar a tiempo, encontrar a su familia y probablemente salvarse del caos y la destrucción total que se ha adueñado de todo lo que conocen.

Destaca en Corre hasta el fin del mundo la ambientación en un mundo asolado, consiguiendo el autor transmitir de forma fidedigna no solo el paisaje devastado, sino también la angustia y la opresión, el miedo, la lucha diaria por sobrevivir. Para todo ello el autor hace gala de un buen uso de las descripciones para que sin llegar a ser excesivamente detalladas, sí consigan situar al lector y dibujar en su cabeza las imágenes que se le muestran en palabras. Del mismo modo se viven y sienten las emociones de los personajes de forma que es fácil entenderlos y dejarse arrastrar por una lectura que si bien no es trepidante, sí mantiene el ritmo adecuado para mantener en todo momento el interés por lo narrado y la necesidad de saber qué ocurrirá.

Utiliza el autor la figura del narrador protagonista por lo que es a Edgar a quien mejor conoceremos. Con él viviremos su profunda evolución desde el padre de familia apático que se implica lo menos posible con su mujer e hijos, hasta el hombre que se supera a sí mismo en una carrera atroz en la que es capaz de sacar fuerzas de donde no creía que existieran, el hombre que corre para llegar hasta lo que más ama, su familia, aunque haya sido necesaria una catástrofe de tal magnitud para que él reaccione y aprenda a luchar por lo realmente valioso. Corre hasta el fin del mundo no es solo la lucha por sobrevivir y la huida hacia delante de Edgar para reencontrarse con su familia y hallar la salvación, es también la narración de los pensamientos más profundos y las emociones que un hombre, enfrentado al final, creía enterrados, pero que vuelven a aflorar con una nueva fuerza que le hará replantear su vida de una forma totalmente distinta a como la entendía hasta ese momento. Gracias al uso de este narrador conoceremos bien a Edgar, pero ello va en detrimento de otros personajes en los que me hubiera gustado que el autor profundizara más porque hubieran tenido mucho que aportar a la trama por lo que en este aspecto la historia se me ha quedado un poco corta ofreciendo solo el punto de vista de un personaje con el que no siempre será fácil empatizar.

Con una prosa sencilla y un estilo en el que prima la fluidez a pesar de incluir pasajes un tanto introspectivos e incluso emotivos, la lectura de Corre hasta el fin del mundo avanza al ritmo de las zancadas de los protagonistas, esquivando peligros y creando momentos de intensa tensión hasta un desenlace inesperado que me ha resultado totalmente satisfactorio. Realmente he sentido durante la lectura que corría junto a Edgar y sus compañeros y con ellos he vivido lo que es capaz de hacer alguien por sobrevivir, lo mejor y lo peor del ser humano aflora en una lectura en la que el ambiente hostil traspasa las páginas creando momentos realmente angustiosos y asfixiantes.

Subyacen durante la lectura temas tales como la amistad, la lealtad, la bondad y la maldad, lo que uno es capaz de hacer por conseguir sobrevivir. El a veces equivocado orden de nuestras prioridades y que solo nos cuestionamos cuando la desgracia nos sacude, es otro de los asuntos que se aborda en la novela a través de las reflexiones de Edgar. Y cómo no el hecho en sí mismo de correr, el cansancio, el dolor y la debilidad hasta llegar a la satisfacción. Cualquier corredor sabe de lo que hablo si digo que correr puede ser el momento perfecto para, sin ni siquiera buscarlo, dejar vagar tus pensamientos hasta aspectos inexplorados y esto es algo que en esta novela queda muy bien reflejado uniendo en un todo la lucha por la supervivencia y el deporte.

En definitiva, Corre hasta el fin del mundo me ha parecido una buena lectura que va un poco más allá del entretenimiento. Una novela que si bien está muy alejada de mis gustos habituales en literatura he disfrutado y que no dudo en recomendaros incluso a aquellos que, como yo, no suelen embarcarse en estas lides.

