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El Ojo Lector

España

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Libros y reseñas

La noche de las medusas

Jacinto Rey

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Valoración: ★★★

Una novela adictiva y con una ambientación espectacular

No había leído nada de Jacinto Rey, aunque sí había escuchado hablar de su anterior novela (Dile a Marie que la quiero), que siempre me pintaban muy muy bien pero que nunca me decidí a leer. También, podría decir — una vez más — que no me gusta la novela negra, policiaca o thriller (como queráis llamarla), pero eso ya no se lo cree nadie. ¿Os habéis dado cuenta de que la mayoría de libros que leo últimamente son de ese género? Siempre os digo que no es mi favorito y que no me considero, para nada, una experta en la materia, pero, a base de ensayo y error, me da que al final voy a convertirme en una especie de erudita.

El caso es que, cuando me ofrecieron leer lo nuevo de Jacinto Rey (su séptimo libro, La noche de las medusas) no me lo pensé mucho (a pesar de que no hubiera catado nada suyo con anterioridad). «¿Hasta dónde puede llevarte la venganza?» o «Un thriller lleno de acción, intriga y giros inesperados, cuya cuidada ambientación nos traslada al Madrid y al Tánger de finales de los años sesenta» eran algunos de los argumentos con los que se vendía esta novela, y, todo sea dicho, me pareció bastante original. Así que empecé a leer…

¿Pero de qué va La noche de las medusas? Bueno, es complicado explicarlo, al menos sin desvelar nada. Digamos que se trata de una novela que se mueve en el pasado y en el presente, en torno a un secreto que afecta a la vida de los personajes que desfilan a lo largo de ella. La historia de misterio-suspense-thriller no está del todo mal (luego profundizaré un poco más en ello), aunque, a mi modo de ver, la novela te gana por tres factores: la manera amable y sosegada de escribir de Jacinto Rey; la ambientación, tanto del Madrid como del Tánger de finales de los años sesenta; y la propia distribución de la novela, que hace que difícilmente puedas parar de leer.

Me ha gustado mucho, además de su forma de escribir, cómo el autor sitúa la trama en escenarios tan dispares como Madrid o Tánger. También, que se decante por una época como la de finales de los sesenta y que lo ubique todo alrededor de la llegada del hombre a la Luna. Esto, aunque finalmente se queda un poco descolgado, me ha recordado mucho a uno de mis libros favoritos: El palacio de la luna de Paul Auster.

También es muy reseñable, como os decía, la manera en que nos engatusa Jacinto Rey con su narración. Aunque, en cierto modo, la novela es algo previsible, también es verdad que engancha como un demonio. No sé si es por la disposición de los capítulos o por los cliffhanger con los que estos finalizan: el caso es que no puedes parar de leer, y eso, unido a la brevedad de la novela, hace que te la termines en cuestión de horas.

Sin embargo, aunque está más que claro que La noche de las medusas cuenta con aspectos muy destacables (entre ellos el propio título), lo cierto es que también cuenta con otros que me han chirriado bastante. Por un lado, los personajes: muy maniqueos, a mi modo de ver. Por lo general, son muy buenos o muy malos, no son redondos, tienen poca hondura… aunque, eso sí, son tremendamente plásticos. Es decir, quedan genial en el libro, son exquisitos o tremendamente aberrantes, pero no transmiten, no parecen reales.

Por otra parte, no me ha gustado el final. Esto no es que sea muy novedoso — conocéis mi historial con los finales —, sin embargo sí que lo es en relación a esta novela. Por lo que he podido leer por ahí, la mayoría de las personas que han tenido la oportunidad de leer La noche de las medusasha destacado el final como lo mejor de la novela. Para no variar, parece que soy la única que discrepo.

Como ya os he comentado más arriba, la historia resulta algo previsible. No es que sepas desde la primera página qué va a pasar — en honor a la verdad no descubres cómo es exactamente todo hasta el final — pero sí que durante toda la novela sabes más o menos por donde van los tiros. Y sí, al final termina como esperabas y, bueno, tampoco está demasiado mal, dicho sea de paso.

El problema es la vuelta de tuerca que el autor imprime en los últimos compases de la novela, más allá del supuesto final. A muchas personas este giro argumental les ha llevado casi al orgasmo — de ahí la buenas críticas — a mí me ha espantado hasta el colapso. Ocurre algo parecido a lo que sucedía en La pareja de al lado de Shari Lapena y su final sorprendente (no para mí); de esos que te dejan con las patas colgando.

Me encantan los giros argumentales — os prometo que es así — pero siempre y cuando estén justificados, sobre todo si es un giro que cierra una novela. Tirar una bomba de humo (o sacarse un conejo de la chistera) justo antes de que se baje el telón puede quedar terriblemente espectacular, pero lo cierto es que no todo vale. No os podría contar el cuento de Blancanieves para terminar diciendo que, en realidad, todo fue un plan urdido por la propia princesa para hacerse con el control del reino y que, en realidad, la madrastra era su propia madre y la quería.  Primero, porque os sonaría a rollo macabeo, y, segundo, porque habría tenido que justificarlo, de alguna manera, a lo largo del cuento, ¿no?

A mi modo de ver, en La noche de las medusas, el autor podría haber prescindido totalmente de este giro final: no hacía falta, la novela habría quedado bien sin él. Sí, que queda muy espectacular, pero está cogido con pinzas o, por lo menos, así lo veo yo.

En fin… A pesar del final, debo reconocer que la lectura de La noche de las medusas me ha dejado buen sabor de boca. Quizás debería leerme Dile a Marie que la quiero, ¿me la recomendáis?

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Bajo cielos lejanos

Sarah Lark

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Valoración: ★★★

Una nueva (y típica) historia de la reina del bestseller

Llevo algunos meses offline (espero que sigáis ahí). Lo siento mucho, pero he estado hasta arriba con movidas que seguro que, si os las contara por aquí, os aburrirían muy mucho. De todas formas, no penséis que no tenía tiempo para reseñar por aquí lo leído. Ojalá fuera sólo eso, porque la verdad es que tampoco he leído nada durante este tiempo (a excepción de este libro, claro) y es algo que, como diría Rocío Dúrcal, me hace sentir… extraña. ¿Yo? ¿Separada de un libro? Que sepáis que se aproxima el fin del mundo…

En cualquier caso, ya estoy aquí. He vuelto (respirad tranquilos y tranquilas, por el momento), y nada más ni menos que para hablar del nuevo libro de Sarah Lark: la reina del bestseller internacional.  Bajo cielos lejanos es su última novela, y es un libro enorme:  de esos que, como las Biblias, llevan una cinta para marcar las páginas. Impone. Impone mucho, pero, bueno, los libros de esta señora son así, ¿qué le vamos a hacer?

Aunque no está reseñado en el blog, en su día, yo leí, como una gran parte de la raza humana, En el país de la nube blanca, que, todo sea dicho, me gustó bastante. No está reseñado porque mi intención, como siempre, era leerme toda la trilogía de un tirón, y no continué leyendo el resto de los libros porque, para qué negarlo, el volumen de los libros me echó para atrás. Cuando me ofrecieron la posibilidad de leer su última obra, Bajo cielos lejanos, acepté como una manera de resarcirme con su autora, aunque no os niego que temblé un poquito con ese marcapáginas bíblico.

Sin embargo, tampoco es para tanto. Bajo cielos lejanos es un libro ameno, agradable, que engancha lo indispensable, y que se lee de buen grado. Tampoco es que sea una experta pero, según otras críticas que he leído por ahí y mi experiencia con En el país de la nube blanca, no creo que sea uno de sus mejores libros, pero aún así creo que hará las delicias de todas las que nos pirramos por la romántica de aventuras.

