Como habéis podido comprobar por la extensa sinopsis, el libro que os presento hoy es un thriller psicológico que yo describiría en tres palabras: tensión, angustia y desesperación.

Ya en las primeras páginas, donde se nos presenta el accidente de Javier, se crea una atmósfera de suspense e inquietud que no te abandona hasta el final. Y claro, es imposible soltar el libro.
El hecho de que el protagonista, Javier, sea ciego y que le persiga una maníaca obsesiva contribuye a aumentar esa tensión. Y si encima le añadimos que tiene que buscar a su hija enferma los niveles de angustia en el lector se disparan.

En ese sentido me gustaría felicitar a Marta Estrada no solo porque ha sabido llevar al límite a sus personajes, con bastante maestría diría yo, sino que, de paso, vapulea las emociones del lector a base de bien. Así que sí, ha sufrido y he odiado con esta lectura, pero también la he disfrutado mucho.

El que peor lo lleva es Javier. A pesar de su ceguera, era un hombre valiente, alegre, decidido, amante de la vida. Pero a raíz del accidente se vuelve retraído, miedoso, apagado y dependiente. Como no es capaz de superar ese trauma, toda su familia se resiente, hasta el punto de que se está yendo a pique. Pero la noticia de la enfermedad de su hija, de la que no conoce su paradero, le obliga a enfrentarse a sus fantasmas. Lo que no puede imaginar es que un monstruo lo tiene en el punto de mira.

Sin querer, y sin saberlo, Javier se ha vuelto a cruzar en la vida de Olga despertando en ella una casi apagada sed de venganza. Su obsesión por él se remonta a años atrás y ahora se ha propuesto hacerlo suyo y acabar con su familia.
Olga es una persona desequilibrada, una psicópata, una antagonista de los que te desesperan, que es casi omnipresente y que necesita de un ritual muy personal que de alguna manera le devuelve la tranquilidad y el sosiego, pero no la cordura. La verdad es que te pone los pelos de punta.
A lo largo de la novela, disfruta manipulando y humillando a Javier a su antojo. Él no la ve pero tú sabes que está ahí, acechando, esperando el momento oportuno para atacar. Y él está tan indefenso, tan a merced de todo lo que le rodea… Sin duda, es el personaje que más me ha llegado.
Personalmente me ha hecho reflexionar en todas las dificultades que afrontan las personas ciegas en su día a día, pero también en la valentía que muestran ante su situación.

Pero no penséis que es solo Javier el que sufre. Aquí no se escapa nadie: ni Nerea, que lo pasa realmente mal (al principio me cayó fatal por ser una niña repelente y consentida, hasta que entiendes sus motivos); Ariadna, la esposa de Javier, con sus dudas; el abuelo y el policía con sus secretos; o la madre de Olga, a quien su hija trata casi de forma inhumana (merecido o no, vosotros debéis juzgarlo).

La autora crea una atmósfera que puede llegar a ser asfixiante pero no puedes dejar de leer, necesitas saber qué le va a ocurrir a Javier, cómo escapará de las trampas de Olga y estás deseando que ella pague por lo que está haciendo.
De hecho, Yo te cuidaré es una novela capaz de hacer surgir una amplia gama de emociones: admiración por la valentía de Javier; rabia debido a los malentendidos familiares; odio y repulsión por Olga; compasión por Dago, el perro guía (qué penita me ha dado)…

Además, hay muchas escenas en las que las circunstancias impiden que los personajes se encuentren, aún estando cerca. Son situaciones que no dependen de ellos sino de las decisiones que toman otras personas pero me ha gustado la naturalidad con la que Marta Estrada lo presenta. En ningún momento he tenido la sensación de que fueran situaciones forzadas por una repentina casualidad o un oportuno golpe de suerte (o mala suerte). No, todo tiene su porqué.

Yo te cuidaré es una novela con un narrador omnisciente que transcurre en cinco días (aunque gran parte de la acción transcurre durante poco más de uno). Cada uno de esos días, o capítulos, está seccionado en horas y minutos, alternando personajes. De esa manera abarcas todos los escenarios en cada momento, aumentando la tensión de la trama.
Y no puedo dejar de mencionar la pluma de Marta Estrada. Tiene un estilo ágil e impecable, utiliza frases cortas que imprimen ritmo a la narración, aunque sea una escena lenta, y sus descripciones son tan vivas, rayando incluso lo poético, que te permiten sentir lo que lees. Una muestra:
«El bosque se acurrucaba en el regazo de la oscuridad y respiraba en hondas bocanadas cuyo aliento olía a tierra fértil y hojas verdes.»
La única pega que le encuentro a la novela es el final. Esperaba más de él y me ha dejado con sentimientos encontrados.
Por lo demás, Yo te cuidaré es una novela que me ha aportado mucho más de lo que esperaba así que os la recomiendo 100%.

