Conozco a la columnista Barbijaputa por su trabajo en eldiario.es. Aunque mejor debería decir que conozco su obra, debido a su anonimato y que firma sus columnas con este peculiar seudónimo, no se sabe quien es, y en su derecho está. Lo que desconocía es su faceta de escritora y que la obra que nos ocupa hoy es su segundo libro.

Cualquiera que se haya molestado en leer algo de ella sabrá que es una feminista muy activa, lo que le ha acarreado más de una discusión en redes sociales, demostrando esto mismo lo necesaria, por desgracia, que es su lucha.

“Nadie duerme“, como no podía ser de otra manera viniendo de la mano de esta autora, es un alegato feminista; un thriller que debería ser leído por la mayor cantidad de hombres posible, y a ver si con esta obra -no tan de ficción- a más de uno se le despierta la empatía y empieza a comprender la necesidad de educar para que no se sigan cometiendo las atrocidades que a algunos les molesta tanto que se les llame violencia machista, cerrando los ojos a esta cruda realidad.

La historia transcurre en el país ficticio de Eare, donde llega al poder un partido fascista, que como el que no quiere la cosa va recortando derechos a inmigrantes, trabajadores, clases humildes y , sobre todo a las mujeres. Queda bastante patente la metáfora en la que ese país imaginario puede ser perfectamente esta España nuestra, donde tantos están últimamente tan preocupados por su desmembramiento.

La historia está narrada en primera persona por su protagonista, la joven Búho. Con lenguaje directo y sencillo nos va empapando con sus vicisitudes, creando un vinculo con ella donde es fácil sentir empatía por esta joven terrorista y el por qué de su lucha más que justificada.

Cuando llevamos tres cuartas partes del libro nos sorprende muy gratamente como otros personajes pasan a ser esos narradores, haciéndonos Barbijaputa partícipes de distintos puntos de vista de lo que nos cuenta y comprender sus miedos y sufrimiento, resultando especialmente emocionante y desgarrador el testimonio de uno de estos personajes secundarios llamado Jana.

Libro que hace que vayas pasando páginas y tiempo sin darte cuenta, ya que no podrás parar una vez que te engancha a la vez que te indigna sabiendo que lo que te está contando lo ves en el telediario día sí y día también. Repleto de fuertes personajes femeninos quizás alguien eche en falta alguno masculino por eso de “no todos somos maltratadores“, pero no es necesario, a las mujeres no hace falta recordarles esto, ellas ya lo saben.

Por sacar alguna pega, me llama la atención que aparezca algún laísmo en su gramática, extrañándome este hecho por el origen andaluz de la autora, cayendo más en este error los centro hablantes españoles. Quitando esta chorrada, que no es más que anecdótica, solo me queda decir que he disfrutado de la lectura de este thriller ucrónico, que, como digo más arriba, viendo el panorama actual no es tanto de ficción y que más de un machito recalcitrante debería leer, por que si estos leyeran más posiblemente una obra como esta no sería tan necesaria.

Quién me ha visto y quién me ve. Yo que siempre he sido lector de ciencia ficción y fantasía, últimamente me muevo por géneros que no creía que miraría ni las portadas. Con la música me pasó igual, siendo un heavy empedernido, negándome a otros géneros un día fui consciente de que por mi obcecación podía estar perdiéndome cosas buenas fuera de mis cotos, será la edad, a mí me gusta pensar que es madurez.

Debido a la ampliación de mi abanico he podido descubrir libros como el de hoy, “Naranja de Sangre“, primera novela y esperemos que no la última de Harriet Tyce, una abogada criminalista.

Se trata de una novela de género domestic noir, lo sé, yo tampoco tenía ni idea de qué significa esto hasta que lo vi en su contraportada y lo busqué. Más o menos viene a ser digamos que hay un caso de asesinato, pero el que lo investiga no es un profesional, es decir, ni policía, ni detective u otra profesión que se encargue de estas cuestiones. Puede ser un vecino, un amigo, una hermana, etc, quien trata de descubrir el misterio. A bote pronto me viene a la memoria la película “La ventana indiscreta“, o en el caso de la literatura, la obra que más se nombra cuando se habla del subgénero (y con la que se compara “Naranja de sangre“) es “La chica del tren“.

Aclarado el concepto, más o menos, vamos a la cuestión de qué me ha parecido la novela.