Lark, como en otros de sus libros, combina a la perfección la sobriedad alemana con el alma salvaje neozelandesa, y creo que es lo que nos cautiva tanto de sus obras. En el caso de este Bajo cielos lejanos, nos introduce en la vida de Stephanie, una periodista alemana, de pasado misterioso, que viaja a Nueva Zelanda para escribir un reportaje. Como podréis imaginar, ese viaje también la marcará íntimamente, y le hará resolver un gran conflicto de su infancia.

Aunque la historia es un tanto previsible, el de Lark no deja de ser un enfoque bastante original. La regresión hipnótica a la que se somete la protagonista, el salvaje maromo mahorí que conoce… En fin, es un buen libro para leer con tranquilidad, bastante adecuado para las vacaciones que están por llegar… Ainss las vacaciones… ¿Quién pudiera pasarlas en Nueva Zelanda?

En definitiva: paciencia y al toro.

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El jardín de Sonoko

David Crespo

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Valoración: ★★★

Una novela muy elegante y muy japonesa

El jardín de Sonoko de David Crespo es una novela que me ha dejado totalmente descolocada. Reconozco que empecé a leerla por las reminiscencias orientales que desprende. La edición en papel es preciosa, muy elegante pero llamativa, estéticamente prometedora. Como sabéis, me encantan este tipo de novelas — las japonesas —, aunque, en esta caso, su autor, David Crespo, tenga poco de oriental. Sí, abordaba el asunto del dichoso hilo rojo, que ya sabéis que, de un tiempo a esta parte, está hasta en la sopa. Sin embargo, lo positivo ganaba por goleada a lo negativo: había más motivos para leerlo que para no hacerlo, y me lancé a por él.

Desde sus inicios, El jardín de Sonoko me sorprendió; lo hizo sobre todo David Crespo y su manera de escribir. Es una novela muy japonesa. La narrativa, como suele ocurrir en este tipo de relatos, es sobria y correcta; formal, pero, por otra parte, cargada de emoción. Ese detalle me encantó desde el principio, y, con ello, la novela me llevó inmediatamente a su terrero. Es curioso el conocimiento tan íntimo que tiene Crespo, barcelonés, de la cultura japonesa, y cómo adopta el propio lenguaje de los autores de aquel país de una forma tan natural.

El planteamiento inicial del libro me gustó: el despertar a la vida de un joven vendedor de zapatos, que durante muchos años vivió recluido en una habitación, y que, en la actualidad, vive una vida increíblemente cuadriculada. La figura del hikkomori siempre me ha llamado muchísimo la atención. Se trata de una relativamente nueva enfermedad social que impulsa a los jóvenes — japoneses en su mayoría — a aislarse completamente de la sociedad para evitar toda presión exterior. Los hikkomori suelen pasar largas temporadas, e incluso años, enclaustrados en alguna habitación del hogar familiar, siendo su ordenador, la televisión o los juegos en línea sus únicos nexos con el exterior. Es, sin duda, un fenómeno increíblemente interesante y muy conectado a la realidad tecnológica que actualmente estamos viviendo. Así que el hecho de que Kaoru, el protagonista, hubiera sido durante cinco largos años uno de estos hikkomori fue algo que captó mi atención casi al instante.

El propio Kaoru me resultó, desde el inicio, también, un personaje muy interesante por su visión del mundo tan cuadriculada y poco convencional. No os miento si os digo que le presuponía algún tipo de principio de autismo o de síndrome de Asperger.  Era extraño de narices, y su manera de pensar aún más. Me recordaba muchísimo al protagonista de El curioso incidente del perro a medianoche de Mark Haddon. Si habéis leído este fabuloso libro, sabréis exactamente a lo que me refiero.

Y es que, en sus comienzos (siempre en sus comienzos), El jardín de Sonoko se parecía incluso un poco a algunas obras de Murakami, en las que parece que nunca pasa nada y, en las que, a la vez, suceden muchas cosas. En cualquier caso, toda ellas captaban poderosamente mi interés: un amor escondido, un misterio del pasado, obsesiones, el asunto de los hikkomori… Era todo increíblemente prometedor.

Sin embargo, justo en el ecuador de la novela, una historia que parecía que iba a centrarse en el resurgimiento, en la vuelta a la vida, en, por qué no, las segundas oportunidades, se transforma en una especie de cuento de hadas (con madrastras y princesas en castillos), con tintes de tragedia griega, que, sinceramente, aún ahora mismo, no sé si me acaba de encajar o no. Parece que la segunda parte de la novela la hubiera escrito otra persona, o la misma persona, cambiando absolutamente el tipo de novela que quiere escribir.

Y es que lo que parecía una novela sobria, pelín lenta y elegante, se precipita, sin frenos y cuesta abajo, de una manera vertiginosa y bastante estrepitosa. Los personajes empiezan a sacarse conejos de la chistera, aparece información por arte de magia de la que no teníamos noticia (ni la esperábamos)… Todo se convierte en algo un poquito caótico, desquiciado y, por qué no decirlo, un poco rollo. Por supuesto, no se vuelve ahondar en la pasada vida como hikkomori del protagonista, es como si, a partir de cierto punto, la vida del protagonista cambiara de tal forma que se olvidara de todo lo que había sido y era. En cierto modo, esto es algo que ocurre en la propia historia de Kaoru, sin embargo, la ruptura con lo anterior me resultan tan tajante y, por otro lado, tan caótica, que buena parte de la novela y su desenlace me dejaron totalmente descolocada.

Aunque la prosa de David Crespo sigue siendo igual de correcta y elegante en la segunda mitad — todo hay que decirlo — lo cierto es que los derroteros que toma la historia, a la vez que la manera en que se desarrollan y argumentan una serie de giros en la trama, propiciaron que la novela no terminara de gustarme lo que, en principio, pensaba que me gustaría. Una auténtica pena. Sin embargo, me ha gustado el autor y su manera de escribir: no le perderemos la pista.

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El café de los pequeños milagros

Nicolas Barreau

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Valoración: ★★★

Una dulce historia que hará las delicias de las más románticas

Hace algunas semanas, me ofrecieron la posibilidad de leer El café de los pequeños milagros, el nuevo libro de Nicolas Barreau, el autor de la famosísima La sonrisa de las mujeres, novela que, reconozco, no he leído, pero que, hasta día de hoy, encuentro por todos lados. En estos momentos, creo que Nicolas Barreau se ha convertido en la quintaesencia de lo romántico, un poco en la línea de lo que hace su tocayo, Sparks, al otro lado del atlántico. Sus novelas, por lo general situadas en la ciudad de París, son amables, feeling-good, entrañables, cargadas de cosas bonitas y perfectas, sin palabras malsonantes, con casualidades, señales, azares del destino y todas esas cosas que enloquecen a las personas increíblemente románticas.

A decir verdad, no es que sean las suyas las historias que más me motivan. A ver, soy romántica, pero soy también demasiado realista. Además, — lo admito —, digo muchos tacos (aquí, suelo contenerme bastante), y me gusta encontrar en los libros románticos alguna que otra escena subidita de tono (no muchas, no pequemos de exceso). En definitiva, soy mucho más terrenal que las novelas y las protagonistas de Barreau.