La reseña que os traigo hoy ha sido todo un descubrimiento, aunque tenía mis reservas cuando empecé a leer. Y es que no me va mucho el tema de los ángeles y los demonios. Aún y así quise darle una oportunidad… y menos mal porque en esta novela nada es lo que parece.

Si hay algo que destaca de Caen estrellas fugaces es su magnífica ambientación. La novela transcurre en Madrid, a mitad del siglo XIX. Las descripciones y los diálogos recrean el aura romántica de aquella época, en la que las tradiciones se mezclaban con el reciente interés por la ciencia, la investigación y la modernidad. Visualizas las calles, los edificios, la vestimenta e incluso la forma de hablar, casi como si estuvieras allí mismo. Además, los autores han conseguido hacerlo de una forma muy natural, sin que se haga pesado (y no son pocas las descripciones que hay a lo largo de la novela) ni te desconecte de la trama.

La historia empieza una noche, cuando una tormenta seca descarga rayos sobre la ciudad y el cielo se vuelve de color rojizo. Hay quien intenta encontrar una explicación científica al suceso pero otros, más supersticiosos, creen que se acerca el fin del mundo. Sobretodo después de la aparición repentina de un cuerpo al que parece que le hayan cortado las alas, y del que dicen puede ser un ángel caído.
La investigación sobre el suceso llevará a los personajes a descubrir una macabra trama organizada por una sociedad secreta que intentará acabar con ellos.

Envueltos en un ambiente oscuro, que se refleja muy bien tanto en los personajes como en los diferentes escenarios, la ciencia y lo paranormal se enfrentan, poniéndose continuamente a prueba. Elisa y Luzón, con sus habilidades, son los encargados de mostrarnos la búsqueda de la verdad desde ambos puntos de vista. Son dos personajes con los que he conectado desde el principio.

Precisamente, los personajes son uno de los puntos fuertes de la novela. Son profundos, llenos de defectos y virtudes, apartados de los clichés y muy representativos de la época.
Para empezar, los dos protagonistas comparten dos características: están limitados físicamente y poseen una inteligencia que sobrepasa cualquier dificultad. Pero, en otros aspectos son totalmente opuestos. Elisa, es una vidente ciega que sufre aterradoras visiones y que es capaz de captar aquello que se escapa a la razón. Es reservada y está sola en el mundo pero se desenvuelve muy bien en él. Ante todo, lucha por su independencia, por su identidad, sin amoldarse a lo que la sociedad espera de ella.
Leónidas Luzón, en cambio, es un hombre crítico que se dedicaba a desenmascarar supuestos milagros para el Vaticano. Es un hombre sin fe, pero en su interior lucha por encontrarla. Es un experto frenólogo, es decir, puede adivinar la personalidad de cualquier persona tan solo observando su cráneo y rasgos faciales. Gracias a ello, conocemos a la mayoría de personajes, lo que me ha parecido una forma muy original de presentarlos.
Además, Luzón sufre parálisis desde que era un niño, por lo que tiene que caminar con bastones. No le gusta relacionarse con nadie y los demás lo ven como una persona taciturna y de mal genio.

La novela se enriquece con el resto de personajes, la mayoría esenciales en la trama. Por un lado está el inspector Melquíades Granada, un hombre con un elevado sentido moral, del deber y de la verdad, Es un policía avanzado a su época. Por ejemplo, sabe cómo se trabaja en Scotland Yard y se frustra al ver los métodos de investigación tan rudimentarios de que dispone en España. Es perseverante y concienzudo en su trabajo, pero también un poeta castigado por la vida.
Por cierto, es un personaje real, como también lo es Avelina Avellaneda, más conocida como la Cubana, que en a novela es íntima amiga de Elisa.
El toque maligno lo ponen el conde del Fierro y los hermanos Balan. El primero es un vividor oportunista que ha amasado una gran fortuna a costa de los demás y que solo piensa en ampliar su imperio. Los segundos tienen un pasado muy oscuro y doloroso y están relacionados con el ángel caído. Todos guardan tantos secretos que no os digo nada más para no hacer spoiler. Solo os diré que la explicación del ángel es sorprendente.

