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Ella en la sombra

España

registrado desde enero de 2016

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Libros y reseñas

Tan poca vida

Hanya Yanagihara

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Valoración: ★★★

Un bestseller de película

Mil páginas bien valen un diario de lectura. Recibí Tan poca vida gracias a Edición Anticipada y, atraída por los premios y las críticas que la obra de Hanya Yanagihara había recibido en su versión original, me decidí a leerlo. Porque un libro de esta magnitud requiere una decisión; cambia completamente la rutina de lectura de alguien como yo —no suelo leer más de un libro de ficción a la vez— y requiere tiempo —y muñeca, porque cómo pesa. Como siempre, voy lo que internet considera tarde en la lectura de la obra, por lo que las críticas y las opiniones sobre ella se cuentas por cientos en la red. Desde la posición de novela favorita hasta la de decepción, Tan poca vida se mueve rápido —a pesar de su número de páginas— y los lectores siguen sintiendo la necesidad imperiosa —para bien o para mal— de comentar las horas de lectura. A continuación, mi proceso de lectura. [Sin spoilers]

Si quieres leer sólo la conclusión de la lectura, pincha aquí.

10 de enero de 2017
La novela comienza relatando la vida de cuatro personajes, JB, un artista de descendencia haitiana con una familia inmigrante pero exitosa que lo quiere; Malcolm, el único que sigue viviendo con su rica familia mientras trabaja en un prestigioso estudio de arquitectura donde le pagan mal y trabaja poco; Jude, el personaje hermético, sin familia y con episodios de fuertes dolores que mantienen alerta a sus amigos; y Willem, el compañero fiel de Jude que sueña con ser actor y huye de la vida familiar en el interior de los Estados Unidos.

El primer apartado —la novela se estructura en grandes apartados con capítulos en su interior y, dentro de estos, subdivisiones— nos presenta una relación estereotipada y algo crispante de los cuatro amigos. La cuidad de Nueva York se convierte en el escenario de cartón piedra que sirve de «ficción» para los deseos de los amigos de triunfar. Aun así, sienta las bases de lo que será la trama principal, el misterio de Jude y la amistad que cada uno mantiene con el resto.

14 de enero de 2017
Jude es, a partir del segundo apartado, el gran protagonista. Su pasado, que poco a poco intuimos, vuelve para amenazar sus relaciones sociales. Su estrecha amistad con Willem está cerca de romperse o de afianzarse con el hermetismo de Jude. Su incapacidad nos remite a su etapa de universidad, a su relación con un profesor como Harold y a lo que, si no fuera un recuerdo pasado, remitiría a su madurez y a su autosuperación.

15 de enero de 2017
Lo ha conseguido. Hanya Yanagihara guía su novela con un tempo que ha ido en ascenso hasta el primer tercio de la novela. Tras una escalada tortuosa donde Jude ya es el protagonista indiscutible —sobre él giran no sólo los personajes sino, especialmente, los grandes temas que trata la novela— hay una breve caída que sitúa al lector en un punto de tensión que lo obliga a seguir leyendo como si con su acción de rastrear cada palabra pudiera cambiar la historia.

Hay algo humano y universal en Tan poca vida. Es una novela de su tiempo. Si me preguntaran qué destaco de los libros publicados los últimos años diría que, sobre todo, tres temáticas: la primera es sin duda el tema tabú del abuso a menores —Instrumental, Nefando—, a la que le sigue la novela de la crisis encabezada por el punto de inflexión que suponen los 30 —La edad media, Rayos— y, por supuesto, la búsqueda del sector del libro por encontrar la gran novela americana, que no es otra cosa que esa búsqueda de un texto casi épico que aborde en profundidad aspectos cotidianos pero vitales del ser humano —Ciudad en llamas, Historia de las abejas. 