Encima, no soy demasiado fan de París. A ver, que no se me ofenda nadie, que es una ciudad espectacular, pero yo soy de esas personas a las que, si le planteas la eterna diatriba entre París y Londres, siempre escogerá la segunda opción. Es que eso de poner siempre a París como el destino más romántico del universo — a ver, que este señor es de París y tiene derecho a escribir sobre lo suyo — me parece tan casposo… que, al final, le he cogido hasta coraje. Y, encima, todo ese rollo de que ahora todas las historias que se desarrollen en dicha ciudad tengan que ser, más o menos, una copia de Amélie, me enerva también. ¡Oye! ¡Que a mí me encantó Amélie! ¡Pero me encantó en el 2001, cuando la vi en el cine! Después de libros como La elegancia del erizo, Los ojos amarillos de los cocodrilos y demás, temo llegar a cogerle también algo de manía.

Así que os preguntaréis… Entonces, ¿qué narices haces leyendo un libro de este buen señor?

Bueno, porque supongo que todo el mundo merece una oportunidad. De hecho, hay personas o situaciones que merecen más de una. Si Nicolas Barreau ha tenido (y tiene) tanto éxito, será por algo, ¿no? Así que… ¿por qué no echarle un vistazo? También hubiera leído algún libro de Nicholas Sparks, si no hubiera visto las películas basadas en éstos antes. ¿Hay alguna novela de este hombre que no se haya llevado a la gran pantalla?

En fin, al lío…

El café de los pequeños milagros, como ya os auguraba al principio de la reseña, es una novela sobre las casualidades, las señales y el Destino. Sí, el Destino con mayúsculas. Nos habla de cómo las cosas más insignificantes que nos ocurren a lo largo del día pueden llegar a determinar nuestra vida y nuestra felicidad. Sí, también transcurre en París, pero solo una parte de la novela, luego la acción se traslada a Venecia (ejem!) y se convierte, de esta manera, en una suerte de libro de viajes, en el que la protagonista descubre una nueva ciudad y una nueva vida.

Aunque posiblemente no sea el estilo de novela que más me gusta, está claro que a las románticas empedernidas se les hará la boca agua al leerla. Es una novela para soñar, super-optimista, que te devuelve la esperanza en el amor. Los lugares en que nos sumerge Barreau, de la mano de Nelly, la protagonista, son preciosísimos, encantadores y muy muy agradables. La historia es de esas que podría perfectamente acabar con un fundido negro en forma de corazón. Venecia, París, largos y calentitos tés, cafeterías de ensueño… Todo es increíblemente sensorial y sofisticado.

En contraposición, es una novela breve, ligera, que, aunque a veces nos sumerge en explicarnos teorías filosóficas tremendamente originales, en otras ocasiones pasa, con poca razonable sutileza, por encima de problemáticas de mayor calado.

Sin embargo, las cosas como son: sería imposible encontrar una novela más romántica que este El café de los pequeños milagros. En cualquier caso, eso dependería de qué es o no romántico para ti… ¿no?

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Háblame bajito

Macarena Berlín

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Valoración: ★★

Una novela muy periodística con la que no he llegado a conectar

Hay libros con los que no conectas desde el principio, y me temo que Háblame bajito de Macarena Berlín es uno de ellos. Empecé a leerlo, entre otras cosas, por las buenas críticas. Todas ellas hacían referencia a la tremenda sensibilidad de la autora, Macarena Berlín, una periodista que particularmente no sigo mucho pero que lleva desde hace años conduciendo uno de los programas más consolidados en la radio de este-nuestro-país-España. La suya ha querido venderse  como una novela diferente a lo que suelen producir, últimamente, algunas de sus compañeras de profesión, — es decir, novelas sentimentaloides que parecen recién sacadas de un curso de escritura creativa —, y, en cierto modo, sí que es diferente… Solo que yo no he sabido entenderla, creo.

Cuando lees Háblame bajito no tienes la sensación de que estés ante una novela, parece que estés leyendo una crónica; una con capítulos, diálogos y personajes variopintos. Es una crónica sobre nuestra sociedad actual (desde Wallapop, hasta la crisis del Ébola) cuyo nexo conductor es Pita, una periodista de éxito, de mediana edad, que se encuentra un poco perdida. Macarena Berlín, a través de Pita, un ser apático que más que actuar observa, nos muestra ciertos aspectos de su vida cotidiana: la maternidad, el trabajo, la familia… Pero, como ya he dicho, desde el punto de vista despegado de una protagonista que, junto a la autora, llevan la profesión metida en la piel. Supongo que es algo de deformación profesional.

No tienes la sensación de que sea una novela porque, realmente, no llega a pasar nada. Uno de los titulares con los que se comercializa esta novela reza tal que así:

Con una sensibilidad extraordinaria, Macarena Berlín nos presenta una novela llena de humor y delicadeza en la que disecciona como nadie nuestros miedos. Lo hace con esa voz que nos habla bajito y que queremos seguir escuchando incluso después de terminar estas páginas.

Y hay que tomárselo de manera literal. En Háblame bajito, no pasa nada  y cuando parece que va a ocurrir algo — es decir, que Pita por fin se decida a hacer algo nuevo con su vida — la novela se acaba. Ya sabéis que no soy muy fan del esquema presentación-nudo-desenlace, sin embargo, cuando lees esta novela de Macarena Berlín parece que no llegas a pasar de la presentación. Es como si nos sumergiéramos en una especie de descripción eterna con diferentes estadios que podríamos titular Pita y el deporte, Pita y su trabajo, Pita y su amigo homosexual… Nada cambia, todo se presenta estático, y, cuando parece que va a ocurrir algo realmente interesante, nuevo, la novela se acaba y adiós muy buenas.

En este punto, podríamos intentar contemplar el libro de Macarena Berlín desde lo periodístico o, incluso, lo sociológico. No nos quedemos con la historia de la periodista cuarentona y perdida, hagámoslo con el retrato de la sociedad y de la actualidad, de la profesión periodística. Sin embargo, desde este enfoque, a mi modo de ver, la novela también hace aguas. Háblame bajito consigue lo totalmente opuesto a lo que siempre relacionamos con el periodismo: la actualidad, lo candente, la última hora. Tienes la sensación de que estás leyendo algo totalmente desfasado, desde las entrevistas que se suceden y que versan sobre temas que estuvieron de actualidad hace mucho tiempo, hasta la propia visión de la sociedad moderna. Es como si le explicara a mi abuela qué es Tinder o como si viera anunciado, con luces de neón, en mi cine favorito, el video de gatitos que vi hace meses en Youtube. Todo es un retrato de la sociedad que, quizás, los menos actualizados puedan ver como algo novedoso. El resto, entre los que me incluyo y posiblemente el público objetivo de esta novela, solo podrá observar el contenido desde algo que ya sabían desde hace tiempo.

Sin embargo, con total seguridad, lo que menos me ha gustado de Háblame bajito es Pita, la protagonista; posiblemente, el motivo por el que he llegado a conectar tan poco con todo. Me ha parecido fría, apática, altiva, inaccesible… Quizás, aspectos con los que Berlín pretendía intencionadamente vestir a su protagonista, pero que a mí me han producido mucho rechazo…

En definitiva, no es mi novela, no era mi momento… Lo siento, pero no me ha gustado.

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Contigo en el mundo

Sara Ballarín

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Valoración: ★★★★

Una novela agradable, un poquito feeling-good, que te hará pasar un buen rato

Cuando tuve en mis manos el nuevo libro de Sara Ballarín, Contigo en el mundo, y, sobre todo, cuando lo abrí y leí el primer párrafo, mi primera sensación fue que no me iba a gustar. Empezaba bien la cosa, ¿eh? También había algo más: hace algún tiempo le di varias oportunidades a su primer libro, El cuaderno de Paula, y reconozco que no puede con él. En aquellos momentos, yo estaba un poco hasta donde la tripa pierde el nombre de protagonistas chaladas, y Paula se me antojó el súmmum del chaladismo. Así que, por mucho que lo recomendara Elísabet Benavent, lo di por perdido y me puse con Miss zapatos de lujo de Ana Cantarero, que me encantó.