Caen estrellas fugaces es una novela escrita en primera persona por un narrador omnisciente y con una pluma ágil y envolvente. La trama es intensa, contiene giros inesperados y te mantiene en vilo casi desde la primera página.
Al principio, tienes la sensación de que los personajes no guardan ninguna relación entre sí pero, a medida que avanza la lectura, sus historias se van uniendo, como las fichas de un rompecabezas, y eres capaz de ver el cuadro completo, que me ha parecido genial. Como igual de genial es el epílogo.
Y para rematarlo, al final de cada capítulo se pueden ver imágenes de la época: calles, cuadros, personajes… Imposible no hacerse una idea de cómo era Madrid a mediados del siglo XIX.
La novela no tiene un final cerrado sino que quedan asuntos por resolver, lo cual me sorprendió porque no sabía que había segunda parte.
Ya estoy deseando leerla.

Antes de nada, tengo que decir que no he leído Serafina y la capa negra (no sé qué pasa que últimamente solo me llegan segundas partes sin haber leído la primera) pero no me ha hecho falta. Robert Beatty hace tantas referencias a la historia anterior que es fácil seguir el hilo.
Bueno, a lo que iba.

Han pasado dos semanas desde que Serafina acabara con el señor Thorne
y descubriera quién (o qué) es en realidad. Ahora, en la mansión Biltmore, se enfrenta a una nueva vida dentro del círculo de la alta sociedad y donde no acaba de encajar. Al menos ahora ya no tiene que permanecer escondida en el sótano sino que puede campar a sus anchas por la enorme casa. Pero sigue prefiriendo sus salidas nocturnas.

Los Vanderbilt, los dueños de la mansión, están enfrascados en los preparativos de las fiestas navideñas mientras los invitados empiezan a llegar. Sin embargo, Serafina se topa en el bosque con un individuo siniestro que posee un extraño bastón. De nuevo el peligro se cierne sobre Biltmore y Serafina, junta a su amigo Braeden, lucharán contra un enemigo más poderoso que el que acaban de derrotar. Serafina deberá tomar decisiones difíciles, en las que se verán envueltos tanto su familia como sus amigos, pero de las que dependerá que conserven o no la vida.

A pesar de que el libro está escrito para lectores de entre 9 y 12 años, ha sido todo un descubrimiento y no me ha parecido nada infantil. De hecho, me ha encantado.
Es una novela de aventuras, llena de magia, intriga y acción. También es un libro oscuro (y no lo digo solo porque gran parte de la acción ocurre de noche. Tendréis que leerlo para averiguar el porqué ?). Pero constantes rayos de luz, representados por los lazos familiares, la amistad y la esperanza, iluminan el relato.

El misterio envuelve a la mansión Biltmore y a sus inquilinos y esto te deja con la casi constante sensación de que nadie es lo que parece y de que casi todo el mundo esconde algo. Y, para variar, cuando todo se ha resuelto y explicado, el suspense vuelve a aparecer y te quedas con las ganas ¿Qué nueva aventura le espera a Serafina? Toca esperar a la tercera entrega, que aún no se ha publicado (en julio de este año saldrá a la venta en inglés bajo el título «Serafina and the splintered heart»).

La trama, con sus misterios y giros inesperados, te atrapa desde la primera página. A ello contribuye el hecho de que el autor utilice un estilo narrativo ágil y un vocabulario sencillo, así que la lectura es muy dinámica. Y, aunque predominan las descripciones a los diálogos, no se hacen nada aburridas. Al contrario, me encanta la habilidad de Robert Beatty para hacerte visualizar con total claridad los escenarios y los personajes. Estos, por cierto, me han parecido bien perfilados y creíbles.

Serafina, a sus 12 años, es una chica con fuerza, valiente y decidida. No duda ni un instante en actuar para averiguar lo que sucede y hallar una solución, aunque en numerosas ocasiones siente miedo. Muestra un profundo cariño y lealtad por su familia y sus amigos, como Braeden. Ambos mantienen una relación de amistad pura, transparente y totalmente sincera, lo que permite que en momentos de duda continúen confiando el uno en el otro.
Braeden me ha encantado, es uno de los personajes más entrañables, carece de maldad y adora a los animales, con los que tiene una relación muy especial.
Otros personajes son: el padre de Serafina, un hombre bonachón que se cuida del mantenimiento técnico de la mansión, o la dulce y alegre Essie, una de las sirvientas. Ambos me han parecido adorables. También aparece Rowena, la inglesita remilgada y odiosa, y el inspector de policía, que ya en sí es un misterio. Y, por supuesto, el malvado hombre del bastón que, en ocasiones, te pone los pelos de punta.

Serafina y el bastón mágico me ha sorprendido más de lo que esperaba. Es una lectura apasionante para los jóvenes lectores amantes de la fantasía y la aventura, pero también lo es para cualquier adulto al que le atraigan estos géneros.

Al final del libro, hay una sección donde se explica que, tanto la mansión Biltmore como algunos de los personajes son reales, como podéis ver en las fotografías. Sobrecoge la majestuosidad de la mansión y conocerla le da una nueva dimensión a la novela.