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Arenas movedizas

Malin Persson Giolito

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Valoración: ★★

Un thriller que despierta interés desde el inicio

Maja es una niña bien, sus padres tienen dinero y ella, aunque un poco frívola a veces, es una buena chica y una buena estudiante. Cuando Sebastian, el chico más popular del instituto e hijo de uno de los millonarios más influyentes de Suecia, se fija en ella toda su vida parece alcanzar la perfección. Pero todo esto lo sabremos después, una vez hayamos avanzado un poco en la lectura de Arenas movedizas porque la novela, con un inicio in medias res, nos sitúa en el comienzo del juicio que nueve meses después del crimen tendrá que dilucidar si Maja es o no culpable de todo aquello de lo que se la acusa, entre otras cosas de la muerte de su novio y de su mejor amiga, de inducción al asesinato, de cómplice en otros…

Nos encontramos con un narrador protagonista, Maja. Un acierto si pensamos que gracias a ello nos metemos, y de qué manera, en la cabeza de una adolescente que si en un principio puede parecer arrogante, a medida que avanzamos en la lectura va evolucionando hacia una Maja mucho más reflexiva, atenazada por un profundo sentimiento de culpabilidad. Una Maja llena de miedos y de dolor. ¿O es todo una pose? La mente de Maja es un torbellino en el que el lector se verá inmerso, sin tener nada claro qué posición tomar ante ella, intentando encajar las distintas piezas del puzle según la protagonista nos las va ofreciendo mientras parece desafiarnos a completarlo.

Como os decía todo un acierto para entrar en la mente de la protagonista, pero un error al no ofrecer más puntos de vista que el de ella, de forma que muchos matices de la historia se nos escaparán, solo tendremos la visión de Maja y nuestra imaginación. Sin entrar en detalles que os podrían fastidiar la lectura, al final de la novela mi postura, por todo lo que he leído, la tengo muy clara, pero también soy consciente de que me faltan muchas piezas de ese puzle, o al menos una visión más amplia de esas piezas porque solo conozco las que me ha dado la protagonista, la acusada, y a lo largo de la novela he visto cómo ella misma se ha mentido a sí misma así que ¿por qué no puede haberme mentido a mí? Creo que tras finalizar la novela tengo una idea bastante acertada del perfil de la protagonista y una idea general del resto de personajes, pero solo veo lo que Maja ha querido contarme y en una historia tan tremenda como la que se nos cuenta en esta novela se dan cita tantos detalles para terminar formando un todo que yo tengo la sensación de que mi visión es incompleta.

Arenas movedizas tiene una clara misión de crítica hacia la sociedad, hacia la cultura del aparentar, del tener antes que ser. Una novela que aborda temas tan importantes como la adolescencia, las drogas, el alcohol, las carencias afectivas y la inmigración. Temas todos ellos muy interesantes en los que la autora parece haber decidido no profundizar demasiado prefiriendo quedarse en el cliché, sin aportar nada nuevo y limitándose a lo llamativo de asuntos escabrosos y de nuevo creo que se debe a la elección de narrador porque o bien con un narrador omnisciente que nos aportara de forma objetiva todos los datos, o bien con la inclusión de una segunda voz narrativa que también en primera persona permitiera entrar en la mente del otro protagonista, Sebastian, del mismo modo que he entrado en la de Maja, la novela hubiera resultado mucho más rica tanto en profundidad como en matices.

Lo que no se le puede negar a la autora es la capacidad para crear tensión en el lector que durante toda la lectura se pregunta qué más hay detrás de la aparente relación idílica entre Sebastian y Maja, una relación amorosa salpicada de drogas y alcohol. Un lector que se debate entre posicionarse del lado o no de la protagonista. Entre entenderla, incluso aunque resulte ser culpable, o condenarla directamente como ya han hecho los medios de comunicación y es que éste es otro de los grandes temas que se trata en Arenas movedizas, el cómo la presunción de inocencia salta por los aires cuando estamos ante un caso tan mediático como el que ocupa las páginas de la novela, en la que unos niños ricos han matado a algunos de sus compañeros en el elitista instituto al que asisten. Este punto se pone claramente de manifiesto durante el juicio, en el que Maja parte ya como culpable mientras nos va narrando las distintas exposiciones de los hechos que hacen la fiscal y el abogado defensor, las pruebas que presenta la acusación y que rebate la defensa, los testigos… Y es que Arenas movedizas tiene mucho también de thriller judicial en el que lo más interesante son sin duda los interrogatorios de la defensa y su alegato final.