Así que cuando abrí Contigo en el mundo y me encontré un primer párrafo de estas características, me quise morir:

Estuve pensando qué ponerme durante más de media hora. Me tiré encima de la cama con las domingas al viento, muerta de asco y resoplando. Que me apetecía un montón el momento, irónicamente hablando y tal. No era yo muy fina con la moda, así que no sabía cómo tienes que vestirte para quedar con tu novio cuando vas a dejarle. Deberían publicar un artículo en alguna revista de trapitos aconsejando cómo narices vestirse para joderle la vida a una persona. Debía ir sencilla, supuse, cero maquillaje, zapato plano, o mejor zapatilla. Un poco zarrapastrosa, vaya. Que él no pensara que me estaba tomando a risa el «No eres tú, soy yo…», que es una frase manida que no dice nada, pero, bueno, queda bien después de romperle el corazón a alguien. «Joder, venga, Vega», me dije, «que no solo eres una rompecorazones sino que además ¡vas a llegar tarde»

Quizás haya algo de razón en eso de que las malas relaciones te agrian el carácter ya que, por suerte, despúes de dejar a su novio — no os revelo nada, que esto pasa en la primera página —, Vega pasa de ser una frívola y sin sentimientos a persona normal y, afortunadamente también, no vuelve a pronunciar la palabra domingas nunca más. ¡Qué horror! Y es que la Vega del principio tiene poco o nada que ver con la del final de la novela, lo que posiblemente es lo que más me guste de ella; la evolución de la protagonista, que pasa de ser un alma libre sin objetivos en la vida, a alguien que los tiene y los consigue, sin perder su esencia en el impasse.

Vega no es una protagonista al uso — en lo último que piensa es en casarse y en tener hijos — sin embargo, a pesar de no ser una prota tradicional, es increíblemente sensata y se comporta de manera bastante racional… Ese es, precisamente, otro detalle que me ha gustado de la novela: lo normales que son los personajes y las situaciones. A diferencia de otros libros, no tienes la sensación de que haya nada impostado o complicaciones innecesarias. A pesar de que estos digan lo contrario, los protagonistas no se pierden en noñerías, no hay posturas kamasútricas, ni sexo conejil intenso… Todo es muy natural y sencillo. Podría pasarte a ti o a mí, si conociéramos a alguien con un velero, claro. (Por cierto, ¿os he dicho que este finde me voy a la playa? ;))

Vuelvo al hilo, que me pierdo…

Contigo en el mundo es un novela que, poco a poco, va armándose y volviéndose más íntima. También, va ganándote poco a poco. Ya véis, de párrafo chalado a cuatro estrellas en el ranking. Y es que, lo que en un principio parecía una frívola novela más donde una chica cambia de aires y conoce a un chico misterioso, se convierte en un canto a las segundas oportunidades, a la libertad, al buen amor que no ata y a la sencillez. Sara Ballarín nos demuestra que, en lo cotidiano, también es posible encontrarse a uno mismo y a la felicidad. Además, engancha como un demonio, por lo que me ha tenido en vilo durante todo un día.

¿Os la recomiendo? ¡Mucho! Si te gusta Elísabet Benavent y, sobre todo, si te gustó Mi isla, creo es un libro que te podrá encajar. Es una novela agradable, un poquito feeling-good, que te hará pasar un buen rato. Sin pretensiones, amable… ¡Sí! Me ha sorprendido.

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Mi vida: instrucciones de uso

Marian Keyes

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Valoración: ★★★

Todo un regalo de la autora para sus fans

Como seguro que ya sabéis, siempre me he declarado muy fan de Marian Keyes. Gracias a ella, descubrí la chick-lit, un género que me fascina y que es capaz de aunar muchos aspectos que suelen tener bastante éxito conmigo: el humor, el amor, las cosas de chicas y algún que otro dramón. Tengo — y creo que siempre tendré — un gran recuerdo de las novelas de Keyes. Siempre suelo usarlas para comparar, como el súmmum de las novelas de su estilo, porque en chick-lit, la verdad es que no creo que haya nada mejor. Recuerdo que incluso, para mi, sus libros eran terapéuticos. Si la vida me daba algún tipo de revés, sobre todo amoroso, recurría a ellas para reponerme, y funcionaba. ¡Anda que no! Sus historias me hacían pensar que no era el único bicho raro sobre la faz de la tierra, que había gente que lo pasaba igual o incluso peor que yo, que de todo se sale y que, por supuesto, no hay que perder la esperanza en el amor. Además, me reía muchísimo con sus novelas. ¡Mogollón! Creo que nunca me he reído tanto como con sus libros…

Sin embargo, todas las historias de amor tienen sus tira y afloja. La mía con Keyes tuvo un punto de inflexión en forma de libro, llamado La estrella más brillante, que la verdad no sé si era bueno o malo porque no pude pasar de las primeras páginas. A partir de aquella novela, dejé un poco de lado a la autora, y hasta hoy…

Hace algunas semanas me enteré de que la publicación de Mi vida: instrucciones de uso era inminente y, aunque en un principio lo dejé un poco al margen, ya que no se trata de una novela sino de un compendio de artículos y reflexiones de la autora, tras ofrecérseme la oportunidad de leerlo, no pude decir que no. La verdad es que no me arrepiento. Mi vida: instrucciones de uso es un libro no solo pensado para las fans de Keyes (no creo que tenga mucho sentido que lo leas si no has catado nada de la autora). También sirve, muy mucho, para reconciliarte con ella. Para las que no sabíamos que la autora era una especie de influencer — aunque pensándolo en serio tampoco es tan descabellado — este libro supone conocer a la autora desde un punto de vista más íntimo, ya que, mediante esta selección de artículos, ella misma nos confiesa sus fobias, sus adicciones, sus penas… Todo sin filtros de instagram, y con la sencillez y desparpajo que siempre hemos encontrado en sus novelas.  Es el universo Keyes pero en primera persona; divertido, frívolo, pero también increíblemente imperfecto, como nos pasa a todas con nuestras vidas.

Aunque , por razones obvias, he tenido que leerlo de seguido, creo que Mi vida: instrucciones de uso es un libro para leer poco a poco. Al fin y al cabo, se trata de artículos que se han ido publicando a lo largo del tiempo, ¿no? No tiene m mucho sentido leerlos todo de corrido. A ver que no se me ofenda nadie, ni la editorial, ni la autora (Hi! Marian!), con lo que voy a decir, pero la verdad es que es un libro genial para tener en el baño. ¡Por favor! ¡Que no estoy diciendo que el libro haya que tirarlo por el wáter ni mucho menos! Yo suelo leer cuando voy al baño. ¡Sí! ¡Voy al baño! ¡Como tú! ¡No es una ordinariez! Es algo muy natural… No os escandalicéis que todas hemos leído Cincuenta sombras de Grey y todavía no hemos ido al infierno. Cuando voy al baño, me gusta leer algo. Mi madre dice que de pequeña me llevaba la guía telefónica, para que os hagáis una idea de cómo estaba la cosa en mi casa en cuanto a libros. El caso es que ya estoy tan acostumbrada a hacerlo que, si no tengo un libro a mano, tiro de la etiqueta del champú o del desodorante, y las leo en inglés, en portugués y en francés… Así que, por mi salud, procuro tener una lectura ligera siempre en las inmediaciones. Por ejemplo, durante mucho tiempo fue un libro de viñetas de Maitena, que leía y releía sin parar… Creo que Mi vida: instrucciones de uso también es el libro perfecto para estos casos: los capítulos son cortos, los temas diversos,… se os hará totalmente liviano el leerlo poco a poco, no os saturará, y como no existe mucho hilo argumental no os perderéis nada si algún día no estáis muy por la labor de retomarlo. Aunque espero y os deseo que seáis superregulares. Es uno de los grandes dones que la vida puede darte…

Bueno, dejo de escandalizar… Conclusión. Mi vida: instrucciones de uso es un libro genial para todas a las que os gusta Marian Keyes; te permite conocer más a la autora, saber que lo que cuenta en sus libros tiene un poco de base en la realidad, y que sigue siendo increíblemente divertida y cercana. A lo mejor los temas sobre los que trata no están demasiado en sintonía contigo, pero la forma en que los trata es tan guay que te engancha sin remedio. También, como os dije, es un libro que te permite reconciliarte con la autora. Después de haberlo leído y descubrir que el 2015 publicó un nuevo libro, Mi karma y yo, te entran ganas de volver a leerla e, inevitablemente, volver a disfrutarla. Así que, próximamente, igual tenéis una nueva reseña de la gran Marian Keyes.