«Mientras piensas en ser cruel, amor, no fracasas. Y da gusto.»

Los días iguales de cuando fuimos malas es una novela carcelaria y coral, diferente a lo poco que he leído de este estilo.
Narra la historia de cinco mujeres cuyo principal punto en común es su estancia en la cárcel de A Lama (Pontevedra). Una de ellas, Inma, es la encargada de llevar el peso de la narración. Es escritora y, a través de ella, no solo conocemos al resto de protagonistas sino cómo es la vida en un centro penitenciario para mujeres, un tema bastante desconocido para la mayoría de nosotros.

Todo empieza porque Inma, después de su paso por la cárcel, es incapaz de volver a escribir. Su marido la anima a retomar esa pasión. Cree que así volverá su talento y, además, le servirá para superar sus miedos. Ella acepta y decide poner por escrito sus años en prisión. Su narración no es solo una confesión personal sino que nos muestra la vida de otras cuatro mujeres que tienen mucho más en común de lo que piensan. Os las presento:
Margot es un prostituta gitana, apasionada de París y asidua del centro penitenciario, del que dice le va muy bien para descansar de los hombres a temporadas. Obligada a casarse cuando aún era adolescente, tuvo la mala suerte de dar a luz a un niño rubio. La familia la desterró, le quitaron el bebé y nunca más supo de ellos. Se vió obligada a sobrevivir como pudo.
Valentina es una jovencita colombiana. Llegó a España con su bebé siendo «mula», es decir, que transportaba droga, aunque ella no era del todo consciente. Es inocente, confiada y sabe poco de la vida. Es fácil de manipular pero, al estar en prisión, eso no tarda en cambiar.
Sor Mercedes es monja y la veterana, la que más tiempo lleva en la cárcel. Sorprende su nulo arrepentimiento y lo convencida que está de que hizo lo correcto. Con el tiempo se ha convertido en la confesora de muchas de las internas.
Laura es bailarina de vocación pero funcionaria de prisiones de profesión. Vive obsesionada por el abandono de una antigua pareja y ese hecho no le permite avanzar en la vida.
Y, por último, la propia Inma, una persona misteriosa y reservada con la que las demás no se relacionan demasiado.

Los personajes están muy bien trazados, con personalidades bien definidas, que evolucionan al compás que lo hace su situación. Cuando te das cuenta, ves que, a pesar de ser historias muy diferentes, la vida de las protagonistas son muy parecidas. Por ejemplo, todas, a excepción de sor Mercedes, están en la cárcel debido a un hombre, todas tienen experiencias más o menos amargas con la maternidad, todas tienen su punto de maldad y todas, en algún momento, se sienten solas.
La autora nos ofrece cinco puntos de vista diferentes sobre estos temas pero sin demasiados dramatismos, aunque hay escenas duras, llenas de prejuicios, que te indignan y te hace reflexionar sobre la maldad humana.
A medida que las vas conociendo, quieres saber más sobre ellas y, sin ser un libro de esos que te deja en constante tensión, no puedes, ni quieres, dejar de leer.

Todo ello, Inma López Silva lo relata sin andarse por las ramas, con un vocabulario sencillo, práctico, típico de prisión, pero sin ser soez. Además, muestra más que cuenta gracias a descripciones de gestos y expresiones que no necesitan de más explicación para comprender lo que quiere decir. Me ha parecido que tiene una pluma exquisita, clara y delicada a la vez. Y todo ello hace que la lectura sea muy amena y fluida.

Me ha gustado la forma en como está estructurada la novela. Los primeros capítulos nos hablan de cada una de las protagonistas de forma individual. Es ahí donde conocemos sus antecedentes que desembocan en su situación actual. Los siguientes nos explican qué clase de delito cometieron y cómo lo hicieron. Solamente aquellos que se refieren a Inma están narrados en primera persona.

La verdad es que Los días iguales de cuando fuimos malas es una novela que rompe moldes y tópicos a la que vale la pena dar una oportunidad.

Siguiendo con la iniciativa #LeoAutorasOct, esta semana os traigo una lectura que no estaba en mi lista original, y que no es de fantasía ni de ciencia ficción (total, me gusta leer casi de todo), pero que ha supuesto una sorpresa agradable e inesperada.

Se trata de Las horas robadas, una novela que nos transporta a la España de la Transición, un periodo en el que el país estaba sufriendo profundos cambios políticos y sociales, como la inminente aprobación de la ley del divorcio, y que la autora nos presenta de manera muy natural a través de sus personajes.