En definitiva, Arenas movedizas es un thriller que con una protagonista realmente peculiar y con una magnífica evolución nos sumerge en una lectura a menudo confusa y sobre todo parcial, pero que aún así cumple con su cometido de entretenimiento porque en todo momento el lector deseará saber más.

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Los herederos de la tierra

Ildefonso Falcones

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Valoración: ★★

Un paseo por la Barcelona medieval y el mundo del vino.

Disfruté mucho, muchísimo, con la lectura de La catedral del mar. Fue una lectura realmente fantástica, de esas que vives y sientes como si tú misma estuvieras dentro de la novela así que no es de extrañar que, como tantos otros lectores, estuviera deseando leer su continuación, aunque ésta no ha sido exactamente lo que esperaba. Hoy os hablo de Los herederos de la tierra.

En Los herederos de la tierra conoceremos a Hugo. Él mismo será el encargado de relatarnos su vida desde su infancia llena de carencias tras la muerte de su padre hasta su madurez. El que fuera protagonista de La catedral del mar, Arnau Stanyol, se convertirá en su protector y gracias a él encontrará una ocupación en las atarazanas, aunque los derroteros de la vida terminarán llevándolo por un camino muy distinto, el del vino.

Nos traslada de nuevo el autor a la Barcelona del siglo XIV y a través de la trayectoria vital de Hugo Ildefonso Falcones articula una narración cronológica lineal para esta novela de ficción histórica en la que el lector asistirá al crecimiento de la ciudad a través de profusas descripciones que nos harán pasear por un nuevo barrio, sus iglesias y sus conventos. La misma minuciosidad que utiliza el autor para la descripción de escenarios, la emplea en trasladar al lector la sociedad barcelonesa de la época, poniendo especial atención en la persecución a la que se vieron sometidos los judíos.

Junto al protagonista principal e indiscutible de la novela, Hugo, el elenco de personajes es muy amplio, pero ninguno de ellos, ni principales ni secundarios, me ha parecido que estuvieron dotados de la suficiente profundidad como para que sus perfiles me resultaran cercanos. Cae el autor en los malos muy malos, que parecen ser malos solo porque sí, y los buenos buenísimos que, además, suelen ser pobres y desgraciados. El máximo representante de esto que os cuento es precisamente Hugo, el protagonista, un personaje que cae una y otra vez, pero que vuelve a levantarse y cuyo único destino en la vida parece ser cruzarse con personas que quieren destrozar la suya. Pero el principal problema que he encontrado es que ninguno de ellos ha conseguido transmitirme emoción alguna precisamente por esos extremos en los que o todo es blanco o todo es negro, he echado de menos esa gama de grises que hubiera podido hacer que mi empatía o mi desprecio despertara.

Pero si algo me ha costado en esta novela es su ritmo, las largas escenas que poco o nada aportan a una trama que a menudo me preguntaba durante la lectura cuál era y los largos diálogos entre personajes cuya única misión es transmitir al lector lo mucho que se ha documentado el autor para construir el adecuado contexto político y social de la novela. Incluso en temas que realmente me resultan interesantes, como es el de la viticultura, se extiende tanto y, a mi modo de ver, de forma tan innecesaria que solo consiguió que esta lectora perdiera el interés y la lectura me resultara lenta y farragosa, no siendo hasta el último tercio cuando alcanza un ritmo ritmo adecuado.

Mis expectativas estaban muy altas cuando allá por el mes de septiembre me hice con este libro y lo cierto es que si no lo leí entonces fue porque suelo buscar un momento de vacaciones o similar para enfrentarme a novelas tan extensas. Estas expectativas bajaron mucho cuando empecé a leer reseñas que más o menos indicaban lo que hoy os cuento así que el momento de enfrentarme a la lectura fue difícil, pero me decía a mí misma que quizá esperando menos pudiera disfrutarlo más de lo que otros lo habían hecho. Lamentablemente no ha sido así y durante toda la lectura me preguntaba qué había aquí de aquella otra novela y de aquel autor que me conquistó hace unos años. Las comparaciones son odiosas, qué duda cabe, pero no he encontrado nada de ello en Los herederos de la tierra.