A pesar de su longitud, y cuando pongo el marcapáginas a mitad de novela, siento que Tan poca vida es un logro. Es un logro porque ha conseguido apartarme de mi escepticismo inicial y ha conseguido convencerme de que leer otras 500 páginas valdrá la pena, o al menos es necesario. Puedes no compartir las actitudes de muchos de los personajes pero sientes que para compensar un drama como el que se intuye la ostentación de la clase media-alta de Nueva York es necesaria. Aquello que no cuadraba sirve de contrapunto a una realidad. En la balanza, el mérito y la desgracia se entrelazan para convertirlos en supervivientes.

17 de enero de 2017
Ayer leí y leí y leí hasta las 3 de la madrugada. Ya sé qué tiene este libro. En inglés lo han llamado misery porn, el atractivo de la miseria. Eso es Tan poca vida. Aun así, sabiendo que la autora ha jugado con una fórmula que encandila —o repele— al segundo, la historia de Jude se introduce en el lector y no le deja marchar. Siempre necesitamos saber más. Los apartados dentro de los capítulos se están convirtiendo en una suerte de escenas cortadas, un presente en primera persona, un pasado remoto, un pasado inmediato. Todo esto, tiempos y voces narrativas, se entrelazan como lo haría una banda sonora que se convierte en la culpable de que tengas miedo, de que sufras, de que llores. Nosotros, como lectores, sabemos que Yanagihara nos está «utilizando», pero nos da igual. Nos hemos rendido a los instintos más básicos, a las emociones más esenciales y al horror más censurable y ya sólo nos queda seguir leyendo y confiar en Jude y en sus amigos.

 23 de enero de 2017
Demasiadas páginas. Misma historia. El conflicto de Tan poca vida, válido durante quinientas páginas, se desvanece en el intento por convertirse en una novela épica. Otras quinientas páginas sobre el mismo conflicto, que parece evolucionar pero que sólo avanza en el tiempo, se convierten en algo casi accesorio. Si el lector consigue saltar ese escollo o si su interés por conocer el desenlace de cada personaje es mayor al tedio de saber que se encuentra a mitad de la trama, terminará la novela con éxito y puede que con buen sabor de boca. Si por el contrario, ha llegado a mitad de novela de manera automática, querrá dejarlo. A lo mejor, Tan poca vida  no es para todos, al fin y al cabo.

Yo nunca he sido, y sé que tú tampoco, de esas personas que creen que el amor que se siente por un hijo es superior, más significativo, trascendente y grandioso que cualquier otro. No lo sentí antes de que naciera Jacob y no lo sentí después. Pero es cierto que es un amor singular, porque no se fundamenta en la atracción física, el placer o el intelecto, sino en el miedo. Nunca has experimentado miedo hasta que tienes un hijo, y tal vez eso es lo que nos induce a creer que es grandioso, porque el miedo lo es. pp.235
Conclusión:

Tan poca vida es una novela con una premisa interesante, extraordinaria y común a partes iguales: la relación de amistad entre cuatro amigos y la situación particular de uno de ellos, Jude, quien ha de luchar contra su propio pasado y contra sí mismo para mantener sus relaciones sociales. También tiene una estructura acertada para la extensión de la novela: grandes apartados con título a los que siguen capítulos numerados. Dentro de estos, además, existen subdivisiones para que la historia cambie de voz —de un narrador omnisciente pasamos a una primera persona, y de un tiempo presente acudimos al pasado— y, por tanto, de tono y de perspectiva. El goteo con el que se nos presenta el conflicto principal, que no es otro que el pasado de Jude es, a su vez, la clave para mantener al lector alerta. La necesidad del lector por conocer lo que no se le está dando engancha sobremanera. Por último, lo que ya he llamado como misery porn y que yo entiendo casi como melodrama, se convierte en una especie de adicción que acaba por saturar. 

Haya Yanagihara ahonda en temas cotidianos —la amistad como he dicho, pero también la vocación o el concepto de familia— con acertada sensibilidad si bien la extrema crudeza de la trama principal —acompañada de la riqueza y la opulencia de una ciudad como Nueva York— se convierte en un elemento casi ordinario. A pesar de todo, el lector sufre, se conmueve y hasta viaja con Tan poca vida. Es una novela dura, extensa, pero de fácil lectura y personajes memorables —por su simplicidad pero también por su propia dedicación. Una obra que sin duda será, como ya es bestseller, un éxito de taquilla en cines.