 

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El baile de las luciérnagas

Kristin Hannah

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Valoración: ★★★★★

Dulce, triste y muy emotiva, esta novela de Kristin Hannah te remueve por dentro.

El baile de las luciérnagas de Kristin Hannah es una novela que viene precedida por el enorme éxito de El ruiseñor, la última de la autora y todo un éxito en cuanto a ventas. Aunque sea principalmente conocida por esta última, lo cierto es que la carrera de Hannah viene de lejos; ha publicado más de veinte novelas y ganado numerosos premios, entre los que se incluyen The Golden Heart, The Maggie y The National Reader’s Choice en 1996.

Los estupendos dos millones de ejemplares vendidos en España han propiciado que Suma de letras haya publicado, a principio del mes de febrero, dos de las novelas de la autora que, aunque anteriores a El ruiseñor, suponen una auténtica prueba de fuego para la autora y su consolidación en nuestro mercado. Está más que claro que meter cabeza es complicado, pero mantenerse lo es aún más. El baile de las luciérnagas (así como El jardín de invierno) llegan con la misión de alcanzar, a toda costa, o, por lo menos, igualar, a un gran éxito editorial como El ruiseñor.

Sin embargo, mi caso es un tanto particular. En primer lugar, no he leído El ruiseñor. Lo sé, es imperdonable, pero no llegó a llamar demasiado mi atención cuando leí la sinopsis de la contraportada. Para ser honesta, tampoco me cautivó la de El baile de las luciérnagas. La verdad es que tengo una opinión bastante destemplada sobre las grandes amistades. Mi propia experiencia me ha vuelto un poco incrédula al respecto. Aunque tengo amigas y amigos, ¿eh? ¡Que no soy una sociópata!

Supongo que El baile de las luciérnagas es uno de esos libros que llegan a tu vida sin armar jaleo y que te van ganando poco a poco, hasta que caes rendida a sus pies. Tras terminarlo, solo puedo decir que tengo muchísimas ganas de leer El ruiseñor, El jardín de invierno y todo lo que escriba esta buena mujer. Por supuesto, me he vuelto una auténtica defensora de la amistad y tengo una terrible envidia de la que tienen las protagonistas de esta larga, dulce y triste historia.

Pero vayamos por partes…

Muchas cosas son las que me han gustado de El baile de las luciérnagas y muy pocas o ninguna las que no lo han hecho. Como bien habéis podido leer en el resumen, la novela pivota alrededor dos amigas, muy diferentes entre sí, aunque complementarias, y su relación de amistad a lo largo del tiempo.

Me ha encantado como Kristin Hannah decora y ambienta cada una de las décadas (los setenta, los ochenta, los noventa y el cambio de siglo) y las preciosas referencias a las canciones más míticas de cada una de las épocas. Para mi gusto, las chicas son demasiado buenas, ya que no se meten mucho en líos, pero bueno, aún así, sus historias me han parecido reales y honestas. Aunque una de las protagonistas sea periodista de éxito y la otra madre de tres niños y ama de casa, no tienes la sensación de que una de las vidas sea más estimulante o más interesante que la otra. Son tan reales, y Kristin Hannah desarrolla tan bien las personalidades de cada una de las dos amigas, que todo vas más que rodado. La lectura es constante, fluida e intensa.

Sin embargo, posiblemente, lo que más me ha gustado es el grado de emoción que te contagia la novela. Ya lo decía hace ya algunas noches en Twitter:

No he llegado todavía a la página 100 y ya he echado alguna que otra lagrimilla… Me está gustando… #ElBaileDeLasLuciernagas

— El Ojo Lector (@elojolector) 23 de febrero de 2017

 
Es totalmente cierto. Tras leer unas pocas páginas ya había echado mis primeras lagrimillas, y es que, aunque este libro de Kristin Hannah es un libro triste — de hecho, podría formar parte de nuestra selección 7 libros tristes pero maravillosos — también es muy emotivo en tanto en cuanto pasan cosas muy bonitas y sentidas. Es un gran canto al amor, a la familia y, por supuesto, a la amistad.

¿Qué más os puedo decir? ¿Que me ha encantado? ¿Que por eso le he dado cinco estrellazas? Sé que muchos y muchas os echaréis para atrás porque os he comentado, más arriba, que se trataba de un libro triste. Como os he dicho muchas veces, a estas alturas de la película, donde todo parece cortado con el mismo patrón y donde las novelas se olvidan con la misma facilidad con la que se empieza otra, encontrar una que te remueva por dentro y que te haga Sentir (con mayúscula y en cursiva) es para darse un con un canto en los dientes. Me encanta que una novela me afecte y, si es triste, pues es triste. ¿No nos tragamos, todas las veces que la ponen, El diario de Noa y lloramos como pazguatas? Y no me digáis que es solo por Ryan Gosling, que nos conocemos… ¡Dadle una oportunidad, anda! No os arrepentiréis… Eso sí, comprad kleenex.

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El instante preciso en que los destinos se cruzan

Angélique Barbérat

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Valoración: ★★★★

Una hermosa y conmovedora sorpresa

El instante preciso en que los destinos se cruzan llegó por casualidad a mi vida, y lo hizo para quedarse.  Se coló en mi lista de pendientes sin hacer ruido, con su portada un poco sosaina y su título increíblemente largo. Empecé a leer, y ya nadie pudo pararme. Esta novela de Angélique Barbérat te absorbe y, a pesar de que no es precisamente corta — cuenta con más de 450 páginas — la terminas en un suspiro. No puedes parar de leer.

Sí, es un libro que me ha sorprendido. En primer lugar, porque la autora es francesa. Aunque, por supuesto, no tengo nada en contra de Francia, sí es verdad que le he cogido un poco de dentera al tipo de novela que suelen exportar últimamente: historias tipo Amelie, con ramalazo de autoayuda, tan edulcoradas que, al final, terminan por cansarte.

Sin embargo, la novela de Angélique Barbérat no tiene nada que ver con La elegancia del erizo o Los ojos amarillos de los cocodrilos, por ejemplo. Para empezar, no se desarrolla en la ciudad de la Torre Eiffel; ni siquiera en Francia. Todo es bastante realista — aunque la forma de narrar de la autora es un tanto fantasiosa y alocada en algunos momentos — y, de hecho, se tocan temas de tanto calado como la violencia y el maltrato a la mujer.