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El otro hijo

Sharon Guskin

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Valoración: ★★★★

Una novela emotiva e intensa

Hoy os traigo un libro muy especial que trata un tema controvertido sobre el que yo misma soy bastante escéptica: la reencarnación. Aunque en mis lecturas no suelo animarme a menudo con temas sobrenaturales y similares lo cierto es que no me disgustan, pero siempre temo la forma en que asuntos así sean tratados por lo que estas novelas no se cuentan entre mis habituales. No es este el caso del libro del que os voy a hablar ya que me ha convencido totalmente. Hoy os hablo de “El otro hijo”.

 

Janie es una madre soltera muy consciente de que Noah, su hijo de cuatro años, no es un niño como los demás. Su aversión al agua, hasta el punto de negarse a darse un baño, sus frecuentes pesadillas y su insistencia en querer volver a casa y ver a su otra mamá, lejos de ir mejorando con el tiempo se afianzan en su vida por lo que Janie, empujada por la directora de la escuela infantil a la que asiste Noah y de la que ha sido expulsado, decide buscar ayuda iniciando así un periplo por los psicólogos y psiquiatras infantiles más reputados de Nueva York sin que ninguno de ellos pueda dar una solución definitiva a sus problemas. Al borde de la desesperación Janie llegará, a través de unos videos en internet, hasta Jerome Anderson, un psiquiatra que ha dedicado su vida a investigar casos de posibles reencarnaciones y que ahora que sabe que la muerte le acecha, ve en Noah el último caso que podrá estudiar.

Es probable que muchos descartéis esta novela por el tema que trata. Lo paranormal en general, y la reencarnación en particular, tampoco es una temática habitual entre mis lecturas ya que dependiendo de cómo estén tratados estos asuntos pueden producir en mí un rechazo frontal. No es éste el caso de “El otro hijo”. La novela aborda la posibilidad de una vida anterior de una forma natural, mostrando datos y hechos, pero sin intentar un convencimiento directo hacia el lector más escéptico, entre los que me encuentro. Alternativamente a los capítulos que narran la historia en sí misma de Noah, se intercalan fragmentos de la obra “Vida antes de la vida: los niños que recuerdan vidas anteriores” del doctor Jim B. Tucker en la que se muestran casos reales que en su día fueron estudiados por el autor del ensayo y que han servido como base a la autora para construir esta historia.

Aún siendo el tema principal de la novela, “El otro hijo” aborda otros asuntos más allá de la reencarnación. Las relaciones entre padres e hijos es uno de los temas en los que más ahonda. Éstas quedan perfectamente plasmadas no solo en los personajes de Janie y Noah, sino también en otros secundarios que poco a poco irán tomando más relevancia y a través de los cuales la autora nos hablará también de pérdidas, de dolor, de perdón y de esperanza. Una novela llena de emociones y sentimientos que conviven en perfecta armonía con una trama plagada de misterio y tensión. La prosa de Sharon Guskin es amena y sencilla y con naturalidad va introduciendo al lector en un tema peliagudo dotándolo de credibilidad. La narración es, además, muy ágil y fluida por lo que rápidamente me atrapó y sin tener un ritmo endiablado, se convirtió en una de esas novelas que no puedes parar de leer.

No puedo dejar de alabar la prosa y la tensión narrativa de las que hace gala esta debutante en la literatura ya que a través de un narrador omnisciente, con un ritmo y desarrollo impecables, y poniendo el foco en cómo se sienten sus personajes, Sharon Guskin logra enganchar al lector desde el inicio de la novela y aborda la reencarnación desde distintos puntos de vista, poniendo el foco en unas ocasiones en aquellos personajes que se agarran a cualquier idea con tal de mitigar un poco su dolor ante la pérdida y, en otras, en aquellos que rechazan la posibilidad y que casi se toman como un insulto la mera insinuación de que la persona a la que perdieron y a la que tanto aman, pueda volver a ellos en otro cuerpo.

Los personajes principales, Janie, Noah y Jerome se nos presentan como personas reales, llenos de vida, realizando la autora un detallado perfil en el que prima el lado más emocional de todos ellos y consiguiendo con ello que el lector conozca de primera mano lo que sienten. El bloqueo y la angustia de una madre que no sabe que más hacer para intentar ayudar a su hijo quedan perfectamente reflejados en Janie, un personaje con el que he empatizado desde el primer momento. Noah es un niño muy especial, un niño en general feliz, pero que también sufre y ese sufrimiento y su confusión llegan hasta el lector a través de palabras y de las sensaciones y emociones que nos transmite. Y por último, Jerome. Un hombre que arrastra un pasado doloroso y al que al final de su vida le es diagnosticada una enfermedad degenerativa y aún así, dentro de su amargura y sabiendo que sus capacidades ya no son las de antes, recobra gracias a Noah la ilusión y las ganas de luchar por algo.