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Historia de un canalla

Julia Navarro

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Valoración: ★★★★

La vida de un canalla contada por él mismo

Ante el estupor, el horror, incluso la incomprensión, el lector no puede sino seguir leyendo. Y es que Julia Navarro presenta la vida de un canalla contada por él mismo. Conocemos a Thomas, el hijo mayor de los Spencer, una familia adinerada que vive en Manhattan, cuando todavía es un niño; a pesar de que sus acciones son cuestionadas por su cuidadora, por su madre, por su profesora… los castigos no consiguen romper la barrera que la falta de empatía ha instaurado en su todavía infantil mente. Una anécdota en la que Thomas nos cuenta cómo dio patadas a un pájaro mientras paseaba por la calle nos sitúan en la primera de las muchas zonas de tensión de la novela. Esas zonas de incomodidad son, en esencia, el argumento de esta obra.

Historia de un canalla arranca con una preocupación del Thomas adulto: siente que la muerte se acerca por lo que decide recordar desde su niñez cómo ha sido su vida para atestiguar que, en efecto, no puede arrepentirse de nada. Lo que, en un principio, es el relato de una vida cobra importancia cuando el propio Thomas decide presentarse tal cual es, llegando incluso a relatar cómo los conflictos que su actitud crea podrían haber sido evitados. Así sabemos que estamos ante un canalla cuerdo. No hay excusa para su maldad, para su egoísmo. Conoce lo que debería hacer, lo que debería sentir, cómo debería comportarse, y así nos los hace saber. El protagonista se sabe cruel, despiadado, envidioso y a pesar de todo reivindica su forma de ser, de actuar. Y nosotros, como lectores, no podemos más que indignarnos y seguir buceando en las más de 800 páginas que tiene la novela, en busca de un atisbo de bondad, de afecto, de penitencia o de perdón.

Entre Nueva York y Londres —incluyendo una estancia en Madrid— Julia Navarro muestra a la vez, un mundo moderno y una sociedad estancada en las normas sociales. La corrupción política, empresarial, periodística forman parte de un día a día en el que el poder es dinero y el dinero es poder. Hacerse un nombre en algunas de las grandes capitales ya no es sólo cuestión de carisma —del que Thomas Spencer carece por completo— o de esfuerzo, sino de manipulación, extorsión y juegos sucios. La autora nos abre los ojos; el ser humano está dispuesto a aceptar entre su «tribu» al más inhumano de los hombres con tal de conseguir sus fines. Lo que en un principio sería motivo de aislamiento social, se convierte en Thomas en una forma de vida. El desprecio hacia su propia familia, el maltrato a cada una de las mujeres que pasan por su vida, la extorsión y manipulación que hacen sufrir a la única mujer que podría hacerlo feliz, quedan impunes en un mundo donde el dinero lo compra todo.

En cierto modo, Historia de un canalla es un testimonio valiente. Desde los ojos de un estadounidense que vive en Londres, Madrid, y por tanto España, es analizada críticamente. Un país donde la corrupción no resta votos, donde las protestas no surten el efecto esperado y donde la vida sigue después de las 12. No todo es malo en este país, tan diferente del mundo anglosajón.

Julia Navarro, éxito de ventas con cada una de sus novelas, tiene la capacidad de enganchar al lector con historias bien relatadas, extensas pero cautivadoras, que acaban por introducir al lector hasta tan punto en la trama que al final no queda más que respirar y asentir con sorpresa. Lo ha vuelto a hacer. Como buen «bestseller» no quedan fuera fórmulas que facilitan al lector más perezoso volver sobre algo contado con anterioridad. Esa «paternalidad» es la que permite leer sin parar, sin pensar en exceso y aun así, dejar que nos adentremos en la vida del canalla. Su prosa bien elaborada, clara, sin erudiciones, amplía el rango de lectores a cualquiera que esté dispuesto a indignarse —por placer— con el comportamiento cuestionable del protagonista. Es una novela casi psicológica amenizada con viajes, negocios y relaciones personales.

 

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