La historia comienza en Santiago de Compostela, con la muerte del abuelo Anselmo. Es su nieto quien le encuentra sin vida y con una nota en la que hay escrita una misteriosa frase: «Dime que me quieres». El intento por descubrir su significado revela una historia de amor prohibido que, para sorpresa de todos, ha perdurado a lo largo de los años.

Las horas robadas nos muestra el momento histórico del país desde dos puntos de vista: el de dos familias muy diferentes entre sí.
Por un lado, tenemos a Lola y Antonio, una pareja liberal, moderna, que espera con ansia los cambios con la vista puesta en un futuro mejor, menos represivo. Educan a sus hijos adolescentes, Roberto y Ana, bajo los ideales de la tolerancia y el respeto, lo que provoca que los vecinos, que no lo ven con buenos ojos, les cuelguen la etiqueta de hippies. Disfrutan de una buena posición económica gracias a su trabajo de abogados y a que Anselmo hizo fortuna en Argentina y se desvivía porque su familia tuviera siempre lo mejor.
En el lado opuesto tenemos a Damián y Rosa, sus tres hijos también adolescentes (Ramón, Ricardo y Rita) y la abuela Carmen. El padre es un hombre controlador, de mentalidad cerrada, al que no le gustan los cambios que se están produciendo en la sociedad (como los pagos a plazos o la ley del divorcio) y que impone su voluntad a base de gritos, golpes y humillaciones. Todos viven con miedo y evitan en lo posible hacerle enfadar. La madre, Rosa, es una mujer sumisa, entregada a su familia en cuerpo y alma, pero anulada por su marido y convertida en una esclava doméstica.

Especialmente mediante Damián y Rosa, María Solar retrata muy bien costumbres de aquella época que estaban muy arraigadas en la sociedad. Por ejemplo, no se cuestionaba la autoridad del hombre sobre la mujer y no estaba mal visto el maltrato. En cambio, sí se condenaba a la mujer que trabajaba fuera de casa, a la que se consideraba irresponsable y rebelde. Sin embargo, la siguiente generación ve las cosas de otra manera. De todo ello tenemos muestras en esta novela,

Además, de lo anterior y de otros temas como la muerte, el machismo, la demencia senil o la emigración, la autora aborda el tema del amor desde tres ángulos distintos. Tenemos el despertar del amor en la adolescencia, impulsivo e impaciente; el amor adulto que con el tiempo cae en manos de la rutina y que si no se cuida se desgasta; y el amor en la vejez, más calmado y experto.

Con todos estos ingredientes, María Solar crea un ambiente nostálgico y, en mi caso, muy familiar (claro, esto dependerá de la edad que tengáis). A medida que leía, las descripciones me recordaban mi infancia y el piso donde vivíamos, que estaba decorado con papel pintado. O la televisión en blanco y negro que debías sintonizar, con el único botón que tenía, cada vez que querías cambiar a uno de los dos canales existentes. Este es uno de los motivos por los que la lectura de Las horas robadas me ha atrapado desde el principio.
Otro de esos motivos ha sido los personajes. Es muy fácil simpatizar y sentirse identificado con ellos. Todos son muy humanos, con sus miedos, deseos, errores y virtudes. De hecho, me han parecido tan reales que, en ocasiones me recordaban a algunos de mis antiguos vecinos.
Pero en lo que realmente hace hincapié la autora es en sus sentimientos, que tienen mucha más importancia en la historia que sus acciones. Y ahí radica la cercanía con el lector.

Las horas robadas es una novela coral escrita con un estilo sencillo, lleno de sensibilidad y muy dinámico, lo que hace que se lea con mucha fluidez y sin apenas darte cuenta. La historia está narrada desde el punto de vista del narrador omnisciente y consta de capítulos cortos en los que abundan los diálogos. También aparecen algunos flashbacks que nos permiten conocer sucesos pasados que tienen un impacto directo en el presente.

Hasta ahora, la obra de María Solar ha estado enfocada en la literatura infantil y juvenil, con las que ha cosechado varios premios. Las horas robadas es la primera novela que escribe para adultos y espero que no sea la última.

Después de cinco años sin publicar, María Gudín ha vuelto con un libro de aventuras ambientado en el siglo XVII y donde no faltan guerras cruentas y ataques piratas.
La historia transcurre en la Inglaterra de Carlos I Estuardo y narra la guerra civil ocurrida entre católicos y protestantes, así como las costumbres de la nobleza inglesa de la época. Pero, más tarde, nos traslada al Caribe, donde somos testigos del ataque a la isla La Española y de los asaltos que llevaban a cabo los piratas, corsarios y bucaneros que por entonces dominaban los mares.
La autora también nos muestra cómo era el estilo de vida de los colonos españoles, sin olvidar el odio mutuo que se tenían con los ingleses.