“El otro hijo” es una novela muy emotiva e intensa que llega al corazón del lector. Una novela conmovedora que me ha aportado mucho más allá del mero entretenimiento porque está llena de amor, un amor que va más allá de la muerte.

Una trama sin duda original, una prosa cuidada, un ritmo adecuado y unos personajes que llegan al lector, hacen de “El otro hijo” una novela muy recomendable a pesar de las reticencias que algunos podáis tener para leer un libro con una temática como ésta. No es una novela que intente convencer a nadie ni que busques respuestas, pero sí es una novela sobre las emociones más humanas, sobre la vida y sobre la muerte.

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Anna y el hombre Golondrina

Gavriel Savit

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Valoración: ★★★★

Anna y el Hombre Golondrina

Un día, la existencia de Anna, una niña de siete años, cambia para siempre. Cuando su padre la deja al cuidado de un amigo para acudir a una reunión en la universidad en la que da clases ninguno de los dos sospecha que nunca volverán a verse. Ni saben que, el que creían amigo, terminará dejando a la niña abandonada en la calle, sola, hasta que se cruza en su camino el Hombre Golondrina, con quien iniciará un viaje que no solo la llevará por distintos lugares de Polonia, su país, en plena Segunda Guerra Mundial, sino que supondrá también un viaje iniciático hacia una vida adulta que llega demasiado pronto para una niña que no entiende qué ha podido ocurrir y que se ve abocada a acompañar en su peregrinar a ese hombre del que nunca conocerá su nombre, pero con el que se siente segura y que le enseñará lecciones de vida que nunca olvidará.

“Anna y el Hombre Golondrina” no es una novela sobre la guerra, o al menos no es solo eso, es una novela sobre la supervivencia y sobre la amistad y todo ello visto con la mirada inocente de una niña, lo que confiere cierta dulzura a una historia tan dura como la que nos cuenta un narrador en tercera persona siempre desde el punto de vista de Anna. Es desde esa inocencia como conoceremos los crudos hechos de la guerra y nos adentraremos en una novela llena de magia y emociones.

Haciendo gala de una prosa elegante, exquisita y muy adjetivada y en la que la narración predomina sobre el diálogo, Gavriel Savit nos ofrece una historia sencilla llena de emociones y lecciones que invitan una y otra vez a la reflexión. El estilo del autor me ha parecido muy rico en detalles, pero a la vez fácil de leer, creando una atmósfera envolvente para una historia que me ha puesto un nudo en la garganta más de una vez. Del mismo modo que recrea emociones, recrea también paisajes y escenarios a los que nos lleva de la mano para transitar parajes nevados, donde no crece nada que poder llevarse a la boca, parajes donde pasaremos hambre y viviremos el horror de la sinrazón de la guerra, pero también pasearemos por valles donde la primavera, a pesar de todo, brota cada año.

Además de esa magnífica ambientación, «Anna y el Hombre Golondrina» se basa principalmente en la fuerza de sus dos protagonistas. De la dulzura e inocencia de Anna ya os he hablado y frente a ella encontramos a ese hombre sin nombre, una persona de contrastes que tiene un lado oscuro, pero al que se le adivina una ternura infinita y un dolor oculto que el lector intentará descubrir.

Una novela que casi tiene más de cuento y que podrá disfrutar tanto el público adulto como el juvenil, aunque sin duda las lecturas serán muy distintas. “Anna y el Hombre Golondrina” es una de esas novelas que solo pueden tener un final abierto, y aunque a mí normalmente esto es algo que me disgusta, lo cierto es que en este caso cualquier desenlace cerrado podría dar al traste con el aura casi mágica que envuelve al lector durante su lectura.