En primer lugar destacar su narración, pienso que narrar en presente y en primera persona puede ser un arma de doble filo. Puede ocurrir que empaticemos más con la protagonista, o por el contrario que le cojamos manía, y al no poder acceder a pensamientos o sensaciones del resto de los personajes pareciera que nos perdemos información echando de menos a un narrador más omnisciente. A mí particularmente me ha servido para empatizar con el repertorio de inseguridades y miedos de nuestra protagonista, así como su hostilidad al mundo que la rodea.

La trama está muy bien construida, conexionando a la perfección las distintas ramas de la historia haciendo que converjan en un punto en el momento oportuno, sorprendiéndonos con el giro de los acontecimientos.

De muy fácil lectura, resulta adictiva, donde quieres más, y no es fácil soltar el libro mientras comentas “un capítulo más y lo dejo”. Escenas de sexo y asesinatos bien descritos sin llegar a ser escabrosos ni incómodos; lenguaje fácil que no hace que perdamos el hilo ni tengamos que releer el último párrafo por que no me he enterado de nada; personajes muy bien construidos, que nos van sorprendiendo a la vez que se van despojando de sus capas como si de una cebolla se trataran, y una protagonista, que a pesar de sus errores y defectos, tenemos que terminar apreciando precisamente por su imperfección que la hace tan humana como cualquiera de nosotros.

Me gusta leer todo lo que cae en mis manos. Cuando llego a una librería lo paso mal, me apasionan tanto como indecisión me crean. Por eso a veces agradezco que me dejen o me recomienden un libro.

“La novia perfecta” llegó a mí por avatares del destino, y si lo llego a pillar de la estantería de una librería, tal vez no lo hubiera leído, por esta indecisión mía. Afortunadamente, por la circunstancia que llegó a mis manos he podido leerlo.

Se puede considerar una lectura de las que vulgarmente denominamos de “desengrase”. Esto es que después de alguna lectura espesa, o tocho, nos apetece aligerarnos la mente con alguna lectura sencilla y fresca.

A pesar de ser la primera novela Karen Hamilton, se le nota soltura a la hora de atreverse con una narración en primera persona y en presente, a modo de diario, podríamos decir. Una forma de narrar arriesgada, ya que puede llegar a saturarnos su protagonista al tener esa necesidad de estar presente en cada una de sus páginas, pero que su narrativa sencilla logra esquivar esa saturación, siendo una forma divertida de meternos literalmente en la mente de nuestra novia obsesiva.

Destacar su prólogo, donde en apenas seis páginas nos deja sin aliento la acción que provoca la reacción de nuestra protagonista a lo largo de la historia.

Thriller que nos va atrapando sin apenas darnos cuenta, y que nos leeremos de un tirón, mientras pensamos si alguna vez se nos ha ido la pinza creyendo que solo lo hacíamos por amor.

En primer lugar he de decir que cuando este libro llegó a mis manos empecé a leerlo con cierto recelo. Aparte de la temática, a la que creía sentirme ajeno, a la autora finlandesa Minna Lindgren no la conocía ni de oídas.

A cada hoja que pasaba, se esfumaba mi escepticismo, bueno, a cada hoja y a cada carcajada. A pesar de que este libro nos habla de algo tan serio como el final de la vida y la incipiente e inevitable muerte, Lindgren nos lo cuenta con un desenfado y un humor que no tenemos más remedio que afrontar nuestros últimos años con muchas ganas de vivir.

Otro aspecto que me ha llamado la atención, es la edad de nuestra protagonista. No es muy común que nuestro conductor sea una anciana de setenta y cuatro años. Ulla es una mujer llena de vida, y es en sus últimos años cuando despierta y se da cuenta de que lo que ha hecho hasta ahora no se puede llamar vivir.

Me parece súper interesante entrar en el universo geriátrico, en el cual, a los que aun nos quedan algunas décadas por llegar, no solemos pensar que ellos son como nosotros pero con más años, en esto tan obvio no solemos caer, y creemos que a estas alturas nuestros abuelos están de vuelta de todo, y no somos conscientes de que siguen teniendo sus anhelos, sus ilusiones, sus miedos, sus ganas de vivir, de disfrutar, de gozar del sexo, esto último tan tabú, en lo que no queremos ni imaginarnos a nuestro mayores en ciertas situaciones pudorosas y tan naturales.

Siempre me gusta destacar la calidad de la traducción, siendo esta edición de SUMA, una delicia, en la que no nos perdemos ningún chiste o juego de palabras del original.

Novela muy divertida que no puedes dejar de leer, y que sus trescientas dieciocho páginas se te hacen cortas, dejándonos con ganas de seguir acompañando a Ulla-Maija hasta el final de sus días.