«Lo peor de las guerras son los fanáticos, aquellos que, so capa de religión o política, ven en los demás a individuos que no son personas sino seres indignos de vivir.»

En medio de tanto conflicto aparecen los protagonistas en los que se basa la historia: Catalina y Piers. Ambos son un claro reflejo de su sociedad pero deben enfrentarse a situaciones tan dolorosas que les transforman. Intentan sobrellevarlas lo mejor que pueden, aunque cada uno acarrea un sentimiento de culpa que les pesa como una losa.

María Gudín ha definido muy bien a sus personajes. Tienen personalidad propia y te hacen vivir la historia. A través de ellos conocemos los diferentes sucesos históricos en los que, de una manera u otra, se ven involucrados.

Uno de los aspectos que más me han gustado de casi todos ellos, tantode los personajes principales como de los secundarios, es su fuerza interior. Porque, a pesar de sufrir duros reveses, siempre son capaces de reponerse, de encontrar las fuerzas para luchar y sobrevivir, aunque sea a costa de perder un poquito de su ser.
Realmente sufren heridas emocionales muy profundas.

Los personajes son ficticios pero Catalina (o Len, como la llaman en Inglaterra) está inspirada en personas reales: los Orquendo, una familia de marineros vascos que pertenecieron a la nobleza.
En la novela aparecen bastantes personajes secundarios, algunos de ellos de mucha importancia en la trama, como la esclava Josefina (que tiene una historia muy cruda que contar) o Gabriel de Rojas.
No existe un antagonista propiamente dicho, aunque sí un par de personajes malvados a los que, para mi gusto, les ha faltado profundidad. Han creado conflicto, sí, pero he echado de menos más enfrentamiento. Han sido, bastante descafeinados.

El libro se estructura en dos grandes partes partes, narradas por los dos protagonistas, y una tercera, mucho más corta, donde se explica Josefina. Las tres están escritas en primera persona.
La primera parte se centra en Catalina y se desarrolla básicamente en Inglaterra. Nos muestra su vida desde que salió con su madre de Sevilla hasta que llega a La Española. En cada capítulo vamos descubriendo, poco a poco, su pasado, los secretos que guarda Oak Park y cómo se va gestando su relación con Piers. Además, alterna capítulos de su presente que crean expectación sobre su pasado.

«Durante unos minutos, que tuvieron el sabor de lo eterno, nos dejamos embriagar por el paisaje y nuestras almas rebosaron de plenitud por la grandeza del océano que se extendía ante nosotros. Una mar abierta, infinita e inabarcable.»

La segunda parte, que se centra en Piers, transcurre en el Caribe y nos explica sus vivencias en el mar. Este bloque se me ha hecho algo más lento. De hecho, en ocasiones he tenido la sensación de estar leyendo una novela más psicológica que de aventuras, debido a la gran cantidad de monólogo interior del protagonista.

Me gustaría destacar las magníficas descripciones que realiza la autora, tanto de los personajes como de los diferentes escenarios, muy vívidas y detalladas.

Al final del libro, María Gudín nos explica cómo llegó a crear esta obra y cómo fue su trabajo de documentación. Además, aparece una bibliografía muy extensa, un registro de fechas históricas relacionadas con la novela y dos mapas con la localización de algunos escenarios.

La documentación que ha llevado a cabo la autora me parece impresionante con lo que ha conseguido que podamos visualizar fácilmente el contexto histórico, pero la trama me ha resultado bastante previsible.
María Gudín tiene una prosa fluida y elegante pero, en este caso, no ha conseguido conquistarme. Aún y así, la lectura de la novela es rápida y amena. Hay muchos momentos de tensión, de emoción, incluso se intentan sembrar dudas en el lector para despistar (ATENCIÓN, SPOILER: como cuando se niegan a liberar a Piers estando tan cerca de Len; en el fondo ya conoces el desenlace). Pero, en conjunto, se prevé lo que va a ocurrir.

A pesar de todo lo que ocurre en la historia, a pesar de contar con todos los ingredientes para atraer al lector (romance, traición, aventuras, misterios, tragedias familiares), es un libro que no me ha dejado huella. Ha sido un libro para pasar el rato.

VALORACIÓN: 3,5 / 5

El misterio del mapa es la primera parte de Poptropica, una serie de novelas gráficas muy original y divertida. Ha sido creada pensando en niños de 7 a 12 años pero, como adulta he disfrutado mucho de su lectura, que me ha llevado tan solo un par de horas. No puedes evitar detenerte en las coloridas ilustraciones. Y, a pesar de ser una historia infantil, está llena de aventuras y giros capaces de enganchar a cualquier lector.

Los personajes, de ojos saltones y de estilo cómic, me han arrancado más de una sonrisa. Todos ellos están bien definidos y poseen su propia personalidad. Por un lado tenemos a los protagonistas: Oliver, el aventurero; Jorge, el gracioso; y Mya, la que actúa con más sensatez. Algunos de sus ocurrencias y diálogos son muy divertidos, especialmente si se trata de Jorge. Yo creo que a muchos niños no les costará sentirse identificados con ellos.
Y, por otro lado, tenemos a los antagonistas. La forma bruta con la que actúan los vikingos o el carácter un poco panoli del villano, los convierte más en figuras cómicas que en malvadas.

En El misterio del mapa (Poptropica 1), hay escenas muy divertidas, especialmente las que tienen que ver con el choque entre dos mundos tan diferentes como el actual y el de los vikingos. ¿Cómo explicarle a un vikingo lo que es un teléfono móvil? ¿Cómo solucionar el problema de no poder comunicarse con los padres vía whatsapp? Ante estas y otras situaciones, los tres amigos reflejan muy bien la forma en como los niños resuelven sus problemas: con un espíritu desenfadado y con una lógica aplastante (aunque sea a su manera).

Cualquier libro infantil, independientemente del género al que pertenezca, suele contener alguna lección positiva que influya en los pequeños lectores. En este caso, destacaría el valor de la amistad y la cooperación. Ambas facetas son muy útiles para enfrentarse al miedo a lo desconocido y para luchar por sobrevivir. Siempre es más fácil superar los problemas si uno no está solo, si se trabaja en equipo, como es el caso de los protagonistas.

Lo bueno de esta historia gráfica es que los niños se lo pasarán en grande y, además, aprenderán algo de historia, que siempre viene bien.
Lo malo es que acaba dejándote en completo suspenso, con ganas de leer más ( y aún no está disponible la segunda parte).

Si tenéis un rato, podéis echarle un vistazo al juego en el que se basa esta historia: Poptropica (http://www.poptropica.com). En él reconoceréis a los personajes y recorreréis muchísimos escenarios divertidos. El juego fue creado por Jeff Kinney, el autor de la famosa serie El diario de Greg, unas historias gráficas, aunque en blanco y negro, muy divertidas y que también os animo a leer con vuestros hijos.

VALORACIÓN: 4,5 / 5

El ruiseñor narra la historia de dos hermanas en la Francia ocupada durante la II Guerra Mundial. El carácter de ambas es totalmente opuesto y encaran la nueva situación de forma diferente.

«Vianne era la que acataba las reglas, e Isabelle, la rebelde. Vianne se había sumido en el silencio después de la muerte de maman (…), mientras que Isabelle había tenido rabietas, se había escapado y había exigido atención. Su madre les había jurado que algún día serían amigas inseparables. Nunca como en ese momento aquella predicción le había parecido menos plausible.» (pág. 91)

Vianne es tranquila, sumisa, razonable y no quiere aceptar la situación. Por nada del mundo quiere pensar que va a ir a peor, sino todo lo contrario, que su marido volverá pronto y todo se arreglará. Opta por ignorar las consecuencias de la guerra e intenta mantenerse ocupada para no pensar, porque ya sabe lo que la guerra le hace a las personas. Necesita mantener la esperanza para no derrumbarse.

En cambio, Isabelle es como una bomba a punto de estallar. Es más impetuosa y pasional, aparentemente más valiente, pero también más realista. Rápidamente se da cuenta de lo que son capaces los nazis y, por eso, busca formas de combatirlos.

Sea como sea, a lo lago de la historia, las dos se convierten en heroínas en medio del horror.

 Kristin Hannah ha creado personajes redondos y muy completos, con personalidad propia. Como lector eres capaz de sufrir con ellos y vivir sus miedos, alegrías e inseguridades, lo que en conjunto los hace extremadamente reales y cercanos.

La novela muestra la exhaustiva documentación que llevó a cabo la autora, no solo para crear a los personajes, sino para reconstruir un pedazo de nuestra historia.

La trama principal se narra a través de las historias paralelas de Vianne e Isabelle, entre Carriveau y París. Retrata la represión y el expolio que sufrió Francia durante la ocupación, así como el colaboracionismo del gobierno de Vichy, el hambre y la miseria del pueblo francés, las deportaciones y la Resistencia. Pero también aparecen historias secundarias, duras e incomprensibles incluso hoy en día: el drama de los niños judíos que quedaban huérfanos al deportar a sus padres, los franceses que colaboraron con los alemanes perjudicando a sus compatriotas, la suerte de los pilotos aliados que cayeron en la zona ocupada e incluso la humanidad de algunos oficiales alemanes que tampoco veían con buenos ojos lo que estaba sucediendo.

 El ruiseñor te atrapa desde la primera página. La autora utiliza una prosa sencilla, repleta de acción e intriga y con diálogos muy dinámicos que te hacen avanzar en la lectura sin apenas darte cuenta.

La estructura de la novela está formada por capítulos cortos (lo cual se agradece porque te permite asimilar lo que lees), escritos en 3ª persona. Se intercalan algunos capítulos ambientados en 1995 y narrados en 1ª persona por uno de los personajes principales, del que no se descubre su identidad hasta el final.

 A medida que lees te das cuenta de que no es una historia más sobre la II Guerra Mundial, sino que es un homenaje a todos aquellos héroes y heroínas, la mayoría anónimos, que arriesgaron sus vidas para salvar la de otros. Y, sobretodo, se centra en las miles de mujeres, esposas y madres, que tuvieron que luchar para sobrevivir y sacar adelante a sus hijos sin ayuda de nadie y conviviendo con el enemigo en casa, a veces de forma literal. Una parte de la historia frecuentemente olvidada.

Pero lo que realmente impacta de El ruiseñor es su lado emocional.

Por el contexto, uno ya espera que lo que va a leer va a ser duro y doloroso (como no puede ser de otra manera cuando se escribe sobre un periodo tan oscuro y macabro de la historia). Pero me ha sorprendido el cariño y la ternura con la que Kristin Hannah aborda el tema.

Me ha parecido un libro hermoso y muy emotivo (escribiendo esta reseña todavía me emociono al recordar alguna de las escenas), aunque estás todo el rato con el corazón en un puño. La autora intercala escenas familiares, que intentan dar un poco de sentido a lo que están viviendo, entre los momentos más atroces. De hecho, no se recrea en la barbarie.

Es más, diría que incluso ensalza la dignidad de las víctimas, esa que los nazis tanto se esforzaron por pisotear.

 El ruiseñor es una historia que destila amor, esperanza y gratitud. Supongo que ese es el motivo por el que, al finalizar la lectura, te queda un buen sabor de boca (y más lágrimas de las que esperaba).

Para mí este libro ha sido una verdadera sorpresa, 100% recomendable.

Además, no hay que perderse el final.

A través de su libro, Pancho Campo nos enseña qué es el estrés, cómo controlarlo y cómo aprender a superar los momentos más difíciles para alcanzar el equilibrio, es decir, conseguir la estabilidad física, mental, emocional y espiritual. Conseguirlo nos ayudará a ser más felices.

Pancho Campo, como bien dice él, no es psicólogo ni tiene poderes especiales. Solamente ha experimentado muchas situaciones complicadas en la vida que casi le hacen tirar la toalla. Sin embargo, siempre ha plantado cara a las dificultades y ha salido airoso. Esas victorias personales son las que le han permitido asesorar a deportistas de élite, artistas y diversos personajes famosos en cuestiones relacionadas con el estrés.

De hecho, en el libro no se aborda nada nuevo ni se da ninguna receta milagrosa. Todo se basa en descansar bien, hacer ejercicio, comer de forma sana, reír, ser más positivo y utilizar técnicas de relajación y respiración para controlar las emociones.
La diferencia está en que aborda el tema desde un punto de vista diferente: el de los deportistas de élite y sus técnicas para gestionar el estrés antes y durante una competición. Todo ello, el autor lo extrapola a situaciones de la vida cotidiana.
De esa manera, aprendemos qué hacer para recargar la energía que perdemos mediante las actividades diarias, cómo «descargar la mochila del estrés» o cómo no rendirse ni derrumbarse ante el fracaso o las adversidades.

Además, te anima a no estancarte en pensamientos del tipo «yo soy así» o «es que no puedo cambiar» porque como dice el mismo Pancho Campo «la mente, igual que el cuerpo, puede trabajarse».

La lectura del libro es muy amena. Utiliza palabras sencillas y directas y contiene un gran número de fotografías de Pancho Campo acompañado por alguno de las personalidades que menciona. También se han colocado recuadros que contienen consejos prácticos y experiencias própias y ajenas. Y al final de cada capítulo aparece un resumen de todo lo explicado.

En definitiva, Inspírate es un libro de autoayuda como muchos otros, que puede ser de ayuda o no en función de lo que se pongan en práctica las diferentes ideas presentadas. Personalmente, me ha gustado la manera en como intercala la teoría con sus vivencias personales, y la sencillez con la que expone los datos más técnicos. Creo que es una lectura muy interesante para todos aquellos que sufran estrés y necesiten una nueva visión sobre el tema.