La Volátil es el alter ego de Agustina Guerrero, diseñadora gráfica e ilustradora argentina residente en Barcelona. En 2011 nos presentó su blog Diario de una volátil, que se convirtió después en  un libro de éxito. Este Érase una vez la volátil es la precuela.  Nos cuenta la historia de una joven treintañera que, tras terminar una relación, se plantea qué hacer con su vida. Habla de empezar de nuevo y de cómo los amigos, los viajes, las fiestas, el cambio de ciudad y la apuesta decidida por las metas profesionales ayudan a fijar el rumbo. También revela los escollos en ese periplo, en forma de cretinos y desalmados y de arrepentimientos varios. Hay quien dirá que es algo así como un diario personal de la “crisis de los treinta”.

Destaca la calidad del dibujo, el entrañable sentido del humor y de la vergüenza de la protagonista y lo entretenido del formato, porque la narración, salpicada de frivolidades y cotidianidades, apenas interesará al mismo tipo de gente que gusta de conocer y criticar a su vecina del quinto. O sea, a medio mundo

Ayuda a tus hijos con las técnicas de estudio es una traducción de un manual británico para padres que edita DK Penguin Random House, coordinado por Carol Vordermar, una conocida divulgadora y entusiasta de la educación. Pese a su procedencia, resultará útil a estudiantes y educadores de cualquier lugar, porque su planteamiento se puede aplicar a todo sistema educativo o etapa.
La guía parte de un análisis de los estilos de aprendizaje, otorga un importante papel a la definición de objetivos, a la motivación, a la organización y el control del estrés y dedica un par de capítulos a las técnicas de estudio propiamente dichas y a las técnicas para afrontar el examen. Por eso, quien espere encontrar las tradicionales instrucciones para realizar un buen subrayado o esquematizar la información quedará en parte defraudado. Aquí se anima a los estudiantes a un aprendizaje activo y significativo y por una vez no se carga al profesorado con la responsabilidad de motivar. La motivación es intrínseca al interés de cualquier joven por aprender y experimentar, igual que la creatividad, que es otro de los pilares de la técnica que se expone en estas páginas.
El manual es conciso y visual, en esto predica con el ejemplo. Abundan los diagramas, las infografías, las referencias cruzadas y las citas. Además, incorpora un apartado de documentación y fichas que permite trabajar en el aula siguiendo el método propuesto. Lo tendremos muy presente.

En el ordenado universo de Samuel las cosas están a punto de cambiar justo cuando empezaba a conformarse con la rutina de su monótona existencia. Su trabajo en la universidad como profesor de Filología Germana, sus escapadas al cine para revisitar los clásicos, la frialdad de sus afectos familiares y su soledad de calculadas excepciones constituían las coordenadas de su vida. Pero un hecho en apariencia intrascendente, la irrupción de un gato callejero en su apartamento, desatará una cadena de acontecimientos de incalculables consecuencias. Y es que Amor en minúscula viene a corroborar que no hay universos ordenados ni hechos intrascendentes, y ese gato será para él el aleteo de la mariposa que desencadenará búsquedas y encuentros y ahondará en el misterio de las cosas y de las personas que, como la cara oculta de la Luna, siempre habían estado ahí. Entre llamadas a la veterinaria y paseos al centro, Samuel se descubrirá a sí mismo como el incurable romántico alemán en pos de un amor de juventud, como el hermano optimista e irreverente, como el vecino atento y condescendiente o como el incauto desconocido dispuesto a la conversación. Entretanto, Amor en minúscula se convierte en una oda al prodigio de las pequeñas cosas, y lo que parecía otro manual de autoayuda para posmodernos, entre guiños a las leyes de la física y sugerencias literarias, acaba revelándose como una delicada novela repleta de «filosofía felina», como diría el propio Samuel. Tal vez en el diccionario de palabras intraducibles del protagonista se halle el término preciso para nombrar esta anti- decepción que siente el lector cuyas expectativas son muy inferiores a la sorpresa que halla en la lectura. Supongo que será algo entre serendipia y asombro, y seguro que el idioma japonés tiene la palabra exacta.

Francesc Miralles publicó Amor en minúscula hace ya unos años. Ahora acaba de editarse su continuación, Wabi-Sabi, y Random House ha recuperado para la imprenta esta sugestiva primera parte