En El instante preciso en que los destinos se cruzan, asistimos a la historia de Kyle y Coryn, personas muy diferentes entre sí — el, estrella del rock; ella, ama de casa con tres hijos — , pero a las que une un nexo mucho más potente que hará que, cuando sus destinos se crucen, todo cambie para siempre. En su historia, encontraremos flechazos, amor en la distancia, ternura y muchas sorpresas.

Lo más bonito de la novela, para mí, es la sensación de Destino — sí, con mayúsculas — que te embarga todo el tiempo. En este sentido, y salvando las diferencias, me ha recordado un poco a la fabulosa Siempre el mismo día. De hecho, es una novela que, posiblemente, gustará a todos aquellos que quedaron cautivados con la de Nicholls. Como en aquel libro, los personajes apenas se empiezan a conocer cuando se separan, pero, a lo largo del tiempo que viene después, sus Destinos están tan conectados, aún en la lejanía, que parece que respiran y sueñan en armonía.

Todo es, por lo tanto, muy romántico y delicado. También muy emotivo. Tienes la sensación de que el Destino es una fuerza magnífica, capaz de lo peor y de lo mejor, justo e injusto a rachas, que hace que las cosas terminen como tienen que hacerlo o como no.

Como creo que os dije con Siempre el mismo día, es un libro que hay que leer y del que se debe decir poco al reseñar. Es una novela que se debe descubrir y que ha de ser descubierta. Por lo tanto, os animo muchísimo a leerla y que me comentéis qué os pareció y, por supuesto, si os gustó tanto como a mí.

 

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Medio rey (El mar Quebrado 1)

Joe Abercrombie

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Valoración: ★★★

Un buen libro de aventuras, aunque, de lejos, no es lo mejor de Abercrombie.

Recuerdo que hace mucho mucho tiempo, para paliar la desazón que me producía que no terminara de ver la luz Danza de Dragones de George R.R. Martin y en mi búsqueda por encontrar una saga sustituta, di con el inicio de una trilogía que no me gustó nada de nada. Se trataba de El nombre del viento, la primera parte de las Crónicas del Asesino de Reyes de Patrick Rothfuss, una obra que, a mi parecer, y como bien dije por activa o por pasiva, resultó ser uno de los libros más sobrevalorados que he tenido la oportunidad de leer. ¡Para gustos colores, no?!

Mi principal crítica, por la que me eché a las espaldas a cientos de fanáticos de Rothfuss, es que la novela me parecía un batiburrillo de una decena de novelas de aventuras. Muchos argumentaban que todo estaba escrito y que, en un género tan concreto como el de la literatura fantástica o de aventuras, era muy difícil, ya no innovar, sino dar con algo que no recuerde mínimamente a otra novela anteriormente leída. Yo, incidía en que no todo estaba perdido, que tenía que haber otras historias, un soplo de aire fresco en lo que al género concernía… Fue entonces cuando me topé con Joe Abercrombie y vi, literalmente, la luz.

Cuando leí la Trilogía La primera ley reconozco que disfruté como una enana y me convertí, casi al instante, en una fan incondicional del autor. Empezar con otra de sus trilogías — la que nos ocupa, la Trilogía del Mar Quebrado — se convirtió en una tarea que sabía que tenía que llevar a cabo pero para la que nunca encontraba ocasión ni momento. Algo parecido a lo que me sucede con los libros de Colleen McCullough y los de la Saga Outlander.

Hace unos días, después de terminar de leer — agónicamente — la tercera parte de la Saga Calendar Girl, pensé que era el momento de cambiar de aires y me vino, milagrosamente, a la mente Medio rey, la primera parte de la Trilogía del Mar Quebrado. Luego, empecé a leer.

¿Qué puedo decir?

Medio rey es un buen libro de aventuras, aunque, de lejos, no es de lo mejor que he leído por parte del autor. Tiene muchos de los aspectos que a todos los amantes del género les hará babear: la compañía de aventureros con diferentes roles, destinos exóticos, trifulcas y batallas… Sin embargo, aunque su lectura es entretenida, el libro carece de la sustancia que me engatusó totalmente en la La primera ley.

Para empezar, los personajes no son tan emblemáticos. No hay uno de la enjundia de Logen Nuevededos o del inquisidor Gloka. De hecho, los personajes de Medio Rey — que igual cambian y desarrollan según avance la trilogía, ¿quién sabe? — me han resultado un tanto anodinos en comparación; pobremente desarrollados, incluso. Ni que decir tiene que uno de los aspectos que más me emocionan de los libros de Joe Abercrombie es la capacidad del autor por crear personajes extraordinarios. Lamentablemente, y en mi modesta opinión, no es algo que consiga en Medio rey.

Por otra parte, los giros argumentales que se prometían, tampoco es que sean algo del otro mundo. En parte, la trama es un tanto previsible y, en algunos momentos, va casi a salto de mata. No es un libro que llegue a emocionar demasiado, aunque resulta entretenido y fácil de leer.

Sin embargo, Medio rey no deja de ser, por todo ello, un buen libro de aventuras. Aunque no logre la excelencia de La primera ley, hay que reconocer que es un buen comienzo para una trilogía de aventuras y que no hay que dejarla, en ningún caso, por perdida. Joe Abercrombie escribe tan maravillosamente bien, nos regala estos increíbles pasajes, que es imposible tildar una de sus obras como mediocres.

Yarvi no podía quitarse de la cabeza que todo aquello únicamente demostraba que los grandes guerreros no mueren mejor que los demás hombres.

Curioso, el poco tiempo que hacía falta para convertir a un rey en animal. O a medio rey en medio animal. Quizás ni siquiera los más ensalzados se elevasen nunca tan por encima del fango.

— Merecéis saber la verdad. Y yo merezco contarla. Y la verdad merece decirse.

Habrá que esperar a ver cómo sigue la trilogía para tomar una decisión contundente al respecto. Por el momento, me reitero: un buen comienzo, buenos mimbres, un buen narrador,… No hay motivos para desconfiar de que, finalmente, la Trilogía del Mar Quebrado no esté a la altura de su predecesora.

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Laura va a por todas

Marta Francés

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Valoración: ★★★

Una primera parte muy prometedora

Empecé a leer Laura va a por todas de Marta Francés sin saber que era la primera parte de una saga. No es por el hecho de que el segundo de los libros no se haya publicado aún. Ya sabéis que últimamente me salto a la torera la regla de oro de no leer sagas inclusas, así que, si hubiera tenido el dato, la hubiera leído igual. El título me enganchó desde el principio, no tenía escapatoria. No me preguntéis por qué — creo que es asunto de estudio parapsicológico — pero me recordaba muchísimo a novela de Susan Elisabet Phillips, e irremediablemente me daba buen rollo. No obstante, admito que, si hubiera sabido que se trataba del inicio de una saga, hubiera leído desde otra perspectiva…

Laura va a por todas es una novela que podríamos encuadrar dentro de la chick lit, muy en la línea de obras de autoras como Elísabet Benavent. Es un libro amable, bien escrito y estructurado, que engancha y que tiene todos los componentes que solemos pedirles a novelas de este tipo: humor, sexo, romance, amigas molonas y chicos guapos. No pinta mal, ¿verdad?

Aunque todo lo que os he contado está bastante bien, lo que más me ha gustado la novela es que me ha parecido, ante todo, real. Tienes la sensación de que lo que en ella ocurre podría pasarte perfectamente a ti. Los personajes son reales; las situaciones, también. No hay nada impostado, no hay nada postergado de manera artificiosa para mantenernos enganchadas a como de lugar… No. Todo se desarrolla de una manera muy natural. A veces, demasiado.

Por suerte —gracias Marta Francés — la protagonista, aunque muy divertida, no es una chalada y se deja querer y entender. Últimamente, tengo la sensación de que cuanto más vulgar, loca y libidinosa sea la susodicha, más gusta la novela a cierto tipo de público. A mí, todo esto, como sabéis, me suele parecer muy irreal y suele espantarme. Laura, la protagonista de la novela, es una chica normal, que trabaja en un bar, a la que le afecta la crisis… Una chica como tú y como yo, con los mismos sueños y esperanzas. Una chica real. Por su parte, el protagonista, Mateo, también es un chico que probablemente podrías encontrarte en la calle. Me gusta que sea hipster y que se salga del estereotipo clásico de cachas buenorro (que también nos mola, ¿eh?), lo que supone cierto toque de aire fresco. ¡Me ha gustado, incluso, que la novela se sitúe en Zaragoza y no en una gran ciudad impersonal y vacía!

Por lo tanto, podríamos decir que, al igual que su protagonista, Laura va a por todas es una novela alternativa. Aunque parte de unos mimbres un tanto trillados, gracias a la originalidad de sus personajes y sus circunstancias, Marta Francés consigue que la novela te llegue a atrapar y que no tengas la sensación de que lo que lees lo has leído antes en otra parte… A pesar de que es bastante probable que lo hayas hecho cientos de veces.

Sin embargo, el hecho de que la novela sea tan real y de que todo se desarrolle de una manera natural supone un arma de doble filo; y esto conecta con lo que os comentaba al principio acerca de que había leído la novela sin saber que existía una segunda parte. Durante las tres primeras cuartas partes del libro todo se desarrolla de manera tan fluida, tan natural, los personajes se entienden tan bien, que todo se vuelve un tanto anodino y aburrido. Recuerdo que, a medida que iba avanzando en el libro y que iban quedando menos páginas para llegar al final, me preguntaba: ¿pero es que aquí no va a pasar nada? Es decir, nada más allá de lo evidente: dos personas que conectan desde el principio y se enamoran. También me decía continuamente: Me niego a pensar que este libro vaya solamente de lo fastidioso que es tener una relación en la distancia. Afortunadamente, al final, el libro pega el petardazo y todo cambia de una manera brutal, pero durante la mayor parte del tiempo tienes la sensación de que no ocurre nada de sustancia, que le falta chicha o, simplemente, como decía José Coronado, rock ‘n’ roll.

Por eso os comentaba la importancia de señalar que un libro forma parte de una saga. Si yo lo hubiera sabido, no hubiera tenido la constante sensación de ¡ey! que esto se acaba y aquí no pasa nada, ya que todavía había un libro más para que ocurrieran cosas. En mi caso, no ha sido así, y aunque reconozco que el final es de traca y la novela remonta —y de qué forma —, esas tres cuartas partes planas y un pelín monótonas no se me borran fácilmente de la cabeza.

En definitiva, después de terminar el libro y comprobar que, efectivamente, hay segunda parte (Laura llega al final del camino) y que ésta verá la luz en septiembre, puedo decir que Laura va a por todas es la prometedora primera parte de una saga todavía inconclusa. Habrá que valorarla en conjunto, para otorgarle una calificación definitiva. Por el momento, se lleva tres estrellazas, que no son moco de pavo.

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En manos de las furias

Lauren Groff

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Valoración: ★★★★

Un gran descubrimiento

En las manos de las furias de Lauren Groff, es una novela que llegó a mi encumbrada por grandes titulares. Bestseller de The New York Times; Finalista del National Book Award; Mejor novela del año en Amazon; Mejor novela del año según Obama… (¡según Obama! Ni más ni menos). Como ya sabéis, suelo hacerle poco caso o ninguno a este tipo de estrategias… Aunque, lo del Mr. President me tocó la fibra… Bromas aparte, cuantas más purpurina le pongan a una novela, más suelo huir de ella; cuanto más la anuncien en radio o televisión, más a chamusquina me huele; y, aunque hay honrosas excepciones, no me suelo equivocar al pasar de ellas.

Encima, En las manos de las furias no tiene lo que se dice un comienzo fácil… De hecho, podríamos decir que no tiene una primera mitad asequible. Además de que la narrativa de Lauren Groff es un tanto diferente a lo que solemos tener por aquí — después de leer según qué cosas, un salto de calidad en la escritura requiere que mis neuronas se acostumbren un poco a lo bueno —, los saltos en el tiempo, los cambios de perspectiva y el uso de otro tipo de géneros literarios dentro de la novela, como el teatro, hace que todo se vuelva bastante desconcertante. Para bien.

No llega a engancharte, pero te gusta lo que lees. Sabes que los temas que se tratan son de gran trascendencia, que se está cociendo algo grande a fuego lento, pero te desconcierta llegar a casi la mitad de la novela sin que realmente pase nada. He de reconocer que estuve a punto de claudicar. Estaba muy desconcertada; ni siquiera sabía qué os iba a contar en esta reseña. ¿Me gustaba? ¿Lo recomendaría? ¿Lo terminaría? Me imaginaba a Obama leyéndolo, comentándolo con Michelle, incluso comparando un poco su situación personal con lo que en el libro acontecía, y siempre terminaba pensando: Mira que si este libro no está hecho para mi, señor Obama.

El caso es que seguí leyendo, y menos mal que lo hice. A partir de la segunda parte, el libro se transforma. Se vuelve eléctrico, adictivo… Te engancha de tal manera que no puedes parar de leer. Te emociona y te derrota… ¿Me ha gustado? ¿Lo recomendaría? ¡Por supuesto que sí! ¡Mucho!

¿Pero de qué va En las manos de las furias? De mucha cosas, como suele ocurrir en las buenas novelas. Principalmente, es el retrato de un matrimonio, contando desde los puntos de vista de cada miembro de la pareja. Al igual que la novela, lo que en apariencia, y en un principio, parece una narrativa dulce de un matrimonio, es la máscara que esconde una realidad mucho más amarga: los egoísmos, los miedos, los anhelos, lo que se dice, lo que se calla, lo que no se ve, lo que parece que se ve…

Lo más sorprendente de todo ello es que, a pesar de lo descarnado que es en esencia todo, es algo que cualquier persona que viva en pareja sabe reconocer. Es algo que ocurre en las parejas, aunque no nos guste asumirlo. En las manos de las furias no es una novela indicada para aquellos a los que les gustan que los personajes sean siempre malos o siempre buenos. Groff nos hace partícipes de la auténtica naturaleza del ser humano — a veces ángel, a veces demonio — con ciertas dosis de empatía que hace que nos reconozcamos, para bien o para mal, en cada una de las caras de este ¿singular? matrimonio.

Por otra parte, En las manos de las furias es un novela sobre la mujer; sobre la femineidad, sobre su fuerza, y la sobreprotección de lo masculino, la falsa dependencia hacia lo masculino. Se mueve sutilmente alrededor de ese manido dicho de que siempre detrás de un gran hombre se encuentra una gran mujer. Mujeres en la sombra, que se encargan del trabajo sucio, que a veces caen peor, si es que acaso te das cuenta de que están ahí, y que son queridas en la medida y en la forma en que ellas se quieren o admiten ser queridas. Quizás por eso la segunda parte de la novela — la parte femenina del asunto — sea la que más me ha llamado la atención; la más retorcida pero la más auténtica. Una visión del matrimonio, por parte de la mujer, con la que muchas nos sentiremos identificadas.

En definitiva, no sé si En las manos de las furias será el libro del año. A mí me ha gustado bastante; te lo recomendaría, si me preguntaras y yo supiera que tienes la suficiente madurez y paciencia para disfrutar un libro como este. Paciencia, para resistir la primera parte, tan ardua, de la novela; madurez, para tener la suficiente apertura de miras para comprenderla e interiorizarla. Este libro de Lauren Groff debe leerse despacio, con tiento, asimilándolo… Te aseguro que, cuando pase el tiempo, no lo habrás olvidado. ¡No podrás hacerlo!

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Un robot en mi jardín

Deborah Install

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Valoración: ★★★

Un libro tierno y amable, con grandes lecciones de vida

Son varias las razones por las que se llega a elegir un libro y no otro. A veces, es por el autor, que ya has tenido la oportunidad de leer, y te gusta; otras, por la temática, para qué negarlo; sin olvidar las famosas etiquetas best-seller y no-se-cuanta-ava-edición. Yo me decidí a leer Un robot en mi jardín por la portada, porque mola mogollón, y porque, a través de ella, deduje que sería un libro de esos tiernos y amables que te dan constantemente lecciones de vida.

De Deborah Install, no sabía nada, y tampoco es que hubiera mucho que saber ya que Un robot en mi jardín  es su primer libro publicado, aunque según su biografía escribe prácticamente desde que tiene uso de razón. Somos muchas las que encajamos en ese perfil…

Un robot en mi jardín es una novela que precisa ser leída a ritmo lento, como si en vez buscar divertirnos o evadirnos con ella (que también) persiguiéramos aprender de lo que en ella se nos cuenta. La historia es un tanto estrambótica, en el sentido de que, en algunos aspectos, es bastante surrealista. La amistad entre un ser humano y un robot nos exige gran cantidad de imaginación y mucha vista gorda para poder asimilarla. Sin embargo, tras leer las primeras páginas de la novela de Install, te das cuenta que no es preciso buscarle cinco patas al gato al asunto o mirarlo todo, constantemente, desde el prisma de la racionalidad. Te tomas la lectura como una fábula, como una especie de cuento con moraleja incluida. Con una moraleja con la que aprender.

¿Y de qué va la novela? Bueno, además de lo que es a simple vista – el viaje de un robot y un humano, a través de los más dispares países y situaciones, para encontrar la respuesta a algo – Un robot en mi jardín es, por su puesto, una novela sobre la amistad, la superación personal y la madurez. El propio viaje físico que sus protagonistas experimentan es, asimismo, un viaje interior que los transforma, que los hace madurar y convertirse en mejores personas (y robots). Todo es muy dulce y bien intencionado, con un final abierto que quizás nos depare nuevas historias relacionadas.

Es posible que lo que más me haya gustado de la novela sea el concepto de viaje, muy encaminado a la idea de libertad, que los personajes manejan. Con varias escalas en diferentes países – me ha encantado la visita a Japón y como se describe todo lo que allí acontece -, la novela sirve de inspiración para todos aquellos que una vez quisimos coger un avión sin escalas determinadas. Hoy me encuentro en Londres; mañana, en San Francisco; pasado, estoy en el tren bala; al siguiente, en una playa bajo el sol. Envidio mucho al protagonista, la verdad.

Y lo que menos me ha gustado es que, posiblemente, en algunos instantes, la novela peque de un ritmo demasiado lento. Lentitud que, probablemente, se deba a que se añaden detalles un pelín insustanciales, – sobre todo al final de la novela, con viaje a Ikea incluido -, que, a mi parecer, no aporta nada. También, se resuelve todo demasiado rápidamente y de manera un tanto fácil, de tal forma que parece un poco forzado. Sin embargo, partiendo del hecho de que es su primera novela, no está nada mal para Deborah Install. Estaremos atentos a sus nuevos libros. ¡Segurísimo!

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Fuera llueve, dentro también. ¿Paso a buscarte?

Blair Holden

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Valoración: ★★★

Fuera llueve, dentro también. ¿Paso a buscarte?

Es probable que, si hubiera sabido que Fuera llueve, dentro también ¿Paso a buscarte? de Antonio Dikele Distefano no era una novela al uso, no la hubiera leído. Ya se que lo digo muchas veces. Que me fijo en las portadas y no me leo las contras. Pero qué queréis que os diga. Como rezaba la canción yo soy así, y así seguiré, nunca cambiaré. ¡Qué vamos a hacerle!

El caso es que esta vez, milagrosamente y contra todo pronóstico, no me ha importado no encontrarme con un libro de los que suelo leer por aquí; de esos de planteamiento, nudo y desenlace. Qué aburrido suena, ¿verdad? Reconozco que soy un poco integrista con el tema novela, y no os creáis que a veces no me he preguntado si me gustaría tener entre manos uno de esos libros de poemas, que ahora están de moda, que escriben raperos o cantantes (¿o son lo mismo?) y que las adolescentes copian y retuitean, muertas de puro amor.

Aunque Fuera llueve, dentro también ¿Paso a buscarte? no es – tampoco– un poemario al uso, tiene mucho lirismo. Es una especie de prosa poética; esas que estudiábamos en el instituto. Está escrita por Antonio Dikele Distefano, vocalista y letrista del grupo italiano Primavera Araba, hijo de padres angoleños, que, mediante escritos, canciones y cartas se nos abre en canal y a corazón abierto para hacernos partícipes de sus dispares relaciones amorosas con el sexo opuesto. El libro se hilvana en torno a todo ello y se estructura en secciones donde se reflejan diferentes momentos de su vida, de manera un tanto caótica, pero muy sentida. Todo custodiado por una extensa banda sonora, a modo del playlist, que hace que la lectura sea en tres dimensiones (o en cuatro).

Lo que más me ha llamado la atención del libro es que te acercas a él como si fueras una especie de voyerista obligado. Sus escritos son tan íntimos que parece que estas leyendo a escondidas las palabras de una persona que las ha escrito derramando su corazón y poniendo todo el celo del mundo en ellas. Es la misma sensación que te produce leer el diario de otra persona. Sus palabras son tan íntimas, que, a veces, al leerlas, sientes cierto pudor, que, sin remedio, se transforma al instante en morbo. En morbo por conocer más, en morbo por poder profundizar hasta el tuétano del asunto.

Y a pesar de que sus pensamientos son íntimos, privados y honestos, no tienes la sensación de estar leyendo algo ñoño o edulcorado. Cada uno de sus capítulos, – cortos, bien pensados – constituyen pequeñas joyitas de esas que saboreas y que terminas a la vez que exhalas un suspiro. De las que necesitas tu tiempo para pillarle el regusto. O por lo menos, necesitarías tomarte tu tiempo, ya que el libro engancha de tal manera que puedes terminarlo en un par de horas de vertiginosa y compulsiva lectura.

A pesar de todo esto, no penséis que Fuera llueve, dentro también ¿Paso a buscarte? es solo un libro sobre el amor. También es un libro que indaga en una infancia que posiblemente no nos resultaría familiar a muchos de sus lectores. Una infancia invadida por la incertidumbre y la pobreza; donde el racismo campa a sus anchas; donde la felicidad solo está al alcance de algunos pocos. Una perspectiva muy dura y, lamentablemente, muy real a la que pocas veces hemos tenido acceso.

Cuando terminé Fuera llueve, dentro también ¿Paso a buscarte? , lo primero que se me vino a la mente fue: hay que tener valor para escribir un libro de esta enjundia. Quizás no sea la obra mas adecuada para unas vacaciones o para un momento infeliz, pero lo es si duda para leer cuando estás enamorado. También es uno de esos libros que apetece digerirlo poco a poco; un capítulo y su consiguiente canción cada día, por ejemplo. Y degustarlo a fondo; y leerle alguna que otra de sus frases a nuestra pareja. Si todo el mundo sintiera como lo hace Antonio Dikele Distefano, el mundo sería un poquito mejor. ¡Estoy convencida!

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