No quiero terminar la reseña sin hablar sobre la comparación que desde la editorial se hace de este libro con «El niño con el pijama de rayas» y «La ladrona de libros» y que para algunos, por lo que he leído en otras opiniones, ha terminado suponiendo una pequeña decepción. Dado que he leído las tres puedo decir que lo único que tienen en común son el período bélico en el que se ambientan y el hecho de estar protagonizados por niños. Yo no he encontrado más similitud entre ellas y esto no es ni bueno ni malo, a veces estas comparaciones pueden hacer más daño que otra cosa puesto que algunos lectores irán predispuestos a encontrar algo similar y por mi parte, habiendo disfrutado de las tres lecturas tanto como lo he hecho, os aseguro que esta novela tiene valor por sí misma y no precisa de comparaciones.

En definitiva, «Anna y el Hombre Golondrina» es un libro que he disfrutado tanto por lo que cuenta como por la forma de hacerlo. Un canto a la amistad y a la supervivencia que recomiendo a todo aquel que le apetezca una lectura distinta.

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Historia de un canalla

Julia Navarro

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Valoración:

Historia de un canalla - Julia Navarro

Thomas sabe que va a morir pronto y es por ello que decide echar la vista atrás para repasar cómo fue su vida partiendo de la premisa de que es consciente de ser un auténtico canalla. De esta forma comenzará a narrar en primera persona todas sus hazañas desde que era niño, contando las cosas tal cual fueron, sin paños calientes, para después ofrecer al lector la versión de lo que hubiera podido ser si él fuera una buena persona o al menos alguien distinto a quien realmente es. Estas partes sobre lo que pudo ser y no fue se destacan del resto de la narración al utilizarse una tipografía en cursiva.

Creo que me alejé de esta lectura nada más comenzarla porque no entiendo precisamente esa premisa de la que parte. Thomas no solo admite ser lo que es, sino que además parece hasta feliz de serlo, sin mostrar ningún tipo de arrepentimiento. Es decir, las cosas fueron como fueron porque él es como es, no son hechos externos a su vida que le vinieron dados y ante los cuales él se ha comportado de un modo u otro, son hechos y actos que Thomas ha provocado y de los que no solo no se arrepiente, sino que se jacta de ellos. ¿A qué viene entonces plantear lo que hubiera podido ser? Es algo que me desconcertó desde el principio y a lo que una vez finalizada la lectura no encuentro explicación salvo el querer engordar el número de páginas.

A esta lejanía que me produjo lo que os comento se unió el hecho de que conforme avanzaba la lectura, Thomas me iba pareciendo cada vez más un malo realmente patético. Ya de niño sus maldades más parecían una llamada de atención, ante la que por cierto sus padres poco caso hicieron, que los actos de un niño con graves problemas de comportamiento de fondo. De esta forma sus aventuras y desventuras llegan a convertirse llegada la edad adulta más en una sucesión de batallitas que en otra cosa. Una sucesión de batallitas que a lo largo de casi novecientas páginas cansa y es que probablemente éste sea el mayor problema que «Historia de un canalla» ha tenido para mí: su extensión. Páginas y páginas para alargar una historia por lo demás previsible y que solo cambia de escenario porque tanto en Londres como en Nueva York, después de un pequeño paso por Madrid, la novela no pasa de ser un yo, yo, yo y lo que pudo ser, pero no fue y no me arrepiento…

Si la idea era construir un retrato sobre la maldad humana yo tengo que admitir que no he visto ese retrato por ninguna parte. También pudiera ser que la autora quisiera hablarnos sobre la manipulación y la influencia de los medios de comunicación y la publicidad en general, y en el plano político en particular. Estos temas sin duda subyacen en toda la novela, pero terminan siendo engullidos por un protagonista que más que malo y manipulador, me llegó a resultar ridículo y mentalmente agotador. Un malo que por momentos a mí más me parecía aquejado de un fuerte sentimiento de inferioridad, de hecho está muy acomplejado por sus orígenes hispanos que de forma tan clara delata su físico, que canaliza solo a través de la maldad.

A favor de la novela puedo decir que la prosa es fluida y el lenguaje de Julia Navarro sencillo, sin florituras, abundando además los diálogos lo cual confiere aún más agilidad a la lectura. Y que como os decía al principio siempre es de agradecer que los autores arriesguen saliendo del género en el que se sienten cómodos. A mí no me ha convencido “Historia de un canalla”, pero estoy segura de que a muchos otros sí lo hará por lo que os invito a que leáis otras opiniones antes de descartar su lectura.